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  25/01/2017

25Ene

La conversación con un colega me ha sugerido este newsletter de hoy. En España tenemos tendencia a identificar a Toshiba como una marca de portátiles y poco más. No deja de ser cierto [conste que escribo este comentario en un Portegé] pero, aparte de estar en repliegue, esta rama de su negocio representa una cuota menor de los ingresos de la diversificada corporación japonesa. El primer capítulo de estos ingresos es la división que agrupa los activos de energía nuclear, una de las peores apuestas que pudo haber hecho: en 2006 compró la estadounidense Westinghouse por 5.300 millones de dólares y en 2015 persistió al adquirir otra compañía de construcción de centrales pero – efecto retardado de la catástrofe de Fukushima – tuvo que amortizar 2.300 millones de su valor en libros. Ni por esas: el pasado diciembre, la compañía reconoció que será necesaria otra amortización de «varios miles de millones» [quizás más de 4.000 millones, según Nikkei]

Está fresco el recuerdo del escándalo de irregularidades contables que costó la cabeza al entonces presidente de la compañía. Tras lo cual esta vendió a Canon su división de electromedicina y, a trancas y a barrancas, enderezó sus cuentas. Lo cierto es que, con ese antecedente, Toshiba es una apestada en los mercados de capitales: sería casi imposible obtener crédito para salir del brete. ¿Solución? Seguir sacrificando activos.

Satoshi Tsunakawa, presidente de Toshiba desde mayo, se reafirma en que la energía nuclear es mejor negocio que la electrónica de consumo, saqueada por la industria china. Raro consuelo, porque no encontraría – ni siquiera en China – quien quisiera comprar la herencia de Westinghouse. La salida menos mala apunta a la venta de su división más rentable, la de semiconductores, que aporta el 70% de los beneficios totales del grupo pero seguirá requiriendo inyecciones de capital para mantenerse en un mercado. Su principal fuente de ingresos son las memorias NAND, que confieren a Toshiba la segunda posición (20%) en un mercado liderado por Samsung (35%).

Aquí es donde la situación conecta con los intereses de este blog y, eso creo, de sus lectores. Cuando hablamos de memorias en genérico, hay que distinguir tres bloques, encabezados respectivamente por Samsung, Micron/Intel, y Toshiba/SK Hynix. En un paisaje como este, cualquier movimiento suscita la idea de consolidación. Para unos, esta sería positiva; para otros, dispararía temores geopolíticos. Veamos.

Sostiene Goldman Sachs que, sin el atractivo de su negocio de chips, el valor de mercado de Toshiba se vendría abajo. Por lo que le aconseja no vender más del 30%, para recibir algo así como 3.000 millones de dólares que serían preciosos dadas las circunstancias. No es tan sencillo: a priori, el mejor candidato sería Western Digital, pero está financieramente exhausta tras comprar SanDisk y, lo más grave, podría encontrarse con el veto antitrust.

Habría, tal vez, un puente para sortear el escollo: los fondos de capital Bain y Permira parecen interesados en asociarse con Toshiba y más adelante, podrían revender los activos adquiridos, dado que ese mercado está boyante. Considérese que incluso en medio de sus perturbaciones, Toshiba ha aumentado un 12% sus ingresos por venta de memorias.

En Japón se preferiría una fórmula nacional. Los bancos acreedores han decidido no asfixiar a Toshiba, dándole tiempo a encontrar una salida antes del cierre de su año fiscal, en marzo. Quizás Canon podría acudir otra vez al rescate: junto con Toshiba tiene en desarrollo una tecnología de fabricación de memorias usando nanoimpresión, y espera que estará en producción en 2018. Juntas, Toshiba y Canon podrían anticiparse a la coreana SK Hynix que sigue la misma línea. Pero, por otro lado, Toshiba y SK Hynix tienen un acuerdo de colaboración a largo plazo. Así que, quién sabe.

Como telón de fondo, la infaltable hipótesis china. La empresa para estatal Tsinghua Unigroup, manifiesta intenciones de invertir en la producción de memorias, como parte de un esfuerzo por dotar al país de una industria de semiconductores que considera como materia de soberanía. El resto de los competidores ven con aprensión la posibilidad de que – a falta de otra salida – Toshiba se resigne a asociarse con Tsinghua, que intentó infructuosamente invertir en Western Digital, pero tiene un acuerdo de cooperación con Intel.

La situación del mercado global de memorias es cambiante. Nunca ha sido mayor la escasez de memorias NAND, y se predice que lo mismo ocurrirá dentro de unos meses con las DRAM. En ambas categorías, la producción se ha concentrado en pocas manos, y la aparición de la tecnología 3D NAND ha provocado confusión en los los planes de todos. La situación podría sufrir un vuelvo con la entrada en producción de nuevas capacidades en China. La empresa paraestatal Tsinghua dice tener planes para invertir 24.000 millones de dólares en una nueva planta que produciría DRAM y NAND en Nanjing (China).


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