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  1/08/2017

1Ago

Prometí la semana pasada, al comentar con cierta extensión los resultados de Vodafone, que en la siguiente ronda de este newsletter me ocuparía de Orange, a punto de presentar los suyos. Cumplo la promesa. Una vez conocidas las cifras, confirman la tendencia general observada en otros operadores europeos: crecimientos marginales pero sin duda mejores que hace un año. Pues bien, los ingresos del grupo Orange en la primera mitad de 2017 han crecido 1,1% [20.300 millones de euros] impulsados sobre todo por la filial española y la recuperación en África. La mejor noticia anunciada por  Ramón Fernández, CFO del grupo, ha sido el 0,2% de incremento en Francia, por primera vez con números positivos desde 2009. Durante años, Orange ha vivido lastrada por la feroz competencia en su país de origen, pero es tan tibia la mejoría que Fernández no la dio por garantizada en los próximos meses.

Stéphane Richard, CEO del grupo, ha calificado los resultados como «excelentes», a pesar de su evidente cortedad. Los atribuye a la estrategia de convergencia seguida pacientemente por la compañía en los últimos años, que finalmente ha sido reconocida – dijo – por los clientes. Señaló como modélico el caso de España, que ha aportado al grupo una facturación de 2.628 millones de euros en el semestre. Sin este refuerzo, las cifras globales dejarían de merecer el calificativo de «excelentes».

Al margen del interés intrínseco de las cifras, Orange acumula otros asuntos dignos de comentario. El primero es la preparación del plan estratégico 2020, que Richard promete presentar en una conferencia de analistas. De momento, sólo ha anticipado que no contempla aumentos ni  recortes significativos de inversión, sino que pondrá el acento en una seria optimización [lean capex initiative, la llamó Richard en entrevista con el  Financial Times]. de costes. Se hace extraño casar esta declaración con la  necesidad política de corresponder al plan del nuevo gobierno francés [que controla el 23% del operador] cuya meta es llevar el acceso de  banda ancha a toda la población antes de 2025.

Incidentalmente el plan gubernamental ha reverdecido la guerrilla verbal entre Orange y su competidor SFR. Este, ahora propiedad del grupo Altice, ha prometido «fibrar» (sic) una red propia para cubrir la totalidad de las ciudades de talla media, que en un acuerdo de hace varios años [cuando SFR pertenecía a Vivendi] se reservaron a Orange a cambio de compartir la infraestructura. Inmediatemente, Richard ha reaccionado calificando de «no realista» la iniciativa con la que amaga su rival. Se ignora, de momento, si el gobierno espera que los operadores se comprometan con las inversiones que implica el plan sin mediar ventajas fiscales o, quizás, un nuevo reparto de espectro.

Pese a que el empaquetamiento de servicios (incluída la televisión de pago, en la que Orange tiene 6,7 millones de clientes en Francia), el plan estratégico 2020 excluirá categóricamente pujar por los derechos de retransmisión del fútbol, que se consideran inflacionados y, por tanto, no rentables.

Por otro lado, Richard ha sido durante años un adalid europeo de la consolidación del sector, que en Francia debería concretarse en el paso de cuatro a tres operadores. En 2015 estuvo a punto de concretar la fusión de Orange con Bouygues Télécom, pero en el último momento el ministro de Economía bloqueó la operación haciendo valer su poder accionarial. Con el tiempo, aquel ministro, Emmanuel Macron, se ha convertido en jefe de Estado, y Richard ha cambiado de discurso: «en mi opinión, la consolidación ha dejado de ser necesaria, y por otra parte es bien sabido que el presidente no es partidario de esa propuesta».

La importancia de los buenos resultados de Orange se manifiesta en otro asunto vital para Stéphane Richard: antes de fin de año deberá decidirse la renovación de su mandato como président-directeur général, a la que se postula. En teoría, la decisión podría coincidir con el anuncio formal de la voluntad gubernamental de sacar a bolsa las acciones que el Estado posee en la compañía. Podría recaudar al menos unos 8.500 millones de euros con los que aliviar las cuentas públicas y complacer a la Comisión Europea. Según interpreta la prensa francesa, esta circunstancia favorecería la continuidad de Richard [ya saben: no es aconsejable cambiar de caballo en mitad del rio].

Último asunto del día. El lanzamiento de Orange Bank, que debía haber tenido lugar en julio en Francia, ha sido pospuesto hasta el último trimestre del año. Es una apuesta audaz con fundamento interesante. Según ha dicho Richard, «se basa en nuestra convicción de que la conectividad, nuestro core business, será difícilemente fuente de crecimiento en los próximos años, por tratarse de una industria muy regulada y muy competitiva». Una vez que Orange Bank arranque en Francia, está previsto que el siguiente país donde se lance la iniciativa sea España.


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