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  26/10/2015

Es ley de vida que las memorias se consoliden

La carrera de fusiones entre fabricantes de semiconductores se acelera, conforme los distintos mercados van madurando y los márgenes son cada vez más estrechos. La semana pasada, Western Digital (WD) anunciaba la compra de SanDisk por una cifra que puede sorprender a quien no conozca este negocio: 19.000 millones de dólares. Cuando se cierre la transacción, WD tendrá el control del mercado de discos duros (HDD) y una parte importante del de memorias flash. La lógica de esta operación y de otras recientes, es la misma: ganar tamaño para paliar la contracción de los mercados. WD adquirirá las acciones de su competidor pagando un sobreprecio del 10%, reflejo de su necesidad de expansión.

Una semana antes, WD se había asegurado una inyección de 3.750 millones de dólares con la venta de su participación en Unisplendour, compañía china que a su vez forma parte de Tsinghua Unigroup, la misma que recientemente presentó una oferta de 23.000 millones de dólares por Micron. La sola posibilidad de que el primer fabricante estadounidense de memorias cayera en manos chinas, disparó las alertas, por lo que chocará con el casi seguro veto de las autoridades de Washington.

En la transacción anunciada está involucrada indirectamente Toshiba, tanto por el lado de los discos duros como de las memorias de estado sólido. Resulta que Toshiba – inventor de las memorias NAND, principal base de la tecnología flash – fabrica sus memorias en una planta que posee a medias con SanDisk. Pero esta, titular de patentes y licencias de fabricación, no tiene una factoria propia, sino que comparte la producción con el gigante japonés. Un factor a tener en cuenta es que SanDisk ha perdido últimamente algunos clientes clave, Apple entre ellos, con lo que su valoración bursátil estaba en peligro y, por tanto, ha preferido buscar un comprador antes de que las acciones se derrumbaran.

Por consiguiente, sin el beneplácito de Toshiba, difícilmente se hubiera llegado al acuerdo. En realidad, WD no cuenta con materializar la absorción antes del tercer trimestre del año próximo, pese a la aprobación de los dos consejos de administración. El proceso de due dilligence será complejo, porque esta industria es compleja. Por otra parte, Toshiba es rival de WD en el mercado de discos duros, lo que parece indicar que habría algún entendimiento entre ambas compañías.

El mercado de discos duros está controlado en un 44% por WD y otro 40% por Seagate, mientras Toshiba acapara el 16% restante, según los datos del primer trimestre de este año. Tanto WD como Seagate fabrican discos duros de 3,5 y 2,5 pulgadas; los primeros se utilizan en ordenadores de sobremesa y servidores, los segundos en portátiles. Toshiba, en cambio sólo los produce de 2,5 pulgadas. Con los datos de IDC en la mano, se ve que el mercado mundial de HDD fue, en 2014, de 32.900 millones de dólares, con una caída del 4%: se trata de un mercado maduro y estancado pero con márgenes brutos confortables. La clave del asunto está en la amenaza de las memorias flash, que ganan terreno: son más caras a igualdad de capacidad, pero más rápidas y de menor tamaño. Según los analistas de mercado, el mercado de flash creció el 9% en 2014 y ahora mismo supera por poco el valor global de los discos duros.

Invirtiendo el punto de vista, el mercado de memorias flash está mejor repartido, se diría que fragmentado. El principal fabricante es Samsung – que también domina otros tipos de memorias de semiconductors, las RAM estáticas y dinámicas – con una cuota del 28%, seguida de Toshiba (22%), SanDisk (18%), Micron (14%), SK Hynix (11%) e Intel (7%). Por la lista se ve que las tres potencias de esta industria son Estados Unidos, Corea y Japón, desglose que confiere valor geoestratégico a todo cambio de manos de un fabricante.

Lo cierto es que WD lleva años intentando diversificarse y colonizar otros segmentos del almacenamiento de datos. Hace años, adquirió una filial de Hitachi, HGST, para asomarse al mercado de los grandes servidores de datos, pero este es un mercado cambiante, en el que el software y las herramientas de gestión tienen más importancia que el hardware. EMC – ahora embarcada en una perspectiva de absorción por Dell – es el primer cliente, pero también pesa mucho la demanda de los suministradores de almacenamiento cloud (Amazon, Google, Microsoft y Apple). Si se suma la facturación de WD y SanDisk, entre ambas rozarían los 20.000 millones de dólares, por lo que la empresa resultante pasaría a encabezar el ranking de almacenamiento.

Aunque es cierto que han alcanzado un alto grado de madurez, los discos duros siguen un frenético ritmo de innovación desde hace mas de 50 años y, como los procesadores [aunque sin el sanbenito de la ley de Moore] duplican su capacidad cada dos años, manteniendo su tamaño tradicional. Ahora se puede comprar un disco duro de 4 terabytes [4.000 gigabytes] por poco mas de 100 euros, precio que hacía un par de años era el de 2 Tb [o hace cuatro, el de 1 Tb]. WD acaba de lanzar un disco duro de 10 Tb y tiene en catálogo, como su competidor Seagate, discos duros híbridos, que incluyen memoria flash para obtener lo mejor de ambos mundos.

También las memorias flash duplican su capacidad aproximadamente cada dos años, a base de integrar más bytes en una pieza de silicio del mismo tamaño. En este caso, 100 euros bastan para comprar un disco SSD con memoria flash de 250 Gb; subiendo a 400 euros, se llega a 1 terabyte [los lectores saben bien que una tarjeta SD de 64 Gb se puede conseguir por poco más de 20 euros]. El problema que tienen WD y el resto de los fabricantes es que cada vez se almacena más información en la nube, lo que hace que la capacidad de un ordenador – sea desktop o portátil – o un smartphone no es un factor crítico: se tiende a consultar más que a almacenar información.

Los smartphones más recientes, por ejemplo, no llevan ranura para una tarjeta flash, sino que vienen con una memoria interna de 32 o 64 Gb no ampliable. Empiezan a aparecer discos SSD con memoria flash tridimensional. Samsung, por ejemplo, dio a conocer – al día siguiente del anuncio de WD, que ya es casualidad – un prototipo de disco SSD 3D con capacidad de, nada menos, 36 Tb y velocidades de lectura y escritura similares a las RAM dinámicas.

Por si no hubiera suficiente con la evolución de las memorias flash y los discos duros, y con la proliferación de opciones de almacenamiento, los fabricantes también están innovando en las memorias RAM, tan conocidas de los usuarios. El ejemplo más reciente es la memoria de Intel y Micron en punto de cruz (3DX point) que debería empezar a venderse el año que viene. Igualmente ha de ser pura casualidad que al día siguiente del anuncio de WD y SanDisk, saltara la noticia de que Intel y Micron van a modernizar una planta que comparten en China para dedicarla en exclusiva a producir sus nuevas memorias tridimensionales en volumen superior al anunciado inicialmente. Se deduce que prevén una demanda también superior.

En el fondo, subyace el hecho de que las necesidades de información crecen sin parar: se calcula que en 2013 había almacenados 4,4 zettabytes de información, y se espera que en 2020 la cifra suba a 44 zettabytes [un zettavyte equivale a 1.000 millones de terabytes], una escala de mercado que algunos llamarían «galáctica». Tanto la nube como los distintos dispositivos crecerán en capacidad de almacenamiento, por lo que serán necesarias soluciones capaces de gestionar tan ingente volumen. Hay otro factor que considerar: el temor a la vulneración de la privacidad puede hacer que empresas y consumidores tiendan a almacenar la información digital off line, en discos y memorias desconectadas de Internet. Pero no hay duda de que el grueso de la información residirá cada vez en modo cloud. Conclusión provisional: la diversificación de productos de almacenamiento aumentará, y al mismo tiempo habrá más concentración de fabricantes de los semiconductores que están en la base de esos productos. Ley de vida, vamos.

[informe de Lluis Alonso]


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