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  21/07/2014

Cuando la productividad empieza por casa

Cuando se firmó el acuerdo por el que Microsoft compraba la división de móviles de Nokia, todo el mundo vaticinó despidos masivos en las filas de la empresa adquirida. Está en la lógica de esas operaciones. Cuando por fin se materializó a finales de abril, Microsoft habia cambiado de CEO. Han pasado tres meses y el vaticinio se ha cumplido: Satya Nadella acaba de anunciar que Microsoft sacrificará en el altar de la eficiencia a 18.000 empleados, dos tercios de ellos antiguos empleados de Nokia. La única sorpresa ha sido la liturgia con la que Nadella orquestó la mala nueva, presentándola como el amanecer de un cambio cultural, en el que la innovación está en reinventar lo existente.

Satya Nadella

Satya Nadella

Al cierre de su año fiscal, el 30 de junio, la plantilla de Microsoft sumaba 128.076 empleados, incluyendo los 25.000 procedentes de Nokia. Los 18.000 despidos, un 14% de aquel total, se ejecutarán «sustancialmente» antes de diciembre, y se completarán antes de junio de 2015. Será el mayor recorte de plantilla en la historia de la compañía, muy superior a los 5.800 despidos con los que Steve Ballmer reaccionó en 2009 a la erupción de la crisis global. Se ha estimado que el coste de la decisión oscilará entre 1.100 y 1.600 millones de dólares repartidos durante los cuatro próximos trimestres. Nadie ha calculado cuántos de esos millones deberían añadirse a los 7.200 millones de dólares pagados por Nokia, pero el coste final de aquella maniobra de Ballmer debería estar en torno a 9.000 millones. Los frutos, en todo caso, no se aprecian todavía.

Stephen Elop, de quien los antiguos accionistas finlandeses no olvidan el alto coste de su billete de idea y vuelta Microsof-Nokia-Microsoft, ha salido a explicar que «es imprescindible reconocer que el rol de los móviles dentro de Microsoft es diferente del que tenían para Nokia […] Mientras para Nokia el hardware era un fin en sí mismo, para Microsoft todos los dispositivos encarnan lo mejor de la experiencia digital, y han de reflejar la estrategia corporativa dentro de un contexto financiero adecuado».

Las palabras de Elop, que probablemente abandonará la compañía una vez consumada su misión, suenan vulgares si se comparan con el elaborado discurso de Nadella, quien diez días antes enviaba por mail a todos los empleados de la compañía un memorando de 3.105 palabras en el que precisaba algunas de sus ideas sobre el futuro, aunque omitiendo mencionar la escabechina. La secuencia de ocho días que va del memorando del CEO al de Elop – pasando por la aparición del primero en la conferencia de desarrolladores – ha provocado el entusiasmo de los inversores: la acción de Microsoft tocó el viernes los 45 dólares, una cotización que no ha registrado durante años. Más aún, desde que Nadella es el CEO, la capitalización bursátil ha ganado 75.000 millones.

Aparte del adelgazamiento de una compañía que emplea mucha más gente que cualquier competidor, lo más llamativo del mail de Nadella es el explícito abandono del lema proclamado por Steve Ballmer en el último tramo de su mandato. Desde ahora, Microsoft ya no quiere ser una compañía de devices and services, una fórmula que «ha sido útil para iniciar nuestra transformación», pero ha quedado superado en el transcurso de un año.

Nadella es hombre versátil. En los meses que lleva en el cargo, su blog personal contiene referencias a Oscar Wilde, Umberto Eco, Jean Piaget y Marshall McLuhan, entre otros. En el memorando del 10 de julio se infiltran citas literarias para adornar sus ideas sobre management. Hay una, que atribuye a Nietsche [«coraje para afrontar la realidad»] y otra de Rainer Maria Rilke [«debemos preguntarnos a qué ideas podemos insuflar vida»], acompasadas con esta reflexión propia: «cuando las tradiciones están cansadas, merecen ser cuestionadas». Se hace arduo imaginar a Ballmer leyendo a Rilke [ni qué decir a un filósofo nihilista] pero sin duda suscribiría lo esencial del discurso de su sucesor: la prioridad de Microsoft consiste en dotarse de agilidad y flexibilidad, por supuesto que al servicio de los usuarios.

A las consignas que ha ido destilando desde su nombramiento en febrero – mobile-first and cloud-first es la más conocida – se añade este otro binomio: productivity and platforms. El reto para Microsoft es «reinventar la productividad para dar más poder a las personas y las organizaciones». Va de suyo que cuando Nadella dice productividad, no se limita a las herramientas de Office; su definición estratégica abarca el software de análisis y otras soluciones, como el traductor incorporado a Skype, el asistente personal Cortana y el servicio de machine learning que acaba de anunciarse como Azure ML.

Microsoft va a desarrollar productos de doble uso, que puedan utilizarse tanto para el trabajo como para la vida personal (digital work & life experiences se llama un nuevo grupo interno), y que puedan entender el contexto en el que actúan: «no quiero tener que pensar en OneDrive y OneDrive Business como dos productos independientes, para saber dónde guardad cada documento; quiero que el sistema sea capaz de pensar por mí», asevera.

Hasta aquí, su idea de la productividad, palabra que aparece 20 veces en el mail a los empleados. Ahora bien, ¿a qué plataformas se refiere el mensaje? Además de sistemas operativos como Windows y de la infraestructura de Azure, los productos de Microsoft han de ser capaces de trabajar con las diferentes plataformas ajenas, ya se trate de iOS, Android o de Salesforce. Esta actitud es fruto del reconocimiento, verbalizado días después por Kevin Turner en la conferencia mundial de partners en Washington DC, de que las plataformas propias – Windows y variantes – representan sólo el 14% de cuota en el mercado mundial de dispositivos, si al PC se suman las tabletas y los smartphones.

Turner, último miembro de la vieja guardia en la cúspide de la compañía, dio a la audiencia dos ejemplos de hasta dónde está dispuesta a llegar Microsoft como reflejo de la realidad: 1) Windows ha pasado a ser gratuito para los dispositivos con pantalla de menos de 9 pulgadas y 2) Office ya tiene una versión para el iPad.

Según ha dicho Nadella, el objetivo de su memorando era «galvanizar» al personal, pero las consecuencias organizativas serán el tema estrella de la conferencia con analistas en la que mañana, martes 22, comentará los resultados del año fiscal. Entretanto, ha dejado pistas: «[es tarea de todos] simplificar y acelerar el trabajo, mediante una mayor fluidez de ideas e información […] el cambio cultural implica hacer las cosas de otra manera». En espera de concreción – la primera ha sido el anuncio de despidos – ha anticipado que se eliminará capas y procedimientos que han compartimentado el funcionamiento de la compañía y ralentizado la toma de decisiones.

En particular, esa reorganización afectará a la división de sistemas operativos, cuyos ciclos de desarrollo y test (hasta dos o tres años) son incompatibles con la agilidad buscada.

Otra consecuencia inmediata es la renuncia a la iniciativa – se supone que avalada por Elop – de una familia de smartphones sedicentemente basada en Android. Desaparecen de escena los Nokia X, el segundo de los cuales fue presentado hace un mes, y al mismo tiempo los móviles baratos Asha. En adelante, el catálogo se condensará en los modelos Lumia bajo Windows Phone, en espera de un impreciso Threshold que se espera ver el año entrante.


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