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  6/11/2013

RWD o cómo no quedarse quieto

Hay informes sesudos, informes marketinianos e informes-estudios que valen para recordar que es imposible quedarse quieto. A la tercera categoría se adscribe uno que ha elaborado una consultora española y que pone sobre la mesa una regla bastante ignorada en la práctica: todo website que se precie debería ser capaz de adaptarse dinámicamente al dispositivo móvil por el que accede un número creciente de usuarios. Vaya por delante que este blog, originalmente diseñado para los visitantes que llegan a través de un PC, ya está trabajando en la hipótesis de ser accesible a partir de 2014 por diferentes dispositivos móviles, con distintos tamaños de pantalla y resoluciones.

Esta condición es la clave de una corriente que se extiende por el mundo y que recibe el nombre de RWD (Responsive Web Design). Teniendo en cuenta que cada vez es más común que el usuario no sólo navegue sino que interactúe desde un smartphone o una tableta [el 1% de las compras online se hacen desde alguno de estos dispositivos, y podrían subir hasta el 7% en 2017: parecen poco en porcentaje, pero son muchas transacciones] la adopción de RWD empieza a ser una necesidad, no un mero prurito de modernidad. Desde hace años, es costumbre diseñar variantes de los contenidos para una diversidad de formatos: versiones web o aplicaciones nativas para su descarga e instalación en smartphones; la irrupción de las tabletas ha disparado el fenómeno. Esto no impide, ni mucho menos, que esos contenidos puedan verse en un PC o incluso en un smart TV.

Ángel Barbero, director de desarrollo de negocio de la consultora Tecnilógica y responsable del estudio, cree que esa opción sigue siendo adecuada en la mayoría de los casos, pero empieza a quedarse corta: «cada dispositivo-cliente tiene necesidades distintas a las del vecino y, dependiendo de los objetivos, el desarrollo de apps nativas resulta la opción más indicada, sobre todo si se busca la máxima integración y el consecuente aprovechamiento de la potencia de cada navegador móvil».

Sin embargo, tres años después de que Ethan Marcom acuñara el término y cuando tanto se habla de la era post-PC, lo que hasta hace poco tiempo era una tendencia, se ha convertido en realidad tangible. El informe que ha presentado Tecnilógica describe RWD, sintéticamente, como «una técnica que permite a una página web adaptarse de forma dinámica al medio de acceso utilizado por el usuario. RWD hace posible que el diseño fluya y se adapte al tamaño de la pantalla en la que se muestra la información y todos los elementos –fuentes, imágenes, textos, banners, etc.- son susceptibles de modificarse en función del entorno en el que se presenten».

Este acercamiento supone importantes ventajas. Frente a la duplicación del esfuerzo de desarrollo que supone habilitar versiones alternativas – algo cada día más arduo, con la proliferación de dispositivos cada uno de su padre y de su madre –  RWD significa que hay que atacar a un tiempo todos los frentes. Se habla mucho de duopolio Android/iOS, pero la verdad es que en la práctica existen 15 navegadores móviles, cada uno disponible en diferentes versiones y cada uno con distintos niveles de soporte de HTML. La diversidad genera fragmentación y muchos problemas de despliegue de contenidos y aplicaciones; un dolor de cabeza constante para los desarrolladores.

Pero la reducción del esfuerzo en desarrollo no es la única, ni siquiera la más importante, virtud de RWD. La orientación al usuario – que es el elemento central del servicio – es condición clave para definir la atención que el destinatario final presta al contenido que se le ofrece. Más aún, se aprovecha el contexto y se puede gestionar no desde entornos separados sino desde uno centralizado pero común a todos. Además, permite usar herramientas estándar y reaprovechar los desarrollos, sin olvidar que mejora el posicionamiento (SEO) al evitar errores como los que se escurren por el sumidero de los enlaces sociales. Lo mejor de todo, en principio, es que garantiza su evolución futura.

A pesar de tantos presuntos alicientes, y aunque muchos reconocen que es el camino a seguir, RWD todavía suena a extravagancia para muchas empresas españolas. Es sorprendente, pero «tan sólo dos de las empresas del índice Ibex35 – Amadeus y Grifols – ofrecen a los usuarios sus webs adaptadas según RWD. El 40% dispone de versiones diferenciadas para tablet y smartphones, y casi el 50% ofrece algún tipo de aplicación nativa», lo que ya no sorprende tanto porque los smartphones llevan cinco años extendiéndose en España.

En lugar de reprochar a las empresas y a sus departamentos de TI por esta aparente pereza, el informe reconoce que esta evolución implica retos, entre los que no es menor el estudio previo de funcionalidades, que exige jerarquizar los contenidos, por lo que es obligado pensar desde cero: cómo se quiere hacer llegar la publicidad a los usuarios, cómo debe ser la vertiente servidor de aplicaciones, cuál es el tiempo de carga aceptable.

Según la experiencia de Tecnilógica, contada por Jorge Gutiérrez, su fundador, no son estas dificultades el verdadero obstáculo para que el RWD avance en España. Tristemente, según él, el escollo fundamental estaría en una patología – por así llamarla – más peligrosa: la prevalencia de un modelo obsoleto de relación entre usuarios y proveedores de tecnología. El «modelo de factoría», apunta Gutiérrez, «puede ser válido para determinadas tecnologías y procesos industriales pero no para otras ´disruptivas`, como los nuevos interfaces de usuario, los nuevos soportes o modelos de interacción». El éxito, remacha Gutiérrez, radica en el valor añadido que dan la rapidez y la flexibilidad.

[informe de Lola Sánchez]


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