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  13/02/2013

Alcatel-Lucent, atrapada en un cul-de-sac

Durante cuatro años, Ben Verwaayen ha hecho lo posible por hacer honor a su reputación de reactivador de empresas en crisis. La semana pasada se anunció que Alcatel-Lucent busca un sustituto para el CEO, acosado por el declive de los ingresos y por los esquivos beneficios a los que había unido su peripecia. Al cierre del ejercicio 2012, Alcatel Lucent facturó 14.446 millones de euros, un descenso del 5,7% y, ha vuelto a perder dinero (1.370 millones). No obstante, el comunicado attribuye a Verwaayen estas palabra: «el cuarto trimestre refleja el progreso del programa que anunciamos el pasado julio […] y hemos cerrado 2012 acelerando nuestros planes de reducción de costes».

Ben Verwaayen

Ben Verwaayen

El holandés Verwaayen fue fichado en 2008 para una misión que ya se antojaba difícil: reflotar la compañía surgida de la fusión entre la francesa Alcatel y la americana Lucent, que llevaban años perdiendo dinero, juntas como antes separadas. Le precedía la reputación de experto en dar la vuelta a empresas en crisis: lo había hecho con BT y se esperaba que lo haría con Alcatel-Lucent. Visto retroactivamente, consiguió enderezar la nave ,pero las condiciones del mercado empujaban al naufragio. Ocurrió más o menos lo mismo con Nokia Siemens, también producto de una fusión desesperada. Curiosamente, hay quienes predican la «superfusión» de los dos grupos, aunque cuesta creer que lo piensen seriamente.

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La cotización de Alcatel-Lucent ha tenido un sesgo sistemático a la baja, que sólo se ha alterado en raros momentos: la designación de Verwaayen y el inesperado anuncio de resultados positivos en el cuarto trimestre del 2011, motivado por varios contratos con operadores de Estados Unidos. A finales del 2012, la situación de asfixia financiera de la compañía obligó a dos maniobras audaces: la segregación parcial de la cartera de patentes y un crédito de 2.000 millones de euros.

Ambas medidas se tomaron con el resignado respaldo del gobierno francés, ansioso por evitar el colapso de Alcatel-Lucent o, eventualmente, la toma de control por algún fondo buitre. El valor bursátil de la compañía se encuentra en su punto más bajo, sólo 2.900 millones de euros. Y la reducción de plantilla continúa inexorable.

Los problemas de Alcatel-Lucent vienen de lejos: su elevada exposición a líneas de negocio de bajo margen, y la evolución del capex de sus clientes principales, los operadores. Ha reaccionado bien, pero quizá tarde, al invertir cuantiosamente en I+D para salir de esa encerrona. En todo caso, no ha sido tan eficaz como Ericsson en la captación de contratos de servicio que compensen el declive de la demanda de equipos.

Algunos éxitos en el mercado chino hicieron pensar que las cosas iban a mejor, pero aparentemente el sacrificio de márgenes no ha permitido rentabilizarlos. Philippe Camus, chairman del grupo, ha presumido de una mejora operativa en el mercado estadounidense: 14% de aumento en las ventas. Llamativamente, Estados Unidos ha salvado las cuentas de Ericsson (+51%) y Nokia Siemens (+45%). Es casi obvio que los tres ´campeones` europeos han sacado partido del bloqueo que en ese mercado pesa sobre su rival chino, Huawei.

Según la prensa francesa, se estaría negociando la venta de ciertos negocios específicos, entre ellos la división de cables submarinos, que podría ser adquirida por un instrumento financiero del estado francés, que la considera de valor estratégico. A este síntoma de provisionalidad parece referirse el sarcástico comentario con el que el Wall Street Journal recibió la caída de Verwaayen: «se busca ejecutivo temporal para dar la vuelta a compañía en pérdidas; deberá estar dispuesto a aplicar la estrategia ya definida por el consejo. La familiaridad con operadores estadounidenses y con los ministros del gobierno francés, será apreciada».


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