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  27/04/2010

La TV 3D tiene peligro

La advertencia no procede de una organización de consumidores ni de un científico escrupuloso, sino de la marca que más entusiasmo ha puesto en promover la televisión en 3D como tecnología capaz de ofrecer “una nueva experiencia de usuario”. En el sitio web de la filial australiana de Samsung se publica un documento en el que reconoce la existencia de riesgos potenciales asociados al uso inapropiado de la tecnología. Encomiable sinceridad del fabricante coreano ante sus clientes; accesoriamente, al ponerse la venda antes de la herida, se cubre de eventuales reclamaciones. Que se sepa, la advertencia no se ha publicado en otros mercados, pero sin duda se extenderá en las próximas semanas.

Con mayor o menor intensidad, todos los fabricantes de electrónica de consumo se han subido al tren de la TV 3D, que consideran como un estímulo de la demanda, a la vez que un factor que contribuye a elevar el precio medio de los televisores. No es del todo una novedad [la foto documenta una demo de Philips en Berlín, 1983] pero es obvio que con los años la tecnología ha madurado y el mercado está predispuesto. El pastel es seductor: la consultora Insight Media estima que este año se venderán unos 3,4 millones de televisores 3D, elevando la cifra a 49,6 millones en 2015. Los colegas de iSuppli son aun más optimistas en su proyección: 78 millones para la misma fecha, equivalentes a un valor de mercado de 64.000 millones de dólares. En ese lapso, el precio medio – actualmente, 1768 dólares, según esta fuente – se reduciría a 825 dólares; razón de más para reforzar las acciones de marketing: cuanto antes se venda, mayor será el margen.

No parece probable que la discreta advertencia de Samsung vaya a corregir la corriente ascendente del mercado. Sin embargo, el documento Photosensitive Seizure Warning and Other Health Risks comienza por un aviso dramático: “Si usted o su familia tienen antecedentes de epilepsia o infartos, consulte a un médico especialista antes de activar la función 3D”. Sigue una enumeración de trastornos potenciales, entre ellos alteración de la visión, mareos, vértigo, movimientos espasmódicos, convulsiones, calambres y desorientación, que podrían ser más probables en niños y adolescentes. Recomienda, en todo caso, no beber alcohol ni ver la televisión en situaciones de estrés.

Los especialistas en percepción humana han expresado dudas en el pasado, pero los estudios realmente han empezado al proliferar con la llegada al mercado de la tecnología. Martin Banks, profesor de optometría de Berkeley, se ha concentrado en estudiar el “conflicto convergencia-acomodación”: los individuos tienen que ajustar lo que ven en un punto de la pantalla con la información que les aporta el contenido para situar, aparentemente, un objeto fuera de la pantalla.

El ojo humano no necesita hacer ese ajuste en las tres dimensiones del mundo real, pero sí en las que son simuladas virtualmente a través de un algoritmo. Nuestro cerebro no está equipado para hacer esa conexión neurológica, confirma el profesor Simon Watt, de la Bangor University, en Gales, especialista en percepción visual y espacial. Películas como Avatar han hecho mucho por minimizar ese efecto en los espectadores de cine, según Banks, pero a) es una experiencia ocasional limitada en el tiempo, y b) el conflicto no está resuelto en la corta distancia. Algunos televisores recientes han sido equipados con software específico para automatizar la conversión de imágenes en 2D a 3D, una técnica que crea sensación de profundidad en el fondo de la pantalla, en lugar de la superficie; en principio, esta fórmula atenuaría el conflicto entre convergencia y acomodación, pero Banks dice no haberla analizado.

La industria no es ajena a estas preocupaciones, como demuestra la nómina de fabricantes que participan del 3D@Home Consortium. Los trabajos de laboratorio serán seguidos por pruebas de campo, pero el consorcio ya se ha adelantado a emitir una decena de recomendaciones, avaladas por el ubicuo James Cameron. Por su parte, Panasonic, cuyos vínculos con los estudios de Hollywood son conocidos, financia junto con varios de estos una investigación del Entertainment Technology Center. Muchos de los problemas dependen de los contenidos, más que de las pantallas, y existe el temor a que la prisa por lanzarlos al mercado pudiera provocar una alarma que, hoy por hoy, podría ser prematura.


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