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  23/05/2014

23May

Llámenlo guerra «en» las nubes o guerra «de» las nubes, pero los daños colaterales empiezan a ponerse de manifiesto. Rackspace, que durante un tiempo se atrevió a desafiar a Amazon Web Services, se ha visto desbordada cuando gigantes de la talla de Microsoft, Google, IBM y HP se lanzaron a la pelea con ofertas competitivas de cloud en la doble acepción de IaaS y PaaS. No es que su negocio vaya mal: en el primer trimestre sus ingresos aumentaron un 16%, pero los beneficios, los márgenes y el cash flow están bajando. Consecuencia de las periódicas bajadas de precios.

Lo que subyace es la dificultad de Rackspace para aguantar el ritmo de inversiones impuesto por sus rivales. En el primer trimestre, dedicó 101 millones de dólares a ampliar su infraestructura, una cifra que, anualizada, es muy inferior a la que destinan sus competidores al mismo fin. Rackspace ha informado a la SEC que en los últimos meses ha recibido varias invitaciones a negociar una venta o un acuerdo estratégico, por lo que ha confiado a Morgan Stanley la elaboración de un estudio para encontrar la mejor solución. De ahí nace la ola de rumores según la cual Rackspace se pondrá en venta muy pronto.

Operaciones similares ha habido varias: IBM/SofLayer, Verizon/Terremark o Century Link/Savvis. Este mercado ha alcanzado un punto en el que la barrera de entrada para competir es demasiado alta, y al parecer sólo puede saltarse mediante una adquisición que incorpore en un mismo acto tecnología, infraestructura y clientela, lo suficiente para ganar masa crítica. A ello se añade la reverberación de la batalla de precios que estalló en marzo y que podría recrudecerse en cualquier momento.

Es una historia edificante. Rackspace nació en 1996 en un lugar poco habitual, San Antonio (Texas) para prestar servicios de hosting y outsourcing pero con los años se vio envuelta en la evolución hacia la nube. Junto a la NASA, fundó OpenStack, y cuando aquella se retiró transfirió los trastos a una fundación, que a su vez reclutó socios importantes para continuar su desarrollo como plataforma open source, a la que cada uno debería contribuir como condición para apoyar sus propios productos y servicios. La flor y nata de la industria apoya a OpenStack, pero Rackspace, su inspiradora inicial, perdió influencia y en la práctica quedó atrapada entre dos fuegos: la periódica bajada de precios de los proveedores de infraestructura y las estrategias de grandes compañías tradicionales que están mudando de piel.

Suponiendo que sea cierta la disposición a la venta de Rackspace, no es fácil imaginar quién podría comprarla. Porque antes hay que conjeturar cuál sería un precio aceptable: un analista de Piper Jaffray ha calculado que un eventual comprador debería pagar una prima de 12x a 14x sobre la cotización actual. Redondeando, entre 6.000 y 7.000 millones.

A priori, la lista de candidatos sería larga, pero luego resulta que no lo es tanto. Cisco, primer sospechoso, ha aclarado por boca de John Chambers que Rackspace no encajaría en su modelo de negocio, que en relación con la nube pasa por su nueva propuesta InterCloud. Se ha especulado con un presunto interés de Microsoft como manera de reforzar Azure, pero esta hipótesis tiene una pega que no es pequeña: significaría darse un atracón de workloads en Linux.

IBM tendría que valorar, además del precio, si ha acabado la digestión de SoftLayer, mientras que HP, tras el anuncio de Helion, su inmersión profunda en OpenStack, deja flotar la duda de si ya está preparada para volver a hacer una adquisición que, además, sería de alto precio.


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