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  17/07/2018

17Jul

Todo el mundo, empezando por las partes contratantes, daba por consumada la compra de TimeWarner por el gigante AT&T, gracias a una sentencia judicial que desbarataba las objeciones del departamento de Justicia (DOJ) de Estados Unidos. Al filo del plazo legal, el director de la oficina antitrust del DOJ, Makan Delrahim, ha decidido recurrirla. Vuelve así la incertidumbre a ensombrecer esta transacción y a afectar otros movimientos que se habían acelerado a rebufo aquélla.

Randall Stephenson, CEO de AT&T, declaraba ayer mismo que el recurso no detendrá la fusión. Aunque, a decir verdad, en previsión de que algún tropiezo podría tener una operación de 85.000 millones de dólares, ha creado una estructura separada para gestionar los activos de Warner Media, nuevo nombre de Time Warner.

Este movimiento me lleva a postergar el análisis prometido en un primer comentario; en su lugar me centraré hoy en un aspecto regulatorio que puede tener mucho alcance. No tanto, quizá, como la desmembración en 1982 de la antigua AT&T, pero que realimenta un debate sobre los principios teóricos de la normativa en materia de competencia.

La originalidad de este caso es que se trata de una fusión vertical, no horizontal. Se entiende que una adquisición es vertical cuando una empresa compra otra de su mismo sector (o de uno aledaño) que no produce bienes o servicios que compiten con los suyos. En contraste, sería horizontal si su efecto fuera unir dos empresas competidoras que venden productos similares en un mismo mercado. La diferencia de trato radica en que se supone que las fusiones verticales no incrementan el grado de concentración del mercado de que se trate, por lo que las autoridades no suelen objetarlas. A diferencia del severo escrutinio que suele aplicarse a las ofertas de compra de carácter horizontal, raramente aprobadas sin exigir alguna contrapartida.

Esto excede el campo de las teorías sobre políticas de competencia. Algún discípulo de Clayton Christensen – hipervalorado autor de The Innovator´s Dilemma – diría que las fusiones verticales son un resabio del pasado, que construyen silos en una era dominada por las plataformas. O que son el intento vano de los ´incumbentes` por escapar a la amenaza de los ´disruptores`. Vale, vale, ¿qué debería hacer entonces el CEO de uno de esos ´incumbentes`?

Por primera vez en cuatro décadas, el DOJ ha llevado ante los tribunales una fusión vertical, esta vez usando una argumentación que enhebra efectos más propios de una horizontal. Afirma Delrahim que la fusión pactada reduciría la competencia en el mercado de programación y distribución de contenido audiovisual. Su tesis principal sostiene que AT&T estaría en condiciones de valerse de su control sobre los contenidos producidos por Time Warner para subir los precios a otros actores del mercado televisivo para favorecer a su propia plataforma, DirectTV, perjudicando en última instancia a los consumidores. La sentencia del juez Richard Leon rechazó el razonamiento por especulativo y carente de evidencias. En el caso de HBO, uno de los principales activos en juego, su valor está directamente vinculado a la pluralidad de la distribución, explica el juez.

Leon da la razón a AT&T en cuanto a que en este mercado existe una  dinámica competitiva, cuyo mejor ejemplo es Netflix, a la que define como compañía integrada verticalmente. Por tanto, la compra de Time Warner generaría eficiencias que es lógico esperar se trasladen al consumidor. En su defensa, AT&T declara que es su intención «transformar la manera en que el vídeo es distribuído, pagado, consumido y creado». Tras esta frase anodina se transparenta un objetivo: frenar el ascenso de Netflix antes de que se haga demasiado fuerte.

Otro argumento gubermental [no olvidar que Donald Trump prometió en campaña frenar el plan de AT&T] también rechazado por inconsistente, aludía al perjuicio que potencialmente causaría a los MVPD (Multichannel Video Programming Distributors) que ofrecen programas de televisión por Internet a cambio del pago de suscripción. Hablando en plata: YouTube TV. Lo curioso es que a Delrahim – quien fue lobista antes de entrar al equipo de Trump – para aclarar que no está en contra de las fusiones verticales, no se le ha ocurrido nada menos que recordar que la compra de YouTube por Google (2006) ha sido beneficiosa para los consumidores.

En realidad, la ventaja que podría capitalizar AT&T – y que Time Warner no ha tenido nunca, pese a su desastrosa fusión con AOL – será  su red 5G y su infraestructura de fibra. Ahora que la administración republicana ha derogado la ´neutralidad de las redes`, el operador estaría legalmente en condiciones de imponer a Netflix y otros streamers condiciones para hacer uso de sus redes. Sobre esto no se ha pronunciado el DOJ.

Lo que AT&T pretende hacer cuando se despeje la nueva amenaza sobre la compra de Time Warner no es distinto a otras iniciativas de bundling en el mercado audiovisual. Sin ir más lejos, la estructura de poder que está montando Amazon con su servicio Prime. El gigante de las telecomunicaciones parece tener un gran designio: construir un hub como primer paso para replicar a las plataformas nacidas del vientre de Internet, conocidas como over-the-top.

John Stankey, designado para dirigir la nueva Warner Media, ha deslizado un detalle significativo de la visión de AT&T. No es sólo una estrategia contra Netflix: «el número de horas que, en promedio, un consumidor individual dedica a consumir contenidos en red crecerá entre una hora y una hora y media por día». Se trataría, pues, de evitar que ese caudal de consumo vaya a parar a la órbita de Google o Facebook.

Habida cuenta de los componentes políticos de la cuestión, no está nada claro el desenlace de esta disputa. La incertidumbre se extiende a otra batalla pendiente: es posible presumir que el DOJ emplearía parecidos argumentos para oponerse a la compra de 21st.Century Fox por Comcast, una sospecha que de momento fortalece la oferta presentada por Disney.

Comcast, como AT&T, opera una red propia con la ambición de ser actor principal en el mercado de los contenidos. No se puede decir lo mismo de Disney. La paradoja aquí reside en que la absorción de Fox por Comcast sería una integración vertical de negocios distintos pero complementarios, mientras que la oferta de Disney – fusión horizontal – tiene el propósito inequívoco de engordar su cuota del mercado de cine y televisión.

Un colega al que consulto en estos casos me apunta que el semanario Politico da gran importancia al hecho de que el recurso del DOJ contra la sentencia en primera instancia será juzgado por el tribunal de apelaciones del cuarto circuito de Washington DC. Tiene de particular que uno de sus integrantes, el juez Brett Kavanaugh, ha sido nominado por Donald Trump para ocupar el sillón vacante del Supremo. Por mi parte, me queda claro que tendré que volver a escribir sobre este asunto.


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