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  30/05/2016

30May

El primer día, tenía toda la pinta de ser uno de esos bulos que aparecen con el exclusivo fin de mover un poco la bolsa: se decía que uno de los directivos más importante de Apple, Eddy Clue, sugirió que una eventual oferta por Time Warner podría ser una buena idea. La conversación se habría quedado en eso, sin consecuencias; ¿por qué sacarla ahora a la superficie? ¿por qué razón se insiste en que Tim Cook no ha tenido participación alguna? Desde que se publicó esta versión, los analistas que habitualmente se ocupan de seguir a Apple no sólo la dan por verídica sino que exploran a fondo su fundamento.

La primera interpretación se antoja sencilla: la presión de los inversores, la caída de la acción y la convicción de que los días de gloria del iPhone han pasado, se han conjugado para que Apple busque con ahinco nuevas fuentes de negocio. Vale, pero ¿qué tiene que ver Time Warner con esto? Poco importa si Cue se excedió, si su interlocutor se fue de la lengua o si todo es sólo un globo sonda [cosas peores se han visto]: los analistas han llegado a la conclusión de que Apple anda buscando una fórmula que le permita competir en la distribución de contenidos, un mercado en el que ya sabe cómo se las gastan sus rivales.

Por supuesto, su portentosa tesorería y su capitalización bursátil permiten que Apple se plantee esa búsqueda como una posible adquisición, sin conformarse con la constante negociación de licencias sobre contenidos. A la fecha, Time Warner vale en bolsa 60.000 millones de dólares, lo que elevaría su precio de compra a por lo menos 80.000 millones [la misma cifra que ofreció el imperio Murdoch hace dos años y fue rechazada de plano]. Tiene activos interesantes y otros prescindibles para las supuestas intenciones de Apple. Pero, como la cosa no pasó a mayores, los analistas han cambiado de sujeto. ¿por qué no comprar Netflix? Vale menos en bolsa [44.000 millones] aunque probablemente merecería una prima más alta que Time Warner. Tiene un modelo de negocio coherente con el de Apple, presencia internacional y, además, no plantea ninguna incompatibilidad manifiesta para llegar a acuerdos con el resto de la industria. ¡Si fuera tan sencillo!

Volvamos al origen del rumor. La reunión entre Cue y Time Warner tenía como objeto negociar la inclusión potencial de los canales de cable de esta en un futuro servicio de video streaming con el que Apple pretendería competir con los servicios de Netflix, Amazon Prime TV o, incluso, con el amago de reconversión de YouTube. Podría, con igual énfasis que los primeros, ponerse a producir contenidos propios. Pero la clave está en la distribución.

Pese al tiempo que le costó decidirse a adoptar el modelo de streaming, Apple está cosechando buenos frutos con Apple Music [responsabilidad de Cue, por cierto] lanzado en junio pasado: 13 millones de suscriptores de pago, frente a los 30 millones de Spotify, que lleva años en el mercado. Otros han demostrado que el modelo es aplicable al vídeo, y Tim Cook no va a quedarse quieto.

El problema de Apple es de sobra conocido: dos terceras partes de sus ingresos, y una proporción mayor de sus beneficios, proceden del iPhone, y no parece probable que este repita los crecimientos de que ha gozado hasta ahora. Pero esa base instalada, con más de 1.000 millones de dispositivos activados, podría generar ingresos recurrentes. A ojo de buen cubero, los 234.000 millones de ingresos del último año representarían unos 300 dólares por usuario. Venderles una suscripción – Apple Music, a 9,99 por mes, sería el modelo a seguir – podría añadir una bonita suma a las cuentas de la compañía. Pero, por lo poco que ha trascendido, las negociaciones sobre derechos para streaming han tropezado con recelos de la industria.

Tim Cook empieza a calibrar el enorme poder adquisitivo que le confieren sus más de 230.000 millones de liquidez, más el valor de sus acciones y la capacidad de endeudamiento. En un plano muy diferente, vuelve a mencionarse la posibilidad de que Apple compre Tesla, un rumor especulativo desgastado pero que tiene como punto de apoyo un hecho de que el día en que Apple concrete su proyecto Titán de coche eléctrico, necesitará una fábrica, un canal de distribución y una red de estaciones de recarga, tres atributos que el dinero puede comprar. Y así podríamos seguir, con más conjeturas, que en lo relativo a Apple nunca faltan. De lo que no tengo dudas es de que en el futuro hablaremos menos del iPhone y más de otras iniciativas.


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