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  23/06/2017

Industria 4.0 al ralentí en España

Sostiene PwC en su estudio Industry 4.0: Building the digital enterprise que la materialización del concepto Industria 4.0 traerá un cambio trascendental pero no gratuito, que exigirá inversiones cuantiosas y trastocará la gestión, la organización y el tratamiento del talento dentro de las empresas. Los autores tienen la cortesía intelectual de dar «su» definición acerca de la también llamada cuarta revolución industrial: «[será] impulsada por la digitalización e integración de las cadenas horizontal y vertical de valor, de la oferta de productos y servicios, así como del modelo de negocio y relación con los clientes». Difieren de las definiciones centradas en la pura automatización.

Mientras Industria 3.0 – que nunca se llamó así – ponía el acento en automatizar máquinas y procesos, la release 4.0 del fenómeno se dirige a la digitalización «de extremo a extremo» y a la integración en ecosistemas digitales de todas las partes que intervienen en la cadena de valor. De hecho, asegura el documento, cuando se implanta correctamente el concepto, la infraestructura de T.I y el entorno de fabricación ya no son iguales: cada máquina, dispositivo, trabajador o instalación, se conecta a lo largo de la cadena de los procesos de fabricación, con independencia de si se encuentran en la misma zona horaria o en el mismo país.

El informe parte entonces de enumerar, sin entrar en detalles, cuáles son esas tecnologías digitales cuya integración contribuirá al advenimiento de la Industria 4.0.

Si las promesas se cumplen, el beneficio para las empresas y los países se da por descontado. Vale, preguntará el lector, ¿en qué situación se encuentra España frente a este inevitable destino? La conclusión no es halagüeña: la industria española va claramente por detrás de la del resto del mundo [del industrializado, se entiende] en cuanto a su digitalización. A escala global, se dice, las empresas industriales han pasado de la palabra a la acción; España no merece la misma opinión del equipo de consultores de PwC dirigido por Reinhard Geissbauer.

En el próximo lustro, la velocidad ibérica en el proceso de digitalización será más lenta. Sólo el 8% de las compañías del país considera estar en un nivel avanzado, 25 puntos por debajo de la media global, que se sitía en el 33%. Más relevante todavía es que el ritmo de progreso será menor en España: se espera que en el 2020 – ojo: faltan sólo tres años – en todo el mundo, la proporción de empresas industriales con un grado avanzado de digitalización serán el 72%, cifra que en la piel de toro se quedará en el 19%.

Se parte de la premisa de que la digitalización presenta ventajas para las empresas industriales. ¿Cuáles serían esas ventajas económicas? Según PwC, muchas y todas tangibles. Sin lugar a dudas, producirá un aumento añadido de los ingresos. De los resultados del informe se desprende que, globalmente, las ´compañías industriales digitalmente avanzadas` – nótese el encadenamiento de atributos – obtendrán un incremento adicional del 2,9% de media anual en su facturación antes del 2020. En conjunto, unos 493.000 millones añadidos. Sin embargo, en España, como consecuencia de la lentitud del proceso de digitalización, este empujón a los ingresos será «sustancialmente menor», situándose en el 1% de media anual.

La aplicación de las tecnologías digitales en los procesos de fabricación tendrá efectos directos sobre los costes y la eficiencia. El estudio estima que, para el conjunto de empresas, la reducción de los costes operativos se situará en el 3,6% de media – unos 491.000 millones de dólares – y los niveles de eficiencia aumentarán el 4,1%. En ambos capítulos, España se queda nuevamente en desventaja: la rebaja de costes oscilará en el 2% y el incremento de la productividad en 2,2%. Casi la mitad de la media de los 9 sectores en 26 países analizados por PwC, 12 de ellos europeos.

¿Cómo se lograrían estos avances globales? Está claro: invirtiendo; no hay otro modo, ni nunca lo hubo. PwC espera que las inversiones necesarias para ponerse al día se sitúen en el 5% de los ingresos anuales (907.000 millones de dólares) para integrar las tecnologías digitales en las cadenas de suministro de forma vertical/interna como horizontal/en la relación con terceros. El 55% de los 2.000 participantes de la encuesta espera amortizar la inversión en un periodo no superior a dos años (sic). Otra recompensa sería la posición de mercado que pueden esperar en el futuro ya que Industria 4.0 redefinirá el panorama competitivo.

Ahora bien, ¿cuáles son los principales obstáculos – siempre según el equipo de Geissbauer- que están ralentizando la digitalización de las empresas industriales españolas? El documento de PwC las enumera en orden descendente: falta de una cultura digital y de formación adecuada (76%), ausencia de una visión clara en las operaciones digitales y de liderazgo de la alta dirección (64%), conocimiento confuso de los beneficios económicos que puede deparar la inversión en tecnologías digitales (56%).

En este punto, Charles Kirby, socio de PwC especializado en industria, aporta su consejo a la industria española: «la primera razón que debería impulsar a las empresas industriales del país a acometer procesos de digitalización tiene que ver con la mejora de la eficiencia y el aumento de la productividad, integrando y mejorando la gestión de las cadenas de valor colaborativo entre empresas. Pero, además la digitalización y la interconexión de productos y servicios (Internet de las Cosas / Servicios IoT) pueden ayudar a las empresas a alcanzar incrementos sensibles de sus ventas».

Como se puede apreciar, las expectativas son elevadas, pero que nadie .espere alcanzar estas metas sólo asistiendo a congresos y seminarios en los que Industria 4.0 se ha convertido en un reclamo. Los primeros motores de la digitalización se están poniendo en marcha, pero la mayoría de las empresas industriales están en un bajo nivel o aún no han comenzado a moverse en la buena dirección.

El diagnóstico puede resumirse en que la versión 4.0 de la revolución industrial ayudará a las empresas a optimizar sus cadenas de valor, reducir costes y ganar transparencia. Los clientes, por su parte, recibirán productos diseñados ad hoc para satisfacer sus necesidades. Habrá más y mejores negocios mutuos para todos. Y así debería ser hasta que llegue la hora de predicar Industria 5.0 para que la rueda de la fortuna vuelva a girar. Es de esperar que la edición 2017 del informe ofrezca una mejor perspectiva.

[informe de Lola Sánchez]


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