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  30/07/2012

30Jul

Interesante reportaje en Babelia acerca de un tema recurrente: la llamada muerte de la novela. Según el profesor José-Carlos Mainer, “los escritores tienen cierta tendencia apocalíptica [por lo que] cíclicamente se nos dice que la novela ha llegado a su fin”. Y, añade, como la cosa ha funcionado durante siglos, no hay motivos para dudar de que seguirá funcionando. En una pirueta mental para caer de pie en la tecnología, la frase me ha recordado otras predicciones funestas, como “la muerte del PC”, “la muerte del software”, etc. Son falacias, pero dan mucho juego en los titulares. Yo podría titular mi post de hoy como “la muerte de Facebook”, pero no caeré en esa otra falacia.

En el mismo reportaje, afirma José María Guelbenzu que lo que muere no es la novela sino el lector complejo, “que es el que puede leer novelas complejas”. Dice más: “por ahí, por este mundo que vive de flashes y frases cortas e ingeniosas tipo Twitter, es posible que se produzca un desajuste y la exigencia sea de cosas breves, rapiditas, digestivas y ocurrentes [pero] todo se volverá a ajustar, porque la gente dispuesta a reflexionar no se echa para atrás”.

No podría estar más de acuerdo con Guelbenzu. Por cierto, si alguien encuentra un tuit que merezca ser releído dentro de un año, haga el favor de avisar.


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