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  27/07/2020

Apple Silicon sacude el árbol de los chips

Que Apple iba a sustituir los procesadores de Intel en sus ordenadores Mac era sabido desde hace tiempo. Por tanto, no ha sido una ocurrencia ni una rabieta: el proveedor afectado, así como las dos beneficiarias – ARM y TSMC – han podido prepararse. Las consecuencias parecen claras para Apple, que se asegura un control total sobre el diseño de su célebre ordenador y la posibilidad de elevar su margen sobre su alto precio. Como cliente, Apple no es muy importante para Intel, pero durante tres lustros el Mac ha sido una vitrina para sus chips; el riesgo – remoto, al fin – sería que alguna otra marca de PC con una cuota de mercado significativa pudiera sentir la tentación de imitar el gesto.

Tim Cook

Por cierto, no es la primera vez que el Mac cambia de arquitectura en sus procesadores: lo hizo en 1994 al pasar de un Motorola 68000 (instrucciones CISC) a un PowerPC (RISC) de IBM y en 2006 se pasó a la x86 de Intel, por entonces imbatible. En el caso actual se trata de un movimiento de más calado, la adopción de un chip diseñado internamente bajo licencia de la arquitectura ARM y cuya  fabricación subcontrata a TSMC.

Hace cinco años, los componentes de diseño propio no representaban más del 8% del coste de materiales de un Mac, mientras que al internalizar el microprocesador que se integra en la placa base pasan al 42%, según ha calculado el analista Wayne Lam. La clave está en que a medida que su división de ingeniería gana experiencia, pide a los proveedores que incorporen más funciones exclusivas. El límite a no cruzar está claro: a Apple no le interesa tener fábricas propias.

Asoma el legado de Steve Jobs, partidario de controlar internamente el núcleo esencial de sus productos para así obtener ventajas competitivas. Los chips y sensores ´customizados` de la familia Mac mejoran la eficiencia de la batería y dopan el rendimiento para diferenciarse, no siempre para bien, de las marcas que emplean  componentes estándar. Un año clave en esta saga fue 2008, cuando Apple compró PA Semi; dos años más tarde  lanzaría el iPhone 4 con un procesador de diseño propio. Por fin, en 2020 ha llegado la hora de renovar los Mac.

Ha nacido, pues, una denominación comercial oficiosa, Apple Silicon, un sintagma que identifica la autonomía de diseño de su hardware. Un  cambio que será gradual, con el riesgo de crear alguna confusión y depreciar los modelos anteriores, pero esto es inevitable. Según Tim Cook, CEO de Apple, la transición se extenderá durante dos años. Eventualmente, daría oportunidad de elevar la cuota del Mac en el mercado de PC, actualmente inferior al 6% a la vez que preserva su personalidad en el mercado. Puede que no sea esta la motivación principal, sino la conveniencia de elevar los márgenes mediante un recorte del coste de los materiales empleados en su producción. Tiene sentido económico, pero no todos los analistas le dan la misma importancia: por ejemplo, los de Bernstein estiman un ahorro de entre 1.000 y 2.000 millones de dólares, lo que no es desdeñable en los 25.000 millones que la línea Mac aporta a la facturación total de la compañía. .

El afán de control sin fisuras, tan propio de la idiosincrasia de la compañía, es un factor de peso. A partir de ahora, Apple tendrá soberanía total sobre sus SoC (system-on-a-chip), liberándose de los problemas crónicos que aquejan a la fase industrial de Intel y que estos días han vuelto a ser noticia. En el calendario futuro de los Mac no es indiferente el hecho de que TSMC ya dispone de la tecnología de 7 nanómetros mientras Intel la ha pospuesto hasta 2022.

A partir de esta decisión, todos los dispositivos de la marca de la manzana van a usar el mismo conjunto de instrucciones de la arquitectura ARM, de tal manera que un desarrollador podría crear más fácilmente aplicaciones para los cuatro sistemas operativos de Apple: iOS, MacOS, watchOS y tvOS. El floreciente negocio de servicios representa un incentivo para apuntarse a la senda de Apple y una desventaja para aquellos que no formen parte de su ´ecosistema`.

Durante la última conferencia de desarrolladores, además del anuncio anticipado, Apple mostró versiones nativas de software ajeno estándar (Office, Photoshop entre ellas) y un emulador. Asimismo, ha empezado a distribuir su DTK (Developer Transition Kit) acoplado a un prototipo de Mac Mini que lleva el chip A12Z, versión provisional de Apple Silicon. Los primeros comentarios son favorables acerca de lo mucho que ganan esas aplicaciones.

Apple cuenta con una ventaja digna de aprecio. Parte del software que corre en un Mac es su propiedad intelectual, con lo que las funciones básicas de los futuros Mac están cubiertas de entrada. Aunque, bien mirado, es plausible el temor a que la compañía aproveche la transición para forzar la obligatoriedad de pasar por la tienda online y desembolsar el discutido peaje del 30% sobre las descargas de sus creaciones.

Jean-Louis Gassée, antiguo directivo de Apple [pro memoria: durante el ostracismo de Jobs soñó con ser su sustituto] escribía la semana pasada  en su blog que Apple Silicon está destinado a enterrar el mito de Wintel. Suena a exageración, pero no estará de más recordar que Microsoft ha abierto el melón al adoptar la arquitectura ARM en su línea Surface Pro X. Es otro movimiento de largo alcance, iniciado en 2012 y sin seguidores en la industria.

El razonamiento de Gassée es el siguiente: si las futuras aplicaciones para Mac ganaran terreno en el mercado, Microsoft tendría dos opciones: “renunciar a un Windows sobre ARM y ceder a Apple el dominio de los PC modernos [sic] o bien ponerse a resolver los problemas de compatibilidad para ofrecer una alternativa a los Mac también basada en ARM”. Es un falso dilema, reconoce Gassée, que pone de relieve las repercusiones que podría tener la iniciativa de Apple sobre la industria afín a Windows. Tanto si a Microsoft le va bien con su familia Surface como si no consigue hacer sombra a los Mac, los fabricantes de PC tendrán que explorar la adopción de la arquitectura ARM.

Lo que viene a decir este argumento es que, mientras los chips x86 equipaban todos los PC bajo Windows y también los Mac, todo el mundo tenía clara la disyuntiva. Ahora, el movimiento en profundidad de Apple puede crear un remolino del que los HP, Lenovo, Dell y otros van a tener difícil librarse.

La mejor barrera defensiva de Intel contra este pronóstico – obviamente partisano – sería el alto coste que para esas marcas tendría alejarse de Intel, aunque no disimulan su impaciencia por los vaivenes de esta. Por esta curiosa vía reaparece una antigua especulación: que Intel debería cubrirse las espaldas negociando una licencia sobre la arquitectura ARM [ya la tuvo pero la revendió a Marvell en 2006]. Qué hacer con ella sería otra historia.

Una discusión paralela, apenas esbozada, es el impacto que estas jugadas podrían tener en el mercado más goloso de Intel: los procesadores para centros de datos. En su cuenta de resultados, equipar la familia Mac representa como mucho un 3%, pero  debilita la supuesta universalidad de sus chips para PC.

En menor escala – no llega a los 150 millones de dólares de facturación a Apple – también se vería afectada AMD. Porque el nuevo chip de Apple Silicon lleva incorporado su propio procesador gráfico, optimizado para videojuegos, realidad virtual y aplicaciones profesionales de diseño. Tómese como otra manifestación de la política seguida por Tim Cook de diseñar y desarrollar en casa tantos elementos como sea posible. Es conocido que el módem de los iPhone, que ha vuelto a ser suministrado por Qualcomm en detrimento de Intel es cuestión de tiempo que pase a ser desarrollado por Apple.

Otro protagonista de la noticia, ARM, merece ser analizado con distinta óptica. A priori, bastaría decir que se ratifican las virtudes de su arquitectura. Pero hay más; en la práctica, los modelos de licenciamiento de la compañía británica permiten que compañías de bajo peso específico puedan desenvolverse en ciertos segmentos que, en apariencia, serían coto exclusivo de Intel o AMD. el o AMD. El espaldarazo de Apple se suma a los pinitos que otros clientes de ARM están haciendo en los servidores. No significa que Apple vaya a mezclarse con ellos, pero sí que salen del episodio legitimados.

En este contexto, viene a cuento señalar que el actual propietario de ARM, el conglomerado Softbank, que en 2016 pagó por la empresa británica 32.000 millones de dólares, pensaba sacarla a bolsa en 2023, pero se resigna a ponerla en venta para paliar su crisis de liquidez. No será fácil, porque el modelo de negocio de ARM se basa en una  neutralidad, que se rompería si su comprador fuera uno de sus clientes actuales.

Es momento de rumores. Al parecer, Apple ha descartado presentar una oferta por ARM, pero tal vez Samsung podría postularse. La compañía coreana tiene previsto invertir 110.000 millones de dólares antes de 2030 con el objetivo de ser la fuerza dominante en la industria de los semiconductores. Comprar ARM equivaldría a internalizar el coste de los  royalties que le paga, pero sin duda despertaría resistencia en sus competidores, que podrían litigar contra esa intención.

No todo son conjeturas corporativas. Para los usuarios de Mac la transición es una incógnita.  Apple se la va a facilitar con una segunda versión de su traductor Rosetta, capaz de adaptar las aplicaciones que los desarrolladores no hayan actualizado al ritmo que se espera. Rosetta no es una solución definitiva pero permite ganar tiempo en la reescritura de código. Un problema adicional es que los periféricos que han sido concebidos para funcionar con otras arquitecturas van a perder compatibilidad. Tampoco parece que los usuarios de máquinas virtuales de Windows tengan resuelta la papeleta. Son flecos inevitables.

[informe Pablo G, Bejerano]


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