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  17/01/2011

Enrique Rueda-Sabater

Analista Económico Internacional de Cisco

Extracto del estudio La evolución de Internet: Cuatro escenarios para el 2025, cuyo autor es Enrique Rueda-Sabater, patrocinado por Cisco y publicado por Fundación Telefónica: “Estamos en el año 2025.Imaginemos que internet ha resultado ser una plataforma de la nueva ola de prosperidad mundial […] O tal vez no. Quizá internet se ha convertido en víctima de su propio éxito, con el estallido de productos y servicios que han resultado tanto una fuente de frustración como de satisfacción porque las redes están sobresaturadas y no son fiables. O tal vez no da más de sí, tan plagado de ataques y piratería informática que ha surgido una nueva brecha digital […]”.

Enrique Rueda-Sabater

Enrique Rueda-Sabater

No es corriente que las empresas se interroguen críticamente (y mucho menos irónicamente) sobre el largo plazo: son propensas a creer en el crecimiento lineal y perenne. Pero la crisis actual, desde sus síntomas precursores, ha estimulado el cuestionamiento de las ideas adquiridas, y esta ha sido la razón por la que Cisco ha encomendado a Enrique Rueda-Sabater, ex economista del Banco Mundial, la elaboración de un estudio basado en el método de análisis de escenarios, “un juego de historias divergentes sobre el futuro, para explorar y prepararnos a distintas variables”, como él dice.

Punto de partida de la conversación: la ubicuidad de internet nos ha hecho olvidar que existe sólo desde 1994 y que, pese a su crecimiento explosivo, más de dos tercios de la población mundial nunca han navegado por internet. ¿Podemos asegurar que dentro de otros quince años, cuando se incorpore una gran parte de esos 5.000 millones de seres humanos, la tecnología y sus usos seguirán las pautas que conocemos? El estudio construye su análisis sobre cuatro escenarios que el autor ha bautizado (en la versión española) como Palpitante, Inseguro, Decepcionante y Desbordado. En ellos subyacen “tres ejes de incertidumbre”, a saber: expansión de la red, progreso tecnológico y comportamiento de los usuarios.

En la presentación del estudio en Madrid, una rápida encuesta entre el público dio como resultado que la mayoría cree que el escenario más probable es `desbordado´. ¿Usted qué piensa?

Esa es la pregunta que, como autor, estoy obligado a no responder. Lo que intentamos con este método es liberarnos un poco del ancla de la experiencia presente, pero todo el mundo parte de ellas, como es natural.

Habíamos convenido centrar la conversación en los tres ejes de incertidumbre. ¿De qué depende que la red desacelere su expansión o siga creciendo?

Hay un cruce de decisiones regulatorias y políticas sectoriales que condicionan la inversión. ¿Cómo reaccionarán las empresas, que son las que han de invertir? ¿Cómo reaccionará el usuario cuando se enfrente a tarifas graduadas según el uso? A la gente que hace un uso limitado de internet, la mayoría, le saldría más barato, y quienes hagan un uso intensivo tendrán que aceptar el hecho de que para satisfacer su demanda, el propietario de la red tiene que invertir. Con la masa crítica que han alcanzado las redes, se empieza a fundir lo social con lo económico.

¿Es una cuestión de incentivos?

Donde hay bajas tasas de población, se suele justificar el hueco en el desarrollo de Internet por causas sociales, pero cuando se ha invertido para llenar el hueco, resulta que a la gente que vivía desconectada le has creado nuevas oportunidades económicas, y esto es una justificación para la inversión pública, para la creación de externalidades.

Se supone que para eso está la regulación. ¿Es adecuada en su forma actual?

Varía mucho de un país a otro, pero hay que tener presente que todas las regulaciones existentes son hijas de la telefonía, a la que poco a poco se ha ido añadiendo otra cosa, que llamamos Internet. Habría que empezar a pensar en otra regulación para Internet, que hoy es más importante que la telefonía. Y la tecnología inalámbrica trae más cambios profundos. Habría que asegurarse de que la regulación no se quede anticuada, que no ponga obstáculos a lo que tecnológicamente se puede hacer.

¿Por ejemplo?

Hay muchos países en los que la voz sobre Internet está prohibida. Es algo que tiene muchas ventajas económicas y sociales pero se bloquea. Quiero decir que las reglas de juego pensadas para el teléfono no son útiles cuando estamos hablando de la convergencia de servicios sobre Internet.

El estudio sugiere que el hueso duro no son las tarifas, sino el espectro radioeléctrico […]

Hay que echarle imaginación al problema del espectro. Con la explosión del tráfico de datos móviles, hemos descubierto que está mal utilizado y habrá que recuperarlo de tecnologías anteriores – la televisión analógica, por ejemplo – para ponerlo a disposición de nuevos servicios sobre internet. Esto podría crear más competencia y pluralidad de servicios, algo que la liberalización por sí sola ha conseguido a medias.

Y están el control, los límites a la libertad, la intimidad, todos asuntos de actualidad, no del 2025.

Todo el mundo estaría dispuesto a aceptar que hay determinadas cosas, como la pornografía infantil, que hay que controlar. En el otro extremo, están los intentos de ciertos países para poner filtros al acceso a determinados contenidos. Para mí, una de las cosas más interesantes ha sido entender cómo se entrecruza esta dinámica con la reacción de los usuarios. Lleva a una tensión nueva, que no se había dado antes con otros tipos de censura, y pone a prueba el potencial democrático que tiene internet. Nuestro estudio tiene un enfoque global, pero en algunos países este es un asunto candente.

También es candente la pérdida de intimidad en las redes sociales ¿Por qué hay tanta tolerancia al respecto?

Entiendo que la pregunta se refiere a si la tolerancia que observamos en la gente joven le va a durar toda la vida. Vuelvo a lo mío, que son los escenarios globales: no sabemos cómo van a evolucionar las distintas culturas. Cuando entren los siguientes 2.000 millones, con una dimensión cultural distinta a la de los primeros 2.000 millones, los modelos de negocio actualmente en boga tendrán que adaptarse, o habrá otros.

Abundan las expresiones de proteccionismo […]

La mejor forma de beneficiarse de la tecnología es estar abierto a ella, venga de donde venga, y usarla sin importar de dónde viene. En el momento en que empiezas a poner cortapisas, que pueden tener su razón de ser, estás desacelerando los beneficios que se pueden extraer de ella. Estás creando, digamos, una situación subóptima para la productividad, para la inclusión, etc. Y si esta actitud empieza a ser endémica, porque en todas partes se ponen cortapisas, lo que haces es reducir la velocidad del progreso tecnológico, es un riesgo del proteccionismo.

¿Son compatibles recesión económica y progreso tecnológico?

Me interesa mucho este asunto de la asimetría. Si no se invierte en I+D, le garantizo que no habrá progreso […] pero invertir en I+D tampoco garantiza que se van a conseguir logros tecnológicos. Nos hemos habituado a ver cómo aumenta el rendimiento y bajan los precios. De seguir así, puede cambiar la geografía de Internet: muchos millones de personas podrán conectarse porque los precios habrán bajado; lo hemos visto en otros tipos de comunicación. Pero no tenemos certeza de que vaya a pasar lo mismo en internet.

¿Y si la crisis se prolongara durante años?

Tendríamos un riesgo de parón en ciertas tecnologías, pero de verdad no veo una relación causa-efecto. Por otro lado, es posible seguir invirtiendo y llegar a un punto muerto, sin esta progresión constante a la que nos hemos acostumbrado: si no hay demanda, no hay incentivo.

¿Un freno al consumismo, quiere decir?

Si extrapolamos el pasado reciente, todo el mundo querrá cambiar con más frecuencia los aparatos, y en cuanto salga otro nuevo habrá una masa de compradores. Metodológicamente, me cuesta aceptar que el apetito por la novedad sea constante, pero es cierto que algunas tecnologías ofrecen ventajas más allá del beneficio lúdico, por ejemplo las pantallas planas. La industria dice estar convencida de que la fascinación por las pantallas continuará. Pero los que trabajamos con escenarios tenemos que cuestionarnos esas convicciones. ¿Qué pasaría si, por las razones que fuera, la gente se conformara con el televisor de hace varios años? Tendríamos una nueva dinámica industrial, en un escenario que hemos llamado `frugal´. Este es el tipo de reflexión que nos interesa provocar.


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