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  1/04/2011

Google impone su disciplina en Android

Tenía que ocurrir, tarde o temprano. Google se ha enfrentado a la disyuntiva de revalidar sus credenciales open source o asegurar la coherencia de Android, y ha optado por lo segundo, un gesto que a algunos les parece criticable porque podría (eventualmente) darle un control sobre su plataforma parecido al que Apple ejerce sobre la suya. El código de Honeycomb (Android 3.0), su sistema operativo para tabletas, sólo estará disponible “transitoriamente” para algunos fabricantes de confianza: Motorola, HTC, Samsung y algunos otros de primera fila. La idea básica es evitar la multiplicación de dispositivos que rebajen la calidad de la experiencia de usuario.

El nuevo Android, diseñado específicamente para la nueva categoría, y del que se espera que dé la talla en la competencia con el iPad, ya existe en la Xoom, de Motorola, y aparecerá pronto en las de otros fabricantes; pero no muy pronto ni en muchos modelos, porque Google no puede permitirse patinazos. “Nos queda trabajo por hacer hasta que podamos garantizar que Honeycomb puede funcionar también en otros dispositivos, incluyendo los smartphones”, ha declarado Andy Rubin, el creador de Android en una entrevista a Business Week. A continuación hizo promesas de compromiso con Android como plataforma abierta, y afirmó que las fuentes del sistema operativo serán publicadas “tan pronto como sea posible”.

“Con tal de llegar a tiempo, tomamos un atajo, y la verdad es que en este momento ni siquiera me atrevo a decir que Honeycomb funcionaría bien en un smartphone”, sentencio el hombre que inventó Android y luego lo vendió a Google. De las palabras de Rubin pudiera entenderse que teme el riesgo de que fabricantes de poca monta y desarrolladores incontrolados, implementen Honeycomb en smartphones y acentúen la fragmentación que caracteriza a la plataforma. Pero no es la única interpretación.

Las primeras críticas han llegado desde Taiwan, donde se quejan de que, en un entorno realmente abierto, todos los fabricantes deberían tener el mismo acceso al sistema operativo. Al no disponer del código – dicen – se coarta la posibilidad de diferenciar el producto. En algunos blogs del movimiento open source van más lejos; léase esta frase: “no es la primera vez que Google privilegia a ciertos fabricantes, y obliga a la comunidad a esperar hasta que aquellos hayan presentado sus productos. Con Android 3.0, ha decidido completar su desarrollo internamente, en lugar de confiar en la comunidad”.

Son reacciones comprensibles, pero el problema de Google es de otra naturaleza: trata de evitar que en los próximos meses se produzca una floración de tabletas de diversas procedencias (aunque todas fabricadas en Taiwan) y marcas, que se desvíen del diseño de referencia aprobado por Google. Lo visto en el CES de Las Vegas – decenas de tabletas mediocres, basadas en versiones inadecuadas de Android – ha convencido a Rubin de que ese no es el camino para responder al éxito del iPad, y que la marca Google sería la principal damnificada.

Inicialmente, las prisas por competir hicieron que la primera tableta de Samsung llamada Galaxy Tab, se basara en Android 2.3, y la verdad es que le fue bien en ventas, pero la siguiente generación esboza una evolución hacia Honeycomb. En las próximas semanas, HTC lanzará su tableta Flyer – que mostró en febrero en Barcelona – a la que este fabricante ha colocado su interfaz Sense como una capa que mejora el sistema operativo 2.3. Un rumor de imposible confirmación dice que Google ha impuesto a estos fabricantes una cláusula por la que se comprometen a no actualizar el sistema operativo de un dispositivo a la versión superior, suponiendo que fueran compatibles.

En realidad, el primer producto que se ajusta al diseño de referencia de Honeycomb es la tableta de Motorola, que se pondrá a la venta el mes próximo como resultado de una colaboración íntima entre este fabricante y Google. Todo parece indicar que Android está destinado a escindirse en dos líneas, una para móviles y otra para tabletas: no habrá – es lo que sugiere Rubin – smartphones con Honeycomb, e incluso podría aparecer un sistema operativo puente – ¿Android 2.4? – que cubra el espacio intermedio.

Esta sospecha se refuerza con la versión, muy plausible, de que Google prepara una tableta propia, supuestamente llamada Nexus, cuya fabricación habría encomendado a la coreana LG. Seguiría así con la política que ha aplicado con Nexus 1 (una experiencia fallida) y Nexus S, fabricados por HTC y Samsung, respectivamente. Tras haber colaborado con Motorola en el desarrollo de Xoom, el próximo paso sería contar con un producto bajo su propia marca, que dicte los rasgos comunes a respetar por otros fabricantes, a la vez que ofrezca al usuario una “experiencia Google pura”.


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