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  18/05/2015

Apple e IBM, listas para el test del ácido

Casi un año después del anuncio oficial, todavía hay quien mira con reservas la alianza entre IBM y Apple. La extraña pareja está deparando desarrollos interesantes, pero el tamaño del mordisco al mercado está por ver. Hay algunos usuarios de relumbrón involucrados y se han generado apps para varios sectores verticales. Son menos del centenar prometido, pero hay que entender que la concreción del acuerdo coincide con horas bajas para el iPad, del que se sigue esperando el lanzamiento este año de una versión profesional, que podría ser el auténtico despegue a gran escala de la pareja. Las alianzas entre empresas tecnológicas son casi de rutina en los últimos tiempos, y con motivo.

La formada el año pasado por Apple e IBM sorprendió por las diferencias históricas entre las partes, pero no es menos cierto que esa es la salsa de toda alianza que se precie. Cuando se piensa en aplicaciones para aplicaciones móviles, lo primera que viene a la cabeza es la AppStore para descargarlas, pero las que está desarrollando IBM para el iPad no estarán disponibles en la tienda online de Apple.

Joan Ramon Mallart, director de soluciones de movilidad de IBM España, ha querido precisar que esas aplicaciones están pensadas para responder a necesidades identificadas y han de superar lo que él denomina ´test del ácido`, es decir que han sido pensadas para que de ellas pueda sacar partido el empleado, respondan a casos de uso concretos y tengan una parte transaccional y otra analítica. «Si no cumplen los tres requisitos a la vez, no las validamos», sentencia Mallart. Según su relato, los equipos de desarrollo han rehecho hasta tres veces una misma solución, cuando no superaba el test.

Recientemente, IBM celebró su conferencia anual InterConnect sobre cloud y movilidad, y por las mismas fechas Virginia Rometty, CEO de la compañía, exponía a los inversores su intención de «monetizar nuestra innovación a gran escala, mediante acuerdos como el que hemos firmado con Apple». Ambos eventos confirmaron que la alianza denominada IBM MobileFirst for iOS es parte esencial de la estrategia de crecimiento, y no un mero acuerdo para distribuir gadgets afrutados. Mallart subraya que IBM es el prime contractor de todas las operaciones generadas por la alianza con Apple.

La discusión acerca de cuál de los socios sacará más provecho, es estéril. Resulta evidente que para Apple es un modo de introducirse en una fortaleza que se le resiste, las grandes corporaciones. Y para IBM es la ocasión de subirse al tren de la movilidad. El analista Van Baker, de Gartner, considera que «con tales progenitores, lo menos que debemos esperar es que las soluciones que engendren llevarán al CIO más reticente a tomarse en serio su estrategia de movilidad». Otras opiniones van en la misma dirección: Charles Golvin, de Abelian Research sostiene que «la práctica totalidad de las empresas del ranking Fortune 500 tienen problemas similares en su transición al entorno móvil», que hasta ahora no han sido resueltos satisfactoriamente por el mercado. Cuando en la presentación de resultados de Apple se preguntó a Tim Cook por la marcha del acuerdo, admitió que «la penetración de la movilidad en las grandes cuentas es todavía escasa».

El problema es que, por sus respectivas circunstancias, tanto Apple como IBM rodearon el acuerdo con una orla de celeridad que se ha diluído con el paso de los meses. En marzo, con motivo del Mobile World Congress, añadieron tres nuevas apps a las diez que se habían presentado en 2014; si se cuenta otra anunciada con Japan Post, el catálogo ascendería a 14, lejos de la decena que se iba a presentar cada trimestre hasta completar el centenar prometido.

No hay motivo para preocuparse, sostiene Mallart. Los motivos se encuentran en el principio de desarrollo que inspira la alianza: crear apps fundacionales. «Las empresas gastan mucho dinero en dispositivos móviles para que sus empleados consulten el correo o la prensa – argumenta – y va va siendo hora de que utilicen esos recursos en una experiencia transformadora del negocio».

La más notoria de las apps que se presentaron en marzo en Barcelona fue una solución para que los pilotos de líneas aéreas sean los primeros en usar un desarrollo de IBM para iPad. Optimizar el combustible necesario antes de un vuelo es un uso profesional, pero tal vez los usuarios aprecien más la posibilidad de reservar billete en pleno vuelo en caso de haber perdido una conexión por alguna contingencia.

También ha despertado interés otra aplicación ad hoc para la cadena de farmacias británica Boots, en la que sus empleados dispondrán de los perfiles de los clientes cuando deban responder consultas sobre la marcha sin tener que acudir a los terminales fijos. Por lo visto, lo normal es que las aplicaciones fruto de la alianza estén relacionadas con CRM y las bases de datos relacionadas con el negocio. Porque, «la aplicación es sólo la punta del iceberg». resumió Mallart en conversación con este blog. Todas las aplicaciones son verticales: «si no abordan un problema específico, no nos interesan, así de sencillo». Para cualquier vendedor, usuario por antonomasia de los dispositivos móviles, sería una panacea contar con la información necesaria para hacer recomendaciones a sus clientes, comprobar existencias u ordenar entregas desde el almacén. A partir de este principio general, se busca la verticalización de las soluciones.

Lo mismo vale para los trabajos de campo, en los que se puede explotar la capacidad GPS del dispositivo, consultar a un experto distante en busca de ayuda para resolver una incidencia o planificar rutas de servicio y modificarla ante cambios de situación.

El mes pasado se anunció un acuerdo complementario, junto con Japan Post – ente gubernamental de correos y seguros, en vías de privatización – para desarrollar soluciones analíticas en torno a apliaciones «de calidad de vida» para la tercera edad, con el objetivo de cubrir 5 millones de familias en 2020 [a priori, la cuenta es fácil: potencialmente, un iPad por familia]. Esta iniciativa podría servir de plataforma para que Apple e IBM – ambos CEO se desplazaron a Tokio para el anuncio – trabajen en el resto del mundo el naciente mercado de mHealth. En lo inmediato, se asociarán a Johnson & Johnson y Medtronic, para diseñar un servicio de análisis de datos sanitarios para profesionales, una simbiosis del proyecto Watson Health Cloud, de IBM, y ResearchKit, de Apple.

Ya está dicho: no habrá aplicaciones IBM para descarga desde la AppStore. En el modelo de negocio pactado, de suscripción, los clientes pagan una cuota mensual por dispositivo, más los costes de conectarlo con los sistemas de back office. Apple se ocupa de prestar el servicio remoto a las empresas que se suscriban a las apps. No hay precisiones acerca de cómo se repartirán los ingresos que genere el negocio, pero la fórmula más obvia es que la mayor parte de los beneficios para Apple vendrán de las ventas de hardware, mientras las de IBM se originarán en la vertiente de software y servicios. Un beneficio mutuo. Con estas premisas, los aliados creen estar cerrando un círculo virtuoso de la movilidad.

Un informe publicado por Good Technology, Mobility Index Report, viene a confirmar la pertinencia de esos movimientos. Sobre la base de encuestar a 6.200 empresas, determina que entre ellas el sistema operativo iOS tiene una cuota de activaciones del 72% frente al 36% de Android. Pero, al separar específicamente las tabletas, el iPad habría perdido terreno rápidamente frente a su rival, lo que el informe atribuye a que los desarrolladores de aplicaciones se han dejado arrastrar por los consumidores, descuidando el mercado corporativo. La asociación con IBM está destinada, precisamente, a corregir esa tendencia, preocupante para Apple.


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