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  1/02/2013

1Feb

He recibido un reproche, muy amable pero reproche al fin, por no haber comentado los resultados de Intel. Es verdad, pero no por ello me parece justo: Intel ha merecido una cobertura muy asidua en este blog, y si no he comentado sus resultados del 2012 es porque mis fuerzas son limitadas. No obstante, recojo el guante con interés intelectual, porque Intel es un espejo de la marcha de la industria.

Al grano. Los resultados del 2012 han sido malos, pero estaban en el guión. Ingresos de 53.300 millones de dólares, inferiores a los 54.000 millones del 2011. Este descenso del 1% tiene interpretación fácil: menos demanda. Más grave es la caída de un 15% en los beneficios, en principio explicable por el esfuerzo de I+D y la debilidad del margen bruto, a su vez vinculada al exceso de capacidad. La previsión del primer trimestre es preocupante: un guidance promedio de -6% y un posible retorno a fin de año a la cifra del 2011, no sería el broche al que aspiraba Paul Otellini, que dejará su puesto próximamente.

Hasta aquí, los números. Where is the beef? En 2013, los productos para datacenter ganarán peso en el negocio global de Intel (más unidades, altos márgenes, precios sostenidos). La aproximación que se insinúa entre PC y tablets, ambos basados en Windows 8, es una buena noticia para Intel, a la que el fracaso inicial de Windows RT añade un tono de revancha (aunque no sea elegante confesarlo).

Intel va a dar mucha guerra este año. Su gran baza es, como siempre, de naturaleza industrial: en la segunda mitad del año, estará disponible la plataforma Bay Trial, fabricada con densidad de 22 nanometros, mientras sus competidores (Qualcomm, Nvidia y Samsung) estarán por bastante tiempo en 28 nm. No es un pequeño detalle, porque permitirá a Intel equipar tabletas Android. En contraste, una mala noticia: la dolorosa marcha de Intel para entrar en los smartphones no ha traspasado los bordes de la marginalidad, por lo que a menos que nos dé alguna sorpresa, este será el punto flaco en la herencia que deje Otellini a su sucesor, cuyo nombre nadie parece capaz de adivinar.


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