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  11/02/2014

11Feb

A raíz del escándalo de espionaje electrónico masivo de la NSA – también llamado ´caso Snowden` – me he aficionado a leer materiales sobre ciberseguridad. En eso estaba cuando descubrí en DefenseOne una noticia llamativa: el departamento de Defensa (DoD, más conocido como Pentágono) es propietario de 470.000 smartphones Blackberry, una base instalada que para sí quisieran otras marcas. Según el reportaje, en el momento más crítico para la compañía canadiense, que precipitó la destitución del CEO, Thorsten Heins, los mandos del Pentágono se alarmaron ante el eventual riesgo de seguir dependiendo de un proveedor único [que, además, pudiera caer bajo la propiedad de una empresa extranjera no fiable]. En ese momento, se autorizó el uso de dispositivos iPhone y Samsung en ciertos órganos de la defensa estadounidense.

En diciembre, tras asegurar BlackBerry su continuidad y con el ascenso del respetado John Chen al puesto de CEO, fuentes del Pentágono dijeron a Defense One que el 98% del parque de dispositivos móviles seguirá siendo aportado por BlackBerry, en virtud de la experiencia de seguridad que les ofrece. Más aún: se ordenó que «varios miles de ´Droids and iThings` sean desconectados del servicio interno Good Mobile Messaging antes de finales de marzo, porque no garantizan el mismo nivel de seguridad. La preferencia por BlackBerry – que alcanza incluso a la tableta Playbook, que no se comercializa desde hace por lo menos un año – se mantiene, por tanto. Son los únicos dispositivos que reciben la calificación ATO (authorized to operate), indispensable para que un dispositivo comercial pueda conectarse a las redes de las fuerzas armadas.

Sin embargo, los problemas de BlackBerry han sido una llamada de atención, y la pluralidad de suministradores es cuestión de tiempo. Este mismo mes empezará a funcionar un nuevo sistema de gestión del parque de dispositivos móviles, una suerte de MDM apropiado a las exigencias de máxima integridad de la información. El proyecto, en el que han invertido 16 millones de dólares y se consumará en setiembre, pretende que unos 300.000 usuarios militares sólo tendrán acceso a los datos que están autorizados a utilizar, y que sus móviles no corromperán las redes. De la información no se deduce claramente que los militares podrán usar sus dispositivos personales – un tema polémico donde los haya – en aplicación del concepto BYOD que ahora se predica para las empresas.

Lo novedoso del proyecto no está en el cifrado de datos (previsible) sino en que contará con una appstore bastante peculiar. Según la información pública, ya han evaluado 16 aplicaciones y 90 programas antes del lanzamiento oficial de la tienda. En torno a mayo, se incorporarán al sistema paquetes estándar de software de productividad, como Office. Una vez implantado el sistema, se levantaría la restricción a otros proveedores, y está previsto admitir el uso de móviles iPhone 4S y 5, Galaxy S5 y Motorola RAZR [habrá que ver si la compra por Lenovo no altera el plan], y tabletas iPad y Galaxy Tab y Note. En este contexto, el jefe de estado mayor del ejército de Estados Unidos, general Ray Odierno, aparece declarando a Defense One que ya es hora de adoptar «el uso de smartphones en los frentes de batalla».

Las palabras del general habrían sido las siguientes: «puedo comunicarme desde este despacho con los cinco continentes, pero las comunicaciones del ejército en operaciones requieren 50 camiones y 300 soldados especialistas. Nuestros sistemas de mando y control son arcaicos».


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