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  22/02/2010

No hay crisis para los móviles

Quede claro que los protagonistas del congreso de la semana pasada no han sido los móviles. Tampoco destacaron por su dimensión pública los altos directivos de operadoras y fabricantes que acudieron puntuales a Barcelona. El estrellato fue asumido por Google, aunque ausente como expositor pero representada por Eric Schmidt . El año pasado, con tiempo soleado, el ambiente fue depresivo; en 2010, bajo la lluvia, reapareció el optimismo de un sector menos castigado que otros por la recesión. El mercado mundial de servicios móviles cerró el 2009 con ingresos de 550.000 millones de euros: el 55% del total de los servicios de telecomunicaciones.

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En 2010, los servicios móviles seguirán creciendo, estiman los analistas, y producirán el doble de beneficios que la telefonía fija. Esta tendencia se sostiene en un incremento del 14% en el número de usuarios, que implica 46 millones de nuevas conexiones móviles por mes. Bajo estas cifras subyacen fenómenos económicos que escapan a la mirada de quienes limitaron su visita a la feria buscando el móvil más chulo.

El primero de tales fenómenos es la saturación aparente de los mercados centrales. Sin ir más lejos, Europa se aproxima a los 1.000 millones de conexiones (unos 520 millones en su parte occidental), con una ratio de penetración del 129%, síntoma de madurez que origina cambios cualitativos. Los operadores sienten la premura de replantear sus modelos de negocio concebidos para atender la demanda de tráfico de voz, y dar paso a otras fórmulas que respondan al ascenso de la banda ancha móvil. En segundo lugar, ganan importancia los mercados emergentes, de tal manera que un operador ausente de ellos “se perderá las mejores oportunidades de los próximos años – opina Joss Gillet, analista de Wireless Intelligence – y quedará en situación de debilidad, tal vez forzado a entrar en algún proceso de consolidación”.

El despegue real de internet móvil se ha producido en 2009, a despecho de la crisis generalizada del consumo. Aunque su penetración no llega todavía al 10% de las suscripciones totales, ya son más de 400 millones de usuarios, una cuarta parte en Europa. A finales del 2013, serán 985 millones, pero lo que hoy preocupa es que los usuarios convencidos tiran de la capacidad de las redes y reclaman un aumento del ancho de banda, mientras los no convencidos esperan que bajen las tarifas.

Peter King, consultor de Strategy Analytics, subraya otra tendencia en ciernes: la movilidad importa más que la telefonía, y emerge un nuevo mundo de dispositivos conectados, que hoy se expresa en los netbooks pero se extenderá a casi toda la electrónica de consumo, y se multiplicará hacia las comunicaciones M2M (machine-to-machine). De los 18 millones de dispositivos móviles (no de teléfonos) conectados del 2009, se pasará a 166 millones en 2013, dice este analista británico. Por consiguiente, los operadores han de prepararse para hacer frente a una explosión de tráfico que desafiará la estabilidad y calidad de sus redes.

Este fue un foco de atención en la trastienda. Los operadores necesitan escapar a la trampa de quedarse como transportistas de servicios y contenidos ajenos; por eso alzan la voz advirtiendo sobre una crisis potencial: ¿quién va a pagar, y cómo se financiará, el despliegue de las redes, si se quiere evitar que un deseable crecimiento se transforme en colapso? Ocurre que los consumidores – los internautas, en su bulimia de contenidos – se han habituado a ver como algo natural las tarifas planas, y aspiran a recibir más por menos; por otro, los reguladores avisan contra una alteración de la competencia. En cuanto a los inversores, observan con inquietud este cóctel.

Mark Newman, analista de Informa Media & Telecom, explica por qué 2009 no ha sido malo para esta industria: los consumidores y las empresas han tomado medidas para reducir sus gastos, pero en la práctica han recortado poco el capítulo de las comunicaciones móviles. El 2010, será de suave recuperación (en torno al 4%, globalmente, prácticamente cero en Europa), y los operadores serán cautos con sus costes, tanto operativos como de inversión, para no perder la confianza de los accionistas. Hay razones para pensar que le modernización de las redes mejorará las cuentas de los proveedores de infraestructuras, pero también para temer una cruenta guerra de precios. Otro frente será la ´monetización´ de la banda ancha móvil, la pugna por redefinir las relaciones entre los dueños de las redes y los prestatarios de servicios de internet. Thomas Husson, de Forrester Research, es de los que creen que los primeros no llevan buenas cartas en esta partida.

[publicado en La Vanguardia, 21/02/2010]


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