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  9/09/2013

9Sep

A medio camino entre las noticias de Microsoft de la semana pasada, y los anuncios que se esperan de Apple mañana por la noche, he leído un artículo de Paul Krugman [sí, el célebre economista, profesor y columnista] en el que traza una especie de vidas paralelas entre Apple y Microsoft. Nos dice que en sus tiempos iniciales Apple, segura de que su sistema operativo era sin duda el mejor, leyó mal la naturaleza del mercado, y Steve Jobs decidió construir un muro que lo aislara de la competencia para cobrar precios más altos. Su rival siguió otra línea: optó por licenciar su sistema a los fabricantes de máquinas más baratas que las de Apple, y adquirió así una posición dominante a través de las externalidades de red [ya saben: «la gente usa Windows porque otra gente usa Windows, y esto hace que haya más software disponible, etc»]. Krugman nos avisa de que escribe su post en un portátil Windows 7 porque los técnicos de su facultad no dan soporte a los productos de Apple.

Con el tiempo, fue Microsoft la que leyó mal la naturaleza del mercado de dispositivos móviles, se dejó comer el terreno y facilitó que Apple se pusiera «temporalmente por delante de la curva». Krugman aclara por qué usa el adverbio: «en mi limitada experiencia, los productos de Apple son muy buenos, pero no tienen una ventaja de calidad decisiva [frente a sus competidores] y sin embargo su precio es más alto». Nuevamente, gracias a las externalidades, que en este caso responden al volumen de aplicaciones disponibles para iOS, la principal ventaja competitiva de Apple.

¿Cuál es, según Krugman, la perspectiva del reinado de Apple, comparado con el de Microsoft, que ha mantenido su control sobre el mercado pese a que este ha cambiado varias veces en décadas? La respuesta del economista de Princeton es asombrosamente sencilla: el cerrojo de Apple no asegura que pueda mantenerse a la vanguardia, y esto se debe en parte a que su éxito se basa en la fidelidad de individuos, en contraste con el de Microsoft, que se ha basado hasta ahora en la lealtad de los directores de TI, que son «inheremente conservadores»

Nada hay en estas frases que sea realmente novedoso para quienes estamos en (o cerca de) de este sector, pero aun así resulta interesante constatar que las noticias de los últimos días son merecedoras de un nivel de análisis a la vez riguroso y legible, ni más ni menos que el que reciben del mismo autor los hechos de la política económica y monetaria. Otros articulistas, en cambio, no consiguen sustraerse a lo poco que saben hacer: destilar sus filias y sus fobias. Ya vale para que se me entienda,


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