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  15/02/2017

15Feb

Hace trece años,  la decisión del ayuntamiento de Munich de adoptar Linux y desterrar Windows marcó un hito en la batalla entre los dos sistemas operativos y, en claro, entre el denostado software ´propietario` y el movimiento open source. A partir de 2004, la capital bávara sería imitada por numerosas administraciones en toda Europa: es notorio, en España, el caso de Extremadura, que encomendó el desarrollo de una distribución propia de Linux para sus empleados y su sistema educativo.

Parece que estamos a punto de asistir al reflujo de la ola. Según la prensa alemana, el ayuntamiento de Munich podría aprobar esta semana el movimiento contrario, para que a partir de 2020 su base instalada de PC trabaje sobre Windows 10. Esto, al menos, es lo que propone un comité de funcionarios que fue designado por el alcalde para reorganizar la infraestructura de TI de la ciudad bávara. A largo plazo, estos aconsejan que las aplicaciones usuales dejen de depender en exclusiva de cualquier sistema operativo, y deberían basarse en la Web o, mediante la virtualización, prever su futura migración al modelo cloud.

Es inolvidable que aquella decisión provocó un estallido de furia en el entonces CEO de Microsoft, Steve Ballmer, quien calificó a Linux de ´cáncer` para la industria y hasta de ´subterfugio comunista` (sic). Con los años, el propio Ballmer rectificaría su vehemencia e inició un proceso de aproximación a Linux que su sucesor, Satya Nadella, ha llevado más lejos de lo que cualquiera hubiera imaginado. Oficiosamente, incluso se admite la insólita posibilidad de que Windows se reconvierta algún día en open source.

La introducción en Munich de LiMux [una distribución ad hoc de Linux basada en Ubuntu] y de la suite LibreOffice, resultó más complicada de lo que esperaban sus promotores. Apenas iniciada, el departamento de recursos humanos se quejó de la incompatibilidad con sus sistemas de Oracle y SAP. Tarde se descubrió que Linux descollaba en los servidores – domina el panorama de los centros de datos como sustituto de Unix – y en los móviles a través de su kernel embebido en Android – pero no ha tenido mayor éxito en las aplicaciones desktop. Es la conclusión de un informe que el nuevo alcalde, elegido en 2014, encargó a Accenture. Por otra parte, la convergencia de Linux con Azure, da lugar a pensar que, si la ciudad de Munich se inclinara por la migración a la nube, sería una baza para Microsoft.

La consultora recomendó, en principio, la opción de elegir entre los dos entornos. Sin embargo, a la vista de la impopularidad de LiMux entre los empleados municipales, expresó dudas sobre la viabilidad financiera de esa dualidad. Según Heise Online, el coste de migrar 15.000 PC de Windows a LiMux a partir del 2004 ha sido de 32 millones de euros, pero no se conoce todavía una estimación de lo que podría costar la reversión. La planta de servidores no se verá afectada; los empleados podrían seguir usando aplicaciones de LibreOffice, si lo desean.

Como es de imaginar, la cuestión tiene matices ideológicos. Tanto el alcalde de 2004 como el actual, socialdemócratas, gobiernan en coalición con los Verdes. Estos últimos han diluído su entusiasmo por open source, pero serían partidarios – según la misma fuente – de preservar la coexistencia entre ambos sistemas operativos. Lo que, de todos modos, ocurrirá durante el período de transición hasta 2020. La única oposición aparente proviene de la Free Software Foundation Europe (FSFE).  Es lo suyo, pero hay un argumento imbatible: la opinión de los usuarios finales.

 


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