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  6/02/2015

6Feb

Cuando se teme lo peor, una mala noticia puede servir de alivio. Así ha reaccionado la bolsa, con un aumento del 12% en la cotización de Sony, tras conocer los resultados trimestrales que rebajan las previsiones de pérdidas netas del año fiscal que cerrará en marzo. La nueva estimación es de 170.000 millones de yenes (1.162 millones de euros) en rojo, mejorando la proyección hecha en octubre, de 230.000 millones (1.710 millones). Será el séptimo cierre en rojo consecutivo, pero se espera que los ingresos aumenten un 6%.

Era difícil imaginar que el incidente del robo masivo de datos de la filial Sony Pictures dejaría a salvo la reputación de la compañía, pero así ha sido a la postre: las pérdidas producidas por el episodio no pasan de 15 millones de dólares gastados en remediar las consecuencias del ataque; la película The Interview está ganando dinero, y los inversores han respaldado a Kazuo Hirai, CEO de Sony desde 2012.

El lado oscuro es el anuncio de que, al final del ejercicio, prescindirá de 2.100 empleados de Sony Mobile. Desde 2008, la plantilla de la corporación japonesa ha bajado de 180.500 a 140.900, y puede caer más en 2015. Sony es un ejemplo perfecto de los altos costes de reestructurar una compañía solo con el expediente de reducir empleo: en los últimos diez años, ha dedicado el equivalente a 5.600 millones de dólares a recortar plantillas, según han calculado los analistas de Capital IQ. Normalmente, ha sacrificado empleos industriales, pero la ola actual está barriendo la estructura comercial.

Sony se achica, y no sólo en personal. Tras liquidar su actividad de PC, y segregar la de televisión en una nueva empresa subsidiaria, Hirai sigue tirando divisiones por la borda: la última, Sony Online Entertainment, que desde los años 90 ha desarrollado videojuego, y de la que se hará cargo un fondo de inversión, por una suma no revelada. El movimiento es interesante, porque revierte una estrategia de décadas, en la que se invertía en negocios de contenidos – música, cine y juegos – para apoyar las ventas de hardware. Tarde ha decidido Sony que contar con un estudio propio de diseño de videojuegos no desempeña ningún papel en las ventas – por otro lado exitosas – de la PlayStation 4, ni ayuda necesariamente a reaccionar ante los cambios de humor del mercado. El nuevo propietario se propone desarrollar contenidos ´no exclusivos`, lo que significa que lo hará también para la consola Xbox One, de Microsoft, algo impensable para Sony.

Extrañamente, Sony Pictures ha salido fortalecida del escándalo. Entre otras cosas porque el inversor ´activista` que reclamaba insistentemente su segregación, ha dejado de reclamar por un tiempo. Esta división representa el 11% de los ingresos totales, y es rentable, virtud que no tienen las ramas de electrónica de consumo. La división Sony Mobile sería la próxima candidata a la desinversión, si sus resultados no cambian; no deja de ser curioso que el éxito de Apple ha acabado por beneficiar a Sony, ya que el iPhone usa sus sensores de imagen; tan es así que Hirai anunció la ampliación de su fábrica de sensores en Japón, aprovechando que la depreciación del yen es un factor favorable.


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