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  28/04/2014

28Abr

Los resultados de Apple al cierre del primer trimestre (segundo de su año fiscal) ofrecen al menos tres perspectivas. Una de ellas constata que el iPhone sigue aumentando su peso en el total de ingresos de la compañía, a los que aporta el 57,1%. No merecería mayor comentario si no fuera porque, paralelamente, desciende la contribución del iPad (16,7%), dos cifras que dibujan una dependencia excesiva de su producto estrella. Hace ahora un año, todos los análisis subrayaban que el iPhone empezaba a tocar techo, y que el potencial de crecimiento residía en el iPad. Se han invertido los términos: gracias en gran medida al mercado chino el iPhone ha crecido un 17% en unidades y un 14% en ingresos, mientras el que toca techo es el iPad,-16% y -13%, respectivamente: un año antes se vendieron 19,5 millones de tabletas, este año 16,4 millones.

China ha resultado ser lo que se esperaba, un catalizador: ha estado a punto de alcanzar los 10.000 millones de dólares (una quinta parte de los ingresos totales) y desde ya se puede prever que superará a Europa (10.230 millones) cuando se publiquen las cifras del segundo trimestre. Sin restar importancia al espectacular incremento en Japón (26% en un año), China es la gran apuesta de Tim Cook: ha prometido triplicar el número de tiendas de la marca en ese país, y los acuerdos con los operadores le aseguran 40.000 puntos de venta. Cook ha dicho que el 60% de los compradores primerizos de un iPhone durante el trimestre eran antes usuarios de Android [lo que, de ser cierto, contradice lo que se venía publicando hasta ahora]. La supuesta desaceleración del mercado de smartphones podría no ser tal: según Cook, las ventas del iPhone en China han sido ocho puntos más altas que la media estimada por IDC para ese mercado.

Estas circunstancias han calmado (temporalmente) las aprensiones de quienes sostienen que Apple no debería postergar durante mucho tiempo la presentación de algún nuevo producto. Al respecto, Tim Cook ha dado a entender que tiene algo grande en preparación, pero sin dejar resquicio a más conjeturas.

¿Hay algún peligro en el hecho de que dos productos suman el 73,7% de los ingresos? No es lo que traslucen los resultados. Desde una perspectiva financiera, el trimestre ha sido magnífico: sobre 45.646 millones de dólares ingresados, el 22,4% ha ido a engrosar el beneficio neto, una proporción que sólo se ha visto cinco veces en toda la historia de la compañía. El margen bruto ha vuelto a subir, algo que no se veía desde mediados del 2012. A este paso, el año fiscal se cerrará, probablemente, con ingresos por 180.000 millones de dólares o más.

Con lo dicho hubiera bastado para hacer subir la cotización de Apple en bolsa, pero Cook se guardaba otra carta: un split por el que cada acción actual se canjeará en junio por siete. Es una maniobra que, en teoría, no debería tener impacto matemático sobre el valor de la compañía, pero sí tendría un efecto «psicológico», al ampliar el número potencial de accionistas: por un lado, los pequeños inversores suelen eludir los titulos de alta cotización, y por otra – interpretando el split como una manifestación de confianza en la rentabilidad futura – la demanda aumentaría, porque los accionistas actuales previsiblemente aprovecharán para incrementar sus activos comprando nuevos de acciones.

De modo que la treta de ingeniería bursátil no será inocua. Si a ella se une la decisión de ampliar de 60.000 a 90.000 millones de dólares el programa de recompra de acciones antes de finales de 2015, es fácil deducir que la cotización de Apple ha iniciado un ciclo alcista que se vería reforzado si los resultados del trimestre actual confirmaran la tendencia precedente.


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