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  5/05/2015

5Abr

Charles H. Robbins, más conocido como Chuck Robbins, será el sucesor de John Chambers como CEO de Cisco. Su nombre no era la primera opción en las quinielas internas, pero formaba parte de una terna que el propio Chambers confeccionó hace año y medio, junto con otros dos Senior VP: Rob Lloyd – a priori el favorito – y Edzard Overbeek. Fuera de toda cábala quedaba Gary Moore, teórico número dos pero sexagenario como Chambers. A sus 49 años, Robbins representa el necesario cambio generacional, que se ejecutará bajo la tutela del CEO saliente, que el 26 de julio pasará de Chairman and CEO a Executive Chairman, un matiz articulado para tranquilizar a los inversores.

Con esta apariencia de orden y suavidad, se cierra un ciclo que ha durado dos décadas, desde que Chambers, entonces de 46 años, fue designado CEO en 1995. Cisco facturaba entonces 1.200 millones de dólares; veinte años después, cerrará el actual ejercicio con 48.000 millones de ingresos. Al calor del auge de Internet, que disparó la demanda de sus routers y switchers, Cisco llegó a ser brevemente la empresa con más alta capitalización de Wall Street (550.000 millones de entonces), pero sobrevino la crisis de las puntocom y …

Robbins ha pasado por casi todas las experiencias posibles dentro de la compañía, hasta llegar a su puesto actual de vicepresidente mundial de ventas. En su biografía corporativa se ha querido destacar el papel jugado en dos adquisiciones, Sourcefire y Meraki, consideradas fundamentales para el nuevo rumbo que ha tomado la compañía.

Salvo el caso de ciertos fundadores afectos a seguir al pie del cañón – como Larry Ellison en Oracle – la vigencia de un CEO en esta industria raramente excede los ocho años; Chambers ha sido una excepción a la regla. Su jubilación ha sido descrita como ´inminente` tantas veces, que varios de sus epígonos equivocaron el paso y asomaron la nariz prematuramente, por lo que dejaron la compañía. Si se atuvieran a los usos y costumbres, se me hace difícil suponer que Lloyd y Overbeek seguirán en Cisco el año que viene.

El legado que deja Chambers es complejo. El networking, que históricamente ha sido el core business de Cisco, ha entrado en una época de brutal competición y, como otros segmentos del mercado, vive bajo la presión del concepto software-defined, lo que la ha obligado a acelerar un giro en su modelo de negocio. No por ello ha abandonado el hardware, como prueba su exitosa entrada en los servidores x86. Chambers lo ha intentado casi todo para transformar Cisco, desde una apuesta fallida por el consumo hasta el esfuerzo actual para auparla a la escena del cloud. La seguridad es otro de sus ejes de actividad en los dos últimos años.

Christian Renaud, consultor que trabajó en Cisco en la década pasada, ha escrito que «bajo su liderazgo [el de Chambers] ha atravesado transiciones dolorosas y no sólo ha sobrevivido sino que ha prosperado». Tras una fase de desconfianza bursátil, en cuatro años consiguió duplicar la cotización, y lo hizo sin apenas recurrir al truco de compañías que recompran acciones propias y premian a los accionistas con dividendos para mantener la acción, explican otros admiradores.

El testimonio más elogioso que he leído está firmado por Jayshree Ullal, antigua empleada de Cisco y hoy CEO de Arista, empresa con la que mantiene un duro litigio sobre propiedad intelectual: «respeto mucho a John por haber tenido el coraje y el pulso necesarios para llevar el timón de una empresa como Cisco en las buenas y en las malas». Y después dicen que veinte años no es nada.


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