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  18/02/2014

18Feb

Podría ser la noticia del año o el disparate periodístico del año. O un signo de los tiempos. El San Francisco Chronicle revelaba el domingo que Adrian Perica, a quien define como top dealmaker de Apple [o sea, el responsable de identificar y negociar adquisiciones en nombre de Apple], se entrevistó en la sede de la compañía con Elon Musk, multimillonario fundador de Tesla, la empresa que más lejos ha llegado en el desarrollo de coches eléctricos. Musk ha sido a veces comparado con el difunto Steve Jobs: según los apologetas, es un visionario de la innovación, alguien que con un solo producto ha roto el paso cansino de la industria del automóvil. El parangón es forzado, porque el Tesla (el coche) no deja de ser un producto elitista, y Tesla (la empresa) empieza a descubrir que no puede ir mucho más lejos sin llegar a acuerdos con otros fabricantes.

La reunión, si efectivamente existió, habría ocurrido el año pasado, y la especulación consiguiente resulta chocante a primera vista: ¿tiene Apple intención de comprar Tesla, o de tomar una participación de control en la empresa de Musk?, ¿podrían ambas fusionar sus negocios?, ¿sería Musk un eventual candidato a tomar el mando de Apple, sustituyendo al más bien grisáceo Tim Cook? Y así de seguido se publican ocurrencias sin otro fundamento que la visita de Musk al campus de Cupertino. Ya puestos, ¿por qué iría Musk a visitar a Perica, y no al revés?

Veamos el contexto: Adnaan Ahmad, analista de un banco de inversión alemán, se permitió publicar una carta abierta a Tim Cook en la que sugería la compra de Tesla. «Apple podría representar el catalizador que la industria del automóvil necesita para acelerar su cambio, y es algo que ha hecho en el pasado con otras industrias […] podría revitalizar el papel de Estados Unidos en la competición con los fabricantes asiáticos y europeos». Ahmad reconoce que su idea será ridiculizada, pero no olvida dejar su advertencia: «no olvide usted que las tecnologías de consumo han cavado la tumba de grandes marcas históricas, como Sony o Nokia».

Desde hace tiempo se predica que Apple ha alcanzado una meseta de la que sólo podría despegar si, volviendo a inspirarse ¿espiritualmente? en Jobs, consiguiera asombrar al mundo con otro producto revolucionario. Sus resultados económicos dependen demasiado del iPhone, al que un día se le acabará la cuerda, por lo que necesita una nueva categoría que relance su crecimiento. Lo cierto es que Tim Cook lleva tiempo prometiendo algo así, pero no lo ha concretado, y el tiempo pasa. ¿Resolvería el problema uniéndose a Tesla?

Financieramente, estaría a su alcance. Tesla vale en bolsa 24.000 millones de dólares y Apple más de 480.000 millones. Una de las críticas frecuentes a Cook es el conservadurismo en el manejo de su tesorería, que anda por los 160.000 millones de dólares, sin otro uso que el rédito financiero. Los dividendos y la compra de acciones propias han satisfecho (relativamente) a los accionistas – algunos piden más – pero no han catapultado el precio de la acción, como podía esperarse.

Es un hecho que Apple nunca ha hecho una compra por más de 1.000 millones de dólares. En una entrevista reciente, Cook sorprendió al afirmar «no tendríamos ningún problema en pagar una suma de seis cifras por una compañía que encajara en los objetivos e intereses de Apple, pero no vamos a comprar sólo con la finalidad de ser más grandes». Tomemos nota.


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