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Hoy cierra Nutanix en Barcelona la edición española de su Next on Tour. Las cartas de presentación van mucho más allá de la etiqueta de infraestructura hiperconvergente (HCI) con la que se la reconoce en el mercado se presenta como proveedor de una plataforma completa en la que ejecutar una diversidad de aplicaciones, del legacy a las más modernas, pasando por la inteligencia artificial. Todo con independencia de que los datos estén on-premise, en una nube pública o en el edge. Su alegato en favor de los entornos híbridos resume la trayectoria desde que, a finales del 2020, Rajiv Ramaswami , fue escogido como CEO, procedente de VMware y, antes, de Broadcom [ironia del destino].
Desde que Nvidia se erigió en caudillo de la inteligencia artificial, buena parte de la industria ha expresado el deseo de que surgiera un competidor de su talla. AMD parecía e aspirar al papel, pero sus fuerzas son limitadas, por lo que se ha resignado a un puesto secundario bastante cómodo. Hasta que, de improviso, dos movimientos consecutivos de Google han eclipsado el negocio complementario de Nvidia y Open AI en el desarrollo de la IA. Primero fue la presentación de un rompedor modelo de Google, Gemini 3 y le siguieron unos chips TPU que cuestan una fracción de los de Nvidia. A finales de octubre, Anthropic causó estupor al anunciar que compraría a Google una gran cantidad de TPU.
Es notorio que los PC, sean de sobremesa o portátiles, han subido de precio en los últimos meses, especialmente los destinados a usos empresariales. A nadie parece importarle demasiado, pero habría buenos motivos para estar preparados ante nuevas subidas una vez pasada la liquidación de inventarios más conocida como Black Friday y Cyber Monday. La causa principal es la adopción – voluntaria o forzada – de programas de IA que, para funcionar correctamente, requieren mucha más memoria y que sea más rápida. Esto ha provocado su escasez en el mercado, las encarece y el mayor coste se repercute en el precio. Los fabricantes, en especial HP, han alertado sobre una situación que no será pasajera.
¿Quién no ha escuchado esa frase hecha según la cual, ya asumida socialmente la actual onda de la inteligencia artificial, llegará la siguiente, la computación cuántica? La hipótesis es imprecisa, pero no es en absoluto falsa. Entretanto, se van extendiendo en la industria las actividades en torno a la criptografía post cuántica, que traducen una preocupación por algo que es altamente probable: que esta disciplina científica se convierta en una amenaza temible para la seguridad de los sistemas de información. Porque a esos extraños artefactos que se ven en las fotografías se les llama computadores por analogía, pero nadie imagina que su destino sea sustituir a los ordenadores de uso corriente.
Para Google, el lanzamiento de Gemini 3 marca un hito, como pieza maestra de su estrategia para disputar a OpenAI y a Microsoft una posición dominante en el alborotado mercado de la inteligencia artificial. Comenzó la carrera de la IA con sobrepeso y pidiendo aire cuando su generador de imágenes daba resultados inapropiados; tuvo que cambiar la marca de su IA, que de Bard pasó a llamarse Gemini – a la vez nombre del motor y de la aplicación – hasta que, por fin, va cogiendo rumbo y velocidad para llegar a buen puerto. Lo mejor es que su versión 3 está recibiendo alabanzas de todos los frentes, incluido el insospechado elogio de Sam Altman, supuestamente su mayor adversario.
ITxpo, el simposio itinerante de la consultora Gartner que desembarca cada otoño en Barcelona, no ha defraudado las expectativas por las que unos 7.000 asistentes (o las empresas) han apoquinado varios miles de euros a cambio de recibir inspirados mensajes y compartirlos con sus colegas. La mayoría ya los conocía o, como poco, los presentía: según los analistas, la inversión en inteligencia artificial es ineludible, pero podría ser contraproducente si no se cumplen determinadas condiciones. La primera, contar con un plan de gestión de la IA que ha de incluir cambios en la organización (no sólo en el organigrama) además de adaptar las plantillas a la nueva realidad de sus operaciones.
La carrera de la supercomputacion prosigue, aunque los puestos de cabeza parezcan detenidos: El Capitán, Frontier y Aurora residen en laboratorios gubernamentales de Estados Unidos y los trres han sido suministrados por HPE con tecnología Cray. Hay movimientos en el pelotón, pero lo más significativo es la noticia de que el número dos tendrá sustituto en 2029 y también será de HPE. A saber qué ocurrirá de aquí a entonces, pero la compañía se ha anticipado a la actualización del ránking Top500 con dos anuncios que confirman su posición de liderazgo. El Oak Ridge National Laboratory (ORNL) acogerá el Discovery, sucesor el exaescala Frontier, instalado en el mismo ORNL. No ha sido la única novedad de la semana.
La californiana Qualcomm ha entrado de lleno en la carrera de la inteligencia artificial y no va por el carril de los smartphones. Acaba de anunciar el lanzamiento el año entrante de una familia de chips aceleradores con los que pretende rivalizar con Nvidia. Su primer exponente será el AI200 al que seguirá en 2027 el AI250. Promesas suficientes para avivar el interés de los inversores: nada más conocerse la noticia, la cotización subió un 20% que se quedaría en un 8% sobre su precio de enero. Esta acogida no se debería tanto a las expectativas tecnológicas como a que la compañía californiana se ha buscado un socio tras el que se encuentra PIF, uno de los fondos soberanos de la monarquía saudí.
Para seguir con su ritmo de lanzamientos sembrados de compromisos financieros, OpenAI tenía necesidad de reestructurarse. Y para ello debía contar con el beneplácito de Microsoft, en un marco de concesiones recíprocas. Sam Altman, su fundador, ya tiene vía libre para acelerar sin cortapisas contractuales: la compañía pasará a ser una corporación con ánimo de lucro, condición que le permite abandonar su estatus anterior. Y así, atraer inversiones sin limitaciones. Su objetivo es seguir penetrando en cualquier parcela de mercado en el que la inteligencia artificial pueda tener relevancia; el asalto a los navegadores y el despliegue de infraestructura dedicada son sus últimos anuncios de calado
Vegetarianos en un mundo de caníbales. Así define a los europeos el politólogo Ivan Krastev: debilitados en un mundo cuya hegemonía se disputan Estados Unidos y China. Estas dejan algunos intersticios a potencias emergentes, pero no a Europa. Los operadores de telecomunicaciones europeos parecen suscribir esta tesis al firmar una carta abierta a Ursula von de Leyen, en la que se quejan – en un tono que trasluce desencanto – de la inacción de la actual Comisión Europea ante la pérdida de competitividad, que ellos atribuyen a un marco regulatorio causante del desinterés de los inversores en financiar la actualización de sus infraestructuras. ¿Es un lamento acertado o la enésima pataleta?