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  23/09/2014

23Sep

Instalados en la costumbre de valorar los smartphones según su nivel de coolness, pantallas espectaculares y funciones que no usamos, se nos ha pasado por alto una noticia: el 15 de setiembre, se pusieron a la venta nuevos smartphones de especificaciones limitadas y bajo precio, cuyo destino son los mercados emergentes. Su concepción y diseño responden al concepto Android One, presentado en junio por Google, en su conferencia I/O. Sus marcas no aparecen en el ranking de líderes globales: se llaman Micromax, Spice y Karbonn; ¿su precio? una media de 6.400 rupias (82 euros).

Esta primera generación de Android One se ha lanzado al mercado indio, el tercero en volumen después de Estados Unidos y China (con altas posibilidades de ocupar el segundo puesto). Al presentar Android One, dijo Sundar Pichai [nacido en Chennai, pero el detalle es secundario], VP de Google, dijo que se trataba de un «diseño genérico, para los próximos mil millones de usuarios de smartphones«. Según IDC, este año se habrán vendido 1.200 millones de unidades en todo el mundo, que hacia 2018 se elevarán a unos 4.000 millones. Para que esto ocurra, no bastaría con que las clases medias de occidente cambien de móvil cada año [hay ahora mismo un parque global de 1.700 millones]: sería necesario seducir a los millones de habitantes del planeta que aún no tienen móvil o que todavía usan un feature phone. Buena parte de esos millones están en India. En oleadas sucesivas, los tres fabricantes indios – y los chinos que cogerán el tren – llevarán la buena nueva a Bangladesh, Nepal, Sri Lanka, Pakistán, Filipinas, Indonesia… and beyond.

No parece que estos smartphones sean una birria. Llevan dos cámaras, una batería decente, 1 giga de RAM, un procesador de cuatro núcleos (un punto que MediaTek ha ganado a Qualcomm]. Algunos operadores locales podrían contribuir al éxito completando la oferta con planes gratuitos de datos.

Es bastante obvio por qué Google lanza ahora Android One. Vive de la maximización del número de usuarios del servicio que es la casi única fuente de su riqueza. Aunque no se habla mucho de ello, en los últimos trimestres se ha desacelerado el ritmo de crecimiento de ingresos, por dos razones: el menor coste por clic y un (relativo) frenazo en el número de búsquedas en Internet. La fórmula de crecimiento no dependerá de caprichos tecnológicos sino de la extensión demográfica (esto es, geográfica) del número de usuarios.

Cuando Pichai dijo «diseño genérico», quiso decir que los fabricantes deberán ajustarse a las especificaciones del Android tal como las entiende Google, sin modificaciones de interface ni software que los diferencia del resto. Esto permite que las actualizaciones de sistema operativo queden bajo control exclusivo de Google, y no de la conveniencia de los fabricantes. Esta parece ser la razón por la que Samsung, Huawei, Lenovo y LG [cuatro soportes de Android] no se han sumado a la iniciativa. No contar con su apoyo es un riesgo que Google asume, pero quizá alguno de ellos aún no ha dicho la última palabra.

India tiene una de las llaves del mercado global en los próximos años. Que se lo digan a Samsung, líder mundial de los smartphones, también en el mercado indio con sus modelos Galaxy Star y Galaxy S, de gama media/baja. Su cuota ha caído del 35% al 29% en el segundo trimestre, mientras la de Micromax subía del 15% al 19%. Ya se ha visto en China: el vertiginoso ascenso del fabricante Xiaomi está afectando no sólo las ventas de Apple sino también las de Samsung. ¿Estamos más cerca de un asalto de las marcas locales al mercado global?


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