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  4/11/2010

Ojos que no ven, corazón que no siente

Es tan fácil hacer una foto con un móvil y enviarla por Internet, que era extraño el paso de los meses desde la cadena de suicidios en la factoría de Foxconn, sin que se hubieran publicado testimonios gráficos sobre las condiciones de vida de los jòvenes que  trabajan en esta empresa taiwanesa radicada en China continental, que fabrica bajo contrato para Apple y otras marcas de electrónica de consumo. Hasta que por fin, el lunes pasado, aparecieron en Wired y Gizmodo imágenes ni más ni menos dramáticas de lo que se sabía por la prensa. Casualmente, la revelación ha coincidido con un incremento de los beneficios de Foxconn, pese a la subida salarial con la que se intentó frenar el escándalo.

Aunque las autoridades chinas declararon no haber encontrado vínculos directos entre las condiciones de trabajo y la docena de suicidios de jóvenes obreros, el fundador y presidente de la compañía, Tai-Ming Terry Gou, anunció cambios importantes, entre ellos traspasar la gestión de las viviendas donde residen buena parte de sus 420.000 trabajadores en Shenzhen. También desplazará parcialmente la producción a nuevas fábricas en el oeste del país, en un esfuerzo coordinado con el gobierno para aliviar la presión demográfica en la zona costera meridional, donde está radicada la flor y nata de la industria electrónica china y no pocas de las inversiones extranjeras.

“La estructura de la industria en China tiene que cambiar necesariamente”, ha dicho Terry Gou. Recientemente, las huelgas en las fábricas de automóviles han dado la razón a los académicos del país que advertían de la insostenibilidad de las prácticas laborales propias del siglo XIX para producir los gadgets de consumo actuales. Según Global Times, versión for export del gubernamental Diario del Pueblo, un grupo de investigadores de varias universidades entrevistó durante dos meses a una muestra de trabajadores de Foxconn, y estas fueron sus conclusiones: un 16,4% dijo haber sufrido “algún tipo de violencia física”, otro 38% se queja de violaciones a su intimidad y, lo previsible, dos de cada tres se declara indignado con sus jefes. 

Esto no aparece en los informes sobre responsabilidad corporativa que regularmente publica Foxconn. Por el contrario, se dice que “el núcleo de nuestra escala de valores es la felicidad; queremos que los empleados sean felices, porque ellos son el principal activo de la compañía”. Al margen de la retórica, los ingresos del grupo Foxconn – con fábricas en Taiwan y otras partes de Asia, hasta casi un millón de trabajadores – se han multiplicado por 30 en los últimos diez años. Según calcula la consultora iSuppli, son actualmente superiores a la suma de los diez competidores que le siguen en este negocio. Su cliente más notorio es Apple – el único que ha dado la cara al manifestar que sus inspectores han constatado la correlación entre las prácticas laborales y la legislación china – por lo que la demanda de sus últimos productos sin duda ha influido en la cuenta de resultados del fabricante: entre enero y setiembre, las ventas aumentaron un 63% y sus beneficios (55.700 millones TWD = 1.300 millones de euros), un 19% sobre igual período de 2009. Pero, según Gou, “el contexto es diferente, y no podemos esperar que los beneficios seguirán creciendo un 30% anual; háganse a la idea – dijo a los accionistas en Taipei – de que la media bajará al 15%”.

En un informe sobre la industria electrónica china, los analistas de Credit Suisse opinan que el alza de salarios se acelerará en los próximos años, pero sólo representan una cuota marginal del coste, por lo que  el impacto sobre los precios finales de sus productos será mínimo.


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