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  23/01/2017

23Ene

Virginia Rometty, que desde 2012 acumula los cargos de chairwoman, CEO y presidente de IBM, ha estado en el candelero las últimas semanas. En diciembre, se desmarcó de sus pares de la industria, circunspectos ante el inminente cambio en la Casa Blanca. Antes de peregrinar como casi todos a las alturas de la Trump Tower, hizo llegar al presidente electo sus ideas sobre cómo la nueva administración debería facilitar la contratación de personal (estadounidense) por las empresas de TI, precisando que IBM estaría dispuesta a crear 50.000 puestos de trabajo en cuatro años. Buen drive para una jugadora – dicen que bastante buena – de golf. En enero, llevó la bola al bunker de Davos: contradijo al propio World Economic Forum, sosteniendo la inverosímil tesis de que la inteligencia artificial creará empleos en lugar de suprimirlos.

Estas apariciones estelares no servirían de mucho si no las respaldaran unos buenos resultados económicos de IBM. Rometty no asistió a la conferencia con analistas, dejando al CFO Martin Schroeter la tarea de presentar las cuentas del cuarto trimestre, último del año fiscal 2016. Las cifras de ingresos y beneficios han superado las mejores pronósticos de los analistas y, además, Schroeter mejoró sus previsiones anteriores para 2017. Inmediatamente después, la acción de IBM sería premiada con un ascenso que no vivía desde julio de 2015.

El despiece de las cuentas del 2016 merece un análisis de algunos pormenores. Como en cualquier compañía, los resultados ponen por delante lo que conviene desvelar y disimulan lo que no. Para empezar, tanto los ingresos como los beneficios evidencian que IBM es una empresa cada año más pequeña: los 79.900 millones de dólares facturados en 2016 equivalen a tres cuartas partes de los que obtuvo en 2012, el primer año con Rometty al mando. En igual proporción, el beneficio neto, 12.800 millones de dólares, es inferior a los 16.600 millones de entonces.

Los ingresos de IBM llevan cayendo diecinueve trimestres. No hay razón para alarmarse, advierte Schroeter, y tiene razón: el achicamiento se debe básicamente, a las desinversiones de los últimos años [la última, la venta de los servidores x86 a Lenovo], a las que habría que añadir las fluctuaciones cambiarias. Si se ajusta el perímetro, el declive de 2016 sería de sólo el 1,7%. O del 0,7% al corregir el efecto monetario. Mensaje recibido.

En realidad, como muestra el gráfico siguiente, el achicamiento de IBM no es lo único importante. Si uno quiere tener contentos a los accionistas, lo que debe hacer es pagar por su fidelidad, y para esto existe una fórmula irresistible: recomprar acciones propias y mantener en alza el dividendo. El último dato disponible indica que el número de acciones en el mercado ha caído hasta 950 millones [multiplicadas por los 170 dólares del viernes, dan una capitalización bursátil de 162.000 millones de dólares]; en cuanto al dividendo, no ha cesado de aumentar desde que Rometty es CEO (y antes, con Sam Palmisano]

En 2016, IBM dedicó 8.800 millones de dólares – el 11% de sus ingresos – a remunerar a sus accionistas: 5.300 millones en dividendos y 3.500 millones en recompra de acciones. Ya sé que algunos piensan que se trata de argucias financieras. Echemos juntos, pues, una mirada al negocio.

La estrategia seguida por el tándem Rometty-Schroeter ha consistido en dar prioridad a cinco áreas de negocio que, en inglés, se desglosan como 1) analytics, 2) cloud, 3) mobile, 4) security y 5) social. En ellas deberíais fijaros, recomendó Schroeter a los analistas invitados a la call. Dicho y hecho: analytics creció un 9% [19.500 milones], cloud un 35% [13.700 millones], mobile también 35% [4.100 millones], security menos, un 14% [2,000 millones] y social, el capítulo menor, descendió un 10% [1.000 millones]. Los ingresos generados por estas cinco áreas suman 32.800 millones, y representan el 41% del total de la compañía.

En la conferencia, Schroeter insistió mucho en que el mercado debería prestar atención a estas cinco áreas, que en el metalenguaje de IBM son los «imperativos estratégicos», y en 2020 deberían representar el 55% de los ingresos totales de IBM, que una proyección oficiosa estima en 85.600 millones. Este supuesto implica un crecimiento descendente: desde el 11% este año hasta el 8% en 2020. Al mismo tiempo, los ingresos de las áreas tradicionales «no imperativas» irían a la baja al ritmo del 5% anual.

En la práctica, las cinco áreas mencionadas – particularmente analytics y cloud – incluyen ciertos negocios tradicionales junto con otros recientes, por lo que se propone un desglose más revelador centrado en soluciones cognitivas y plataforma cloud, estrellas vigentes que deberían ser las primeras fuentes de crecimiento y dictar las prioridades de inversión en los próximos años.

Cada vez que tienen ocasión, los directivos de IBM predican las soluciones cognitivas, cuyo gran escaparate es Watson. En realidad, esta línea de negocio incluye productos de la vieja escuela, pero no hay modo de obtener un desglose más preciso. Sólo que Rometty ha prometido que Watson representará en 2024 unos 10.000 millones de dólares de facturación. Claro que, para esa fecha, la actual CEO se habrá retirado.

La analista Kathy Huberthy, de Morgan Stanley trató de presionar al CFO de IBM: ¿cuál ha sido la contribución de Watson a los ingresos de 2016?. Pero Huberthy pinchó en hueso: Schroeter le dedicó esta réplica: «Watson está firmemente, firmemente [redundó] establecido como el ´hilo de plata` que atraviesa nuestras soluciones cognitivas y su influencia se puede ver en varias de las áreas estratégicas […]» No hay que esperar próximamente una cifra asociada explícitamente a Watson, pero – según el CFO – lo relevantes es que IBM está «usando nuestro caudal de conocimientos para construir soluciones verticales y entrenar a Watson en dominios específicos. Lo que [nuestros clientes] esperan es más y mejores datos, algoritmos que automaticen la solución a sus problemas reales». Lo dicho: la acción de IBM está a 170 dólares, uno de los niveles más altos de los últimos cinco años.


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