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  10/11/2010

Oracle vs. SAP: una pasarela de ropa sucia

Oracle y SAP, enemigos irreconciliables, protagonizan estos días las sesiones públicas de un juicio en California, por un episodio de espionaje industrial que ocurrió entre 2005 y 2007. El jurado no tiene que apreciar la ilegalidad de los hechos – en esto coinciden las partes, extrañamente – sino la cuantía de la compensación que SAP debería pagar a Oracle porque una subsidiaria, luego disuelta, se apropió de propiedad intelectual de una filial de la segunda. Más allá de los límites procesales, el jefazo de Oracle, Larrry Ellison, se ha propuesto infligir una humillación a Leo Apotheker, CEO de SAP posteriormente y que, desde este mes, ocupa el mismo puesto en HP. 

Larry Ellison

Larry Ellison

Esta crónica será larga porque, como en toda película de abogados, confluyen varias tramas. El punto de partida es doble: en enero de 2005, SAP compró TomorrowNow, por la que pagó 10 millones de dólares; un mes antes, Oracle había logrado vencer la resistencia de los accionistas de PeopleSoft y se apoderó de la compañía a cambio de 11.000 millones de dólares. El vínculo entre ambas operaciones se encuentra en la singularidad de TomorrowNow, pequeña compañía especializada en prestar servicios de mantenimiento y soporte de software a los clientes de PeopleSoft, por entonces inquietos ante la conocida política de Oracle – que también aplica SAP, por cierto – de facturar altos precios por los contratos plurianuales que acompañan las licencias de uso de su software. TomorrowNow se presentaba como una alternativa independiente – y barata – gracias a la cual SAP esperaba captar clientes de PeopleSoft durante la fase de integración de esta en Oracle.

Un documento interno de SAP, aportado por Oracle como prueba de cargo, revela que aquella hizo un cálculo grosero para justificar la compra de TomorrowNow: si conseguía atraer a unos 5.000 clientes de PeopleSoft, los ingresos podían llegar a 897 millones de dólares en los tres años siguientes. Un chollo. Lo cuestionable no era el objetivo, sino el método: TomorrowNow se valió de un software intruso para descargar de los servidores de PeopleSoft (ya propiedad de Oracle) una voluminosa información confidencial relativa a los clientes: programas, códigos, contratos, manuales, etc. Según la acusación, el sistema llegó a colapsarse, antes de descubrir por qué.  

Los directivos de SAP que han declarado como testigos en la primera semana negaron haber conocido esa práctica ilegal; de todos modos, en el contrato de adquisición se hizo reserva de responsabilidades y TomorrowNow nunca llegó a integrarse en la compañía. Cuando se descubrió el pastel, Henning Kagermann, a la sazón CEO de SAP, ordenó el cierre inmediato de la subsidiaria, y según dijeron ante el tribunal sus abogados, sólo 358 clientes de PeopleSoft contrataron los servicios de TomorrowNov, y de ello sólo 86 llegaron a ser clientes de SAP.

Por la acusación, el letrado de Oracle es David Boies, un perro de presa – se hizo célebre representando al departamento de Justicia contra Microsoft – empeñado en demostrar que SAP conocía la magnitud del perjuicio causado a su cliente y, en consecuencia, reclama una compensación mínima de 2.000 millones de dólares. Al subir al estrado como testigo el viernes, Ellison duplicaría esa cifra. Los abogados de SAP, que ya aceptaron pagar las costas procesales de la acusación, estiman que la compensación no debería exceder los 40 millones.

O sea que lo que para la acusación vale 4.000, vale 40 para la acusada. Menuda horquilla para el jurado. Según la jurisprudencia aplicable, el monto de la compensación debería ser equivalente “a aquel que las partes hubieran podido acordar en el momento de comenzar la infracción, de haber estado dispuestas a llegar a un acuerdo voluntario y razonable”. Esta es la cuestión procesal, pero en la práctica resulta irrelevante: el juicio se ha convertido en una pasarela de ropa sucia. Esta semana, deben declarar como testigos Kagermann y el actual co-CEO de SAP, Bill McDermott; se espera que Boies intente machacarlos. Pero SAP ya no es el motivo más importante para Ellison. Lo que quiere es, ni más ni menos, que las cámaras registren el paso por el juzgado de Leo  Apotheker, en teoría ajeno a los hechos.

Los procuradores de Oracle han intentado entregar una citación a Apotheker en la sede de HP, donde se les ha dicho que estaba ausente. Y ha de ser verdad, puesto que no ha vuelto por la sede de Palo Alto desde su nombramiento: reside habitualmente en París, y desde el primer día se informó que durante semanas visitaría las filiales de HP en el extranjero para familiarizarse con la compañía. “Cobarde” es el adjetivo más suave que le ha dedicado Ellison, interesado en demostrar que HP hizo mal, primero en despedir a Mark Hurd, y después al contratar a Apotheker. Las relaciones entre Oracle y HP vuelven a tensarse, cualquiera sea el desenlace de un juicio en que la segunda es un convidado forzoso. 

Entretanto, “alguien” ha filtrado a la prensa que la verdadera razón por la que el consejo de HP forzó a Hurd a dimitir no fue un supuesto acoso sexual sino la carta en la que la señora en cuestión revelaba haber conocido por Hurd (durante una visita juntos a Madrid en 2008) el soplo de la inminente compra de EDS, que se concretaría poco después. Por si hiciera falta, corresponde recordar que un mes después de abandonar HP, Mark Hurd fue fichado por Larry Ellison como copresidente y, supuestamente, sucesor in pectore. ¿Alguien puede creer que HP seguirá vendiendo software de Oracle como si nada pasara?


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