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  20/10/2015

20Oct

La notoriedad no tiene por qué ser un valor en sí mismo para un inversor de los que llaman ´activistas`. Pero puede ser un arma intimidatoria. Carl Icahn, durante años el más conocido de la subespecie, ha presumido en Twitter y en entrevistas de su influencia sobre Tim Cook, a quien persuadió de ser más audaz en su política de autocartera. Hace pocas semanas, anunció haber comprado otros 53 millones de acciones de Apple que le habrán costado sus buenos 3.000 millones de dólares. Antes, Ocahn ya tuvo una disputa con Michael Dell tratando de sacar tajada la decisión de este de retirar su empresa de bolsa.

Hay no menos de una decena de inversores que son maestros en el arte de presionar a las empresas de las que poseen un paquete de acciones. La diferencia entre los fondos de venture capital y los que acumula equities adquiridas en bolsa consiste, por regla general, en que los primeros acompañan la gestión de las empresas que han ayudado a construir, mientras los segundos son propensos a la confrontación para dictar al equipo directivo lo que tiene que hacer para elevar el valor de sus acciones.

En estos días ha vuelto a destacar el más temible de los accionistas ´activistas`, Paul Singer, cabeza visible del fondo Elliott Management. Ha usado su condición de accionista de EMC para rebelarse contra la estrategia de Joe Tucci, y no puede ser casual que Tucci se resignara a vender la compañía justamente cuando vencía la tregua pactada con Singer, que pretendía otra cosa: hacer cash segregando VMware. Al final, Singer ha conseguido lo que quería, una plusvalía de casi el 30%, que Elliott Management se embolsará cuando quede cerrada la venta de EMC al consorcio formado por Michael Dell, Silver Lake Partners y el fondo soberano de Singapur.

El conflicto, la tregua y el desenlace de la relación de Singer con EMC han reforzado la reputación de Singer, mundialmente célebre por su bronca con el gobierno argentino por un ´quítame allá estos bonos`. Lo que mejor hace el multimillonario es detectar puntos débiles en los que encontrar oportunidades de consolidación o desmembración. Mientras esperaba que EMC se rindiera, ha tenido tiempo para comprar acciones de Polycom y de Mitel Networks, tras lo cual ha empezado a presionar para que se fusionen.

Singer fundó Elliott Management en 1977 y desde entonces ha llevado a cabo unas 40 «campañas» ejecutadas por su fiel Jesse Cohn, un antiguo programador devenido en especialista en encontrar el valor subyacente en las empresas de TI. En lugar de identificar nuevos negocio, explora las grietas en las paredes de las empresas establecidas.

En los últimos años, el dúo Singer-Cohn ha penetrado en BMC, NetApp, Compuware, Riverbed y BlueCoat, entre otras compañías. Ha vendido a otro inversor, las tres últimas y ahora analiza el impacto que la suerte de EMC pueda tener sobre NetApp, también especialista en almacenamiento. Otra compañía en la que Elliott ha empezado a mover ficha es Citrix, rival de VMware que lleva varios años dando bandazos y estos días es objeto de rumores. Un detalle que puede ser clave: Jesse Coch acaba de incorporarse al consejo de Citrix.


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