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  4/08/2010

Dell, con las manos en la masa

El célebre caso AMD vs Intel, que ambas empresas zanjaron el año pasado tras un prolongado litigio, no estaba tan cerrado como parecía. Sólo ahora se pone fin a uno de los flecos pendientes, gracias a un acuerdo – propuesto por la compañía tejana a la SEC de Estados Unidos – en virtud del cual acepta pagar una multa de 100 millones de dólares por haber recibido pagos irregulares de Intel entre 2001 y 2006. Cinco directivos, entre ellos Michael Dell, desembolsarán multas millonarias por unos hechos que siguen negando pese a las evidencias. Ya que las víctimas del fraude fueron los accionistas, queda en el aire la pregunta de si tales prácticas son algo corriente o excepcional.

Michael Dell

Michael Dell

Obviamente, Dell ha sido y es un conspicuo cliente de Intel. La investigación de la SEC ha demostrado que tanto la matriz como su rama europea, recibieron pagos – disimulados como bonificaciones – a cambio de abstenerse de comprar productos de AMD (los microprocesadores Athlon y Opteron). Esto es motivo de un expediente separado contra Intel, que instruye la comisión federal de comercio (FTC) y cuyo dictamen se conocerá pronto; lo que la SEC reprocha a Dell es que destinara esos fondos a una “caja B” con la que manipulaba sus resultados trimestrales y, en esta medida, alterar la cotización de sus acciones. Un fraude que la empresa ya procedió a corregir retroactivamente en su contabilidad.

Y no era calderilla. Según la documentación publicada por la comisión de valores, entre el último trimestre de su ejercicio 2003 y el primero de 2007, los pagos de Intel a Dell sumaron 4.300 millones de dólares y, en uno de esos períodos, llegaron a representar el 76% de los beneficios operativos. La comisión denomina “caja de galletas” a esa peculiar reserva financiera, una insinuación implícita de que otras compañías usan procedimientos semejantes para cuadrar las cuentas y cumplir con sus propias previsiones y las de los analistas. El caso Dell saltó al primer plano como un reflejo de las denuncias de AMD contra Intel y el hecho de que consiguió el milagro de hilvanar 20 trimestres consecutivos con beneficios crecientes, explicados por el control de costes, sin que sus ingresos siguieran una trayectoria semejante.

Hay dos momentos clave en el relato de la SEC. Uno, septiembre de 2003: Dell dijo estar considerando la compra de una participación en AMD y usar los procesadores de esta en un 25% de sus productos. A finales de ese mes, Intel accedió a pagar durante cuatro trimestres una suma suficiente para cumplir con las estimaciones de los analistas de Wall Street. El otro se produjo a comienzos de 2006: Dell quería poner fin a una exclusividad sospechosa, y estuvo a punto de anunciar que volvería a usar chips de AMD, pero Paul Otellini, presidente ejecutivo de Intel, “convenció” a Michael Dell para dar marcha atrás.

Pese a todo, la comisión se muestra comprensiva. En esos años, los fabricantes de ordenadores – razona – tenían sus motivos para temer que “si rechazaban las proposiciones de Intel, se quedarían sin alternativas, debido a la escasa capacidad de producción de AMD”. Y aun en el caso de que decidieran repartir sus compras entre los dos proveedores, el precio a pagar a AMD sería artificialmente superior al que pagaban por los procesadores de Intel. Para contrarrestar esta situación – es la SEC quien lo revela – en una ocasión AMD ofreció “a un fabricante” entregarle un millón de chips gratis, pero se encontró con que sólo le aceptó 160.000 [se sobreeentiende que para no irritar al proveedor dominante].

La Comisión Europea ya sancionó a Intel con 1.060 millones de euros – el recurso está pendiente – por prácticas anticompetitivas, y a la misma conclusión llegaron los reguladores de Japón y Corea. En el plano bilateral, Intel y AMD han enterrado el hacha de guerra desde que la primera aceptó indemnizar [el verbo fue cuidadosamente omitido] a su rival con 1.250 millones de dólares. A esta secuencia debería seguir próximamente un acuerdo con la FTC, aunque al parecer esta se niega a añadir la coletilla ritual en plan “pago porque quiero, pero no he hecho nada malo”.


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