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  26/10/2015

26Oct

El mercado mundial de PC ha tocado fondo en el tercer trimestre. La frase no deja claro si va a rebotar desde el fondo o se quedará indefinidamente en él. Los 71 millones de unidades despachadas – según el cómputo de IDC – son menos que los 79,5 millones del segundo trimestre y muchas menos que los 89 millones del tercero de 2012. Habría que remontarse más atrás para encontrar signos de salud de la demanda, perturbada durante un tiempo por la moda de las tabletas: sólo en el primer trimestre del 2014 pareció acercarse al crecimiento cero, pero volvió a recaer. Según IDC, el trimestre más reciente se saldó con una caída interanual del 11,8%, mientras Gartner la deja en un 7,7%.

Las cosas van de mal en peor para una industria que lo ha intentado casi todo en los últimos años para revitalizar la demanda. Retrospectivamente, esto no es coyuntural, y mirando al futuro, no hay más que leer los últimos resultados trimestrales de Intel: sus ingresos por ventas de procesadores para PC cayeron un 7%, y esto gracias a un aumento del precio medio, porque en volumen la caída fue del 19%. Los fabricantes son extremadamente cautos a la hora de gestionar sus suministros ante el próximo ciclo de ventas. A su debilitado competidor, AMD, no le ha ido mejor: su CEO Lisa Su, ha encontrado una disculpa: las estanterías están llenas de PC con Windows 8, por lo que no confía en que Windows 10 cambie a corto plazo la situación.

Hay una confluencia de explicaciones económicas y sociológicas para este fenómeno. El ritmo de innovación en el hardware desacelera, la renta disponible de los consumidores tiene otras tentaciones que atender e incluso las empresas – algún analista habla de la era del «good-enough computing» – no están convencidas de que la primera prioridad sea reemplazar masivamente sus PC. «Los presupuestos de TI están enfocados en otros proyectos», certifica la consultora IDC.

El analista Jay Chou, precisamente de IDC, avisa que «la mejora de la experiencia en todos las categorías puede impulsar a largo plazo la demanda de hardware y estabilizar el mercado a partir del 2016». Y señala a la nueva generación de chips de Intel, Skylake, como estímulo, a la vez que ve en Windows 10, por encima de sus cualidades, un freno a ¡a demanda. No porque el sistema operativo defraude las expectativas sino porque Microsoft ha puesto en marcha un programa de actualización que, en la práctica, desincentivaría la renovación del hardware. Un argumento que refutaba en entrevista con este blog Terry Myerson, VP de Microsoft.

No obstante lo anterior, Chou suaviza su juicio recurriendo a una encuesta según la cual el 50% de los usuarios dicen tener intención de comprar un PC en los próximos doce meses, mientras que sólo el 21% declara lo mismo acerca de una tableta.

Este es el otro factor que considerar. Parece haber pasado el tiempo de la fiebre de los consumidores por esta alternativa. Según el pronóstico de Gartner, las ventas de tabletas van a declinar un 8% este año, empeorando la previsión inicial de -3,8%. En contraste, las ventas de 2-en-1, híbridos entre portátil y tableta, crecerán un 86,5% en 2015. Como una sola voz, la industria se ha lanzado sobre esta categoría, esperando que su precio medio más alto le compense económicamente por el descenso de los desktop y portátiles convencionales. Este es el rasgo de mercado que Microsoft quiere favorecer con Windows 10. Para apoyarse mutuamente, tres grandes fabricantes (Lenovo, HP y Dell) se han unido a Intel y Microsoft para financiar una campaña de publicidad (sólo en Estados Unidos, que yo sepa) con cinco spots cuyo lema común es «PC Does What.


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