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  18/01/2013

18Ene

Si medios veraces y periodistas repetados lo dicen, esto ya no es un rumor, sino un clamor: Dell estaría negociando un leverage buy-out para dejar de cotizar en bolsa y pasar bajo control de inversores privados, entre ellos su fundador, que tiene el 16% de las acciones. Tiene todos los visos de ser real, hasta el detalle de que un consorcio de fondos de inversión, encabezado por SilverLake, tiene a estas horas casi a punto la financiación bancaria de la operación: por encima de los 25.000 millones de dólares. ¿Qué decir en este momento, sin dejarse llevar por la literatura de casino?

Primero, que el movimiento tiene lógica, si fuera verdad que el objetivo es «completar la transformación de una compañía centrada [a su pesar] en el negocio del PC, para dedicarla a vender soluciones empresariales de extremo a extremo». Hay razones que abonan el cambio de estatus. En doce meses, el valor de Dell ha caído un 30%, porque la bolsa sigue identificándola con el declive del mercado de PC, y porque no ha encontrado la manera de entrar en el de los dispositivos móviles, y los servicios, estrategia motriz de Michael Dell, no acaban de despegar. De seguir así, la empresa iría de tumbo en tumbo, y probablemente los costes de no hacer nada serían más altos.

Segundo, como empresa no cotizada, Dell tendría una flexibilidad que ahora no tiene, para tomar decisiones audaces sin pasar por el examen de analistas y accionistas; podría, por ejemplo, comprar compañías sin que nadie le fastidie la digestión. Y tendría una capacidad sobrevenida de actuar a largo plazo, algo que pocas veces puede hacer una cotizada, sometida a la dictadura de los ciclos trimestrales.

Por último, hay un ambiente favorable, con tantos abogados, banqueros y auditores que van a ganar jugosos honorarios con la transacción. ¿Qué pasará después? ¡Ah! Es previsible que Dell trate de desprenderse de los activos relacionados con su negocio original, en un intento de emular la maniobra de IBM con Lenovo; pero aunque hubiera candidatos, la dinámica del mercado es otra. El desahogo financiero podría usarse, casi con seguridad, para afianzar y consolidar – o continuar – el rosario de adquisiciones que permitirían reconvertir a Dell en prestatario de servicios, en un mercado colmado de competidores.


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