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  31/03/2020

31 de marzo, 2020

Una de las escasas buenas noticias que nos ha deparado marzo [sin duda son muchas más las malas] es esta: las redes de telecomunicaciones han aguantado el estrés provocado por la combinación de teletrabajo y confinamiento doméstico. Pese a los aviones en tierra, las fábricas cerradas y las ciudades bloqueadas, era de suponer que los datos – que el tópico define como la savia de toda economía moderna – fluirían en volúmenes crecientes asfixiando las infraestructuras. DE-CIX, uno de los mayores intercambiadores de tráfico IP de Europa, ha informado que su punto en Madrid ha experimentado en dos semanas sendas marcas históricas de transferencia de datos: el sábado 14 (468.30 Gbit/s) y el viernes 20 (494.74 Gbit/s).

Theresa Bobis, directora regional de DE-CIX para Europa del Sur – la entrevista con este blog será publicada en abril – aporta más precisiones: ambos picos se registraron a las 20,30 horas, confirmando que el entretenimiento está jugando un papel muy importante al conjugar en una misma pauta de consumo el streaming con  el juego online. “Este inusual crecimiento obedece no sólo al vídeo bajo demanda sino también a las abundantes retransmisiones informativas en directo y a las videollamadas por Skype o WhatsApp”, afirma.

Akamai, la primera plataforma mundial de distribución de contenidos (CDN) no desglosa su tráfico por países, pero ha comunicado que la porción de Internet que sirven sus sistemas [usados por los 20 bancos más grandes y por compañías líderes de comercio electrónico así como grupos multimedia] ha duplicado desde enero los registros del primer trimestre de 2019, sin que su infraestructura sufriera perturbaciones.

Los cambios de hábitos personales forzados por la pandemia del Covid-19 se traducen en movimientos inéditos de la demanda. Con una variante que tiene su importancia: la actividad online adicional está ocurriendo durante horas diurnas, por la gran cantidad de empleados y estudiantes conectados desde sus casas. En algo ayuda el que los individuos usen sus teléfonos móviles fundamentalmente a través de conexiones Wi-Fi, descargando la presión sobre las redes celulares. Uno de los efectos visibles es una curva de demanda más homogénea a lo largo de la jornada. También es cierto que las redes están al día con una alta redundancia y que la mayor parte de la información que circula por ellas es unidireccional. Lo que implica que cuanto más tráfico se pueda derivar a servidores cercanos mejor será el rendimiento esperable de la red

Todos los operadores en España describen un panorama de esforzada adaptación a las circunstancias, generalmente ampliando circuitos para eludir puntos de congestión. En el caso de Telefónica, el tráfico de voz en la red móvil ha tenido un incremento del 45% comparado con el anterior a la crisis, mientras el de datos móviles crecía un 25%; la red fija ha soportado un 30% de carga adicional. Sin embargo, la compañía considera que se ha producido una cierta estabilización en el uso de la red, una vez asentados los hábitos domésticos de consumo. “Llegados a este punto, hemos comprobado que la red ha respondido muy bien y ha sobrellevado esta sobrecarga excepcional”.

Vodafone ha adoptado un plan corporativo común a los países europeos donde está presente, en el que se incluyen medidas para reforzar la capacidad disponible de su red. De momento, ha tenido que responder a un incremento de la demanda acentuado en la semana del 16 de marzo: un 36% en voz móvil y 25% en datos móviles, que en los siguientes siete días ha bajado en siete y dos puntos porcentuales. ¿Es una señal duradera? ¿En qué medida influirán las restricciones añadidas ayer?  Habida cuenta de la estrategia comercial de esta marca, importa señalar que el tráfico de datos sobre tarifa ilimitada, muy estable hasta el 10 de marzo, ha tenido una explosión la semana siguiente, de hasta un 53% y muy superior a la cifra de los datos convencionales.

En el caso de Orange, ha vivido momentos en los que el consumo de voz fija creció casi el 100% y el de móvil un 50%. Tras ese cuadro inicial de emergencia, “ahora estamos experimentando una ligera estabilización, síntoma de que se va instaurando una relativa normalidad, pero dentro de la intensidad de uso de las redes”.

Ciertamente, la normalidad es muy relativa; en la filial española de Orange, el tráfico de datos ha pasado de un incremento del 30% a oscilar entre el 15% y el 20%. Se atribuye – en esto hay consenso entre los operadores – al uso más contenido de la red que están haciendo Netflix y YouTube para reducir el impacto del streaming de su clientela doméstica. También hay coincidencia para destacar que las llamadas a través de WhatsApp se han quintuplicado en estas últimas semanas.

Conviene quitarnos de la cabeza la idea de que esta habrá sido una contingencia episódica, de la que los actores del mercado van a salir sin rasguños. Dejará cicatrices, dependiendo, entre otras cosas, del tiempo que dure la suspensión gubernamental del régimen de  portabilidad. Sin churn (diferencia entre altas y bajas) van a mantener intacta su cuota los operadores que más han sufrido fugas de clientes desde hace tiempo. Los datos más recientes apuntaban a MásMóvil como ganador neto, con 682.000 usuarios ganados a la competencia, mientras que los otros tres operadores de alcance nacional perdían peso en el siguiente orden: Orange (-385.000), Telefónica (-292.000) y Vodafone (-164.000). Sería vano especular en este momento sobre cuantías y porcentajes, pero este factor influirá positiva o negativamente en las cuentas de resultados.

La otra incógnita que presenta el futuro del mercado español – y en general el europeo – es aún más especulativa, si cabe, que la anterior. A la salida de este túnel, habrá que replantearse si el modelo de negocio de low cost escogido – ya poco importa si por convicción o por resignación – estará justificado en un nuevo mercado económico, necesariamente recesivo. Seguirá abierto el melón sobre la pertinencia de un quinto operador e igualmente estarán sometidas a debate las tarifas ilimitadas, que han sido una tabla de salvación para  Vodafone pero que Telefónica mira con recelo. Una de las consecuencias de esta crisis sanitaria doblada en económica habrá sido la paralización por varios meses de los despliegues de redes 5G. También esto exigirá rehacer los números. Hasta mañana,

Norberto


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