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  12/05/2017

Apple y Qualcomm juegan con fuego

Si las dos partes se enrocan en sus posiciones, la partida que libran Apple y Qualcomm puede acabar mal para ambos. Y no sólo para ellas: podría Incluso distorsionar el delicado equilibrio en que se apoya todo el sistema de pagos por las llamadas patentes esenciales. La discrepancia viene de lejos, pero se ha recrudecido con la decisión de Apple de suspender el pago de royalties por el módem que Foxconn ensambla en los iPhone basado en la propiedad intelectual de Qualcomm. El último movimiento (hasta ayer) es una supuesta petición de prohibir la importación del iPhone a Estados Unidos. La desafiante respuesta de Tim Cook, CEO de Apple ha sido «que decidan los tribunales».

Son recurrentes en la industria electrónica las disputas en torno a los royalties por usar una patente en la fabricación de un componente determinado o el diseño de un producto. Lógicamente, alcanzan sus cotas altas cuando el producto en cuestión es un smartphone del que se venden muchos millones de unidades al año: en el caso del iPhone, 215 millones en 2016. Por tanto, una rebaja en la cantidad a pagar, aunque fuera modesta, equivaldría a un ahorro de cientos de millones de dólares para una parte, y una pérdida igual para la contraparte.

Es habitual pensar en Qualcomm como fabricante de chips que habilitan el tráfico de datos en un smartphone. La idea corriente contiene dos errores: 1) Qualcomm no produce directamente esos chips [por ejemplo, el módem del iPhone es fabricado por TSMC, que lo despacha a Foxconn para ensamblarlo en el producto final]; 2)  en paralelo, Qualcomm licencia su tecnología a los fabricantes que integran sus chips [en este caso, Foxconn, que traslada su coste a Apple] e incluso a quienes no lo hacen pero están obligados a pagar por la licencia de su tecnología. Estas patentes son tan vitales que reciben el nombre de «esenciales». Y tan esenciales que la jurisprudencia determina que el coste de la licencia sea  «justo, razonable y no discriminatorio» [FRAND, es la sigla en inglés].

Para hacerse una idea: en su año fiscal 2016, Qualcomm Inc. ingresó 23.500 millones de dólares, de los que 7.600 millones corresponden a su  su rama QTL (Qualcomm Technology Licensing) con la peculiaridad de que el beneficio bruto fue de 6.500 millones [85% de sus ingresos parciales y 35% de los totales]. La compañía calcula que un total de 1.370 millones de dispositivos 3G y 4G han estado sujetos al pago de licencia en 2016. Las cifras confirman que el peaje es consustancial al modelo de negocio de Qualcomm.

En 2015, el IEEE (Institute of Electronic and Electrical Engineers) pareció respaldar a los críticos del sistema al opinar que los royalties no deberían fijarse en función del precio total de un dispositivo sino del porcentaje que tal o cual componente representa en ese valor total.

Las relaciones entre Apple y Qualcomm están contaminadas desde hace bastante tiempo. Primero: Apple respaldó la demanda antitrust de la Federal Trade Commission (FTC) contra Qualcomm [casualmente, a cargo de la jueza Lucy Koh, la misma que llevó el caso Apple vs Samsung, que aún reverbera . Sobre esta base, Apple presentó en enero una demanda contra Qualcomm por aplicar una política descrita crudamente como «no license, no chips«. Reclama una compensación de 1.000 millones de dólares, que no es si no un pretexto para el impago.

Vale la pena resumir los argumentos de las partes en el proceso. Según Apple, «Qualcomm es sólo una de la docena o más de compañías que contribuyen a los estándares básicos usados en el iPhone; no obstante, insiste en cobrar cinco veces más que todas las otras compañías combinadas». Según Qualcomm, «el enorme éxito comercial del iPhone se debe en gran medida a nuestra propiedad intelectual; sin ella, perdería mucho de su atractivo […] Tras haber respetado este principio durante una década, lo que Apple pretende ahora es desconocer que las patentes de Qualcomm son anteriores al nacimiento del iPhone».

A principios de abril, Apple hizo saber que, mientras se sustancia su demanda, dejará de pagar royalties a Qualcomm. Aunque formalmente las cosas son más complejas: las dos empresas tienen pactado que compensarán recíprocamente dos conceptos: 1) los royalties por los componentes que Qualcomm suministra para el iPhone [el procesador de banda base] y 2) Qualcomm reembolsa a Apple una parte de las sumas que recauda de los contratistas de esta. Como suele suceder, no está claro quien empezó las hostilidades. Según Cook, fue Qualcomm la que suspendió su parte del «acuerdo de cooperación» [se supone que como represalia por el apoyo a las acciones jurídicas en Corea, Estados Unidos y la UE]. Por su lado, Steve Mollenkopf, CEO de Qualcomm, denuncia que Apple se niega a cumplir con su compromiso de reembolso, y actúa en consecuencia.

Apple dice que reanudará el pago que corresponda una vez que la justicia fije el precio ´justo, razonable y no discriminatorio`. O sea que el conflicto va para largo, a menos que se sienten a negociar. Prueba de ello es que los resultados de Qualcomm del trimestre enero-marzo incluyen la provisión de 500 millones de dólares para cubrir la eventual merma de ingresos por esta causa. Anualizadar el litigio. Lo que, llevado a escala anual, representaría la congelación de  unos 2.000 millones.

Florian Mueller, especialista en patentes, ha revelado en su blog que dos asociaciones – una de las cuales agrupa a Apple, Facebook, Microsoft y Oracle, otra la llamada Alliance of Automobile Manufacturers – y empresas a título individual (HP, Dell, Intel y ¡vaya! Samsung) –  han dirigido una carta abierta a Donald Trump en apoyo de la demanda de la FTC contra Qualcomm, a la que consideran incursa en abuso de las patentes esenciales.

¿Cuál es el perjuicio potencial para Qualcomm? De las cifras publicadas se desprende que el 40% de los ingresos derivan de su cartera de patentes – y producen un margen muy superior – mientras el 60% restante procede de la venta de componentes que hace fabricar bajo su marca. De ahí el riesgo de contagio del conflicto: otros clientes podrían reclamar sustanciales rebajas en el precio de las licencias.

El analista Jun Zhang, de Rosenblatt Securities, estima que un 18% de los ingresos de Qualcomm son generados, directa o indirectamente, por Apple. Y advierte que la cuota de silicio de Qualcomm en el próximo iPhone podría bajar como resultado del enfrentamiento. Aunque las marcas chinas ganan mercado, añade, en ningún caso compensarían las pérdidas. Más aún: «dando por asumido que sus relaciones con Samsung arrojen un saldo positivo, las cuentas no cuadrarían para Qualcomm», escribe.

En su informe, Zhang cita «fuentes asiáticas» para estimar que en la segunda mitad de 2016 los chips de banda base vendidos por Qualcomm a Apple sumaron entre 75 y 80 millones de unidades, cantidad que caerá a menos de 50 millones entre julio y diciembre próximos.

Tiene razón Mollenkopf cuando presume de estar «muy acostumbrado a lidiar con este tipo de problemas». Qualcomm suele visitar los tribunales en medio mundo: el año pasado, en China, ha tenido que hacer costosas concesiones para que las autoridades le permitan seguir vendiendo en el país; hace un par de meses ha pactado – en su perjuicio – el final de un conflicto con BlackBerry.

De momento, este lío no ha tenido mayores consecuencias bursátiles para Qualcomm. Por un lado, los inversores están convencidos de que la compra de NXP y la entrada en nuevos negocios permitirá reducir la dependencia con respecto a los smartphones. Por otro, confían en que al final habrá un arreglo que no satisfaga a ninguno pero desbloquee la situación. Como si oyeran llover, Cook y Mollenkopf han elevado el tono.

La sola idea de prohibir la entrada del iPhone en Estados Unidos expresaría la ansiedad de Mollenkopf. Hay una recomendación expresa, o un acuerdo tácito, de no esgrimir restricciones comerciales en casos como este.

Económicamente, quien más tiene que perder es Qualcomm, que sufre un colapso potencial de su modelo de negocio [la mencionada dualidad entre QCT y QTL]. Por su parte, Apple está en un momento trascendental en relación con su cadena de suministros.  Entre otros dilemas, tiene pocas semanas para decidir si su próxima iPhone llevará el módem de Qualcomm, o adopta el de Intel, que desde el año pasado ya integra en una fracción de sus iPhone 7. Hay quienes conjeturan que al final Apple conseguirá una rebaja de parte de Qualcomm, sería aventurado pensar que se toma tanto trabajo para un paripé. En la otra acera, Qualcomm tiene poco margen para aflojar si no quiere verse en la misma tesitura con el resto de sus clientes.

[informe de Lluís Alonso]


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