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  5/09/2016

5Sep

Hoy se abre en Santander el encuentro de las telecomunicaciones, que organizan AMETIC y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. De la lectura preliminar del programa, deduzco que los ponentes se esforzarán un año más por no desentonar con la retórica habitual: agenda digital, oportunidad digital, transformación digital y múltiples variaciones del mismo género.

Me ha llamado la atención que este año no acuda una representación de las instituciones europeas. Con tres comisarios afines a la temática del encuentro, no hubiera estado mal escuchar a uno de ellos. Aunque, ahora que lo pienso, de 2015 aún recuerdo el rutinario mensaje en vídeo del comisario Gunther Ottinger y la pedestre lección que nos dejó la eurodiputada Pilar del Castillo del Castillo. En cualquier caso, la política europea de telecomunicaciones será la referencia obligada del encuentro. El debate tendrá previsiblemente un eje diferente al de años anteriores.

El plato fuerte de la sesión inicial será una mesa redonda de los CEO de tres grandes operadores europeos: José María Álvarez-Pallete (Telefónica), Vittorio Colao (Vodafone) y Stéphane Richard (Orange). A priori, debería ser una ocasión perfecta para conocer sus posiciones acerca de las recientes directrices comunitarias sobre la llamada neutralidad de red. Me atreveré a adelantar algunas observaciones de mi cosecha sobre este tema fundamental.

Creo que con la neutralidad pasa casi lo mismo que con la austeridad: son dos desiderata a los que parece impropio oponerse como principios ideales que son; otra cosa es juzgar los resultados de su aplicación en la economía real. Conocemos los efectos de las políticas de austeridad de los últimos años, y con esto no quiero prejuzgar sobre la neutralidad de las redes, concepto que sin duda goza de gran popularidad pero yo no lo veo tan claro.

Considerar Internet como un bien común es una premisa que hoy parece indiscutible: por su importancia en la vida cotidiana, en la economía global y en la innovación tecnológica. Nadie en su sano juicio discutiría que los costes de acceder a la web han bajado – wifi gratis, tarifas planas, paquetes de datos, etc – en mayor proporción que los de cualquier otro servicio o mercancía. Se da por sentado que la neutralidad de red profundizaría y extendería esos beneficios.

Ha caído en desuso la analogía, muy frecuente hace años, entre Internet y las autopistas, un argumento discutible y si me apuran falaz: las autopistas son infraestructuras financiadas con recursos públicos (o con sistemas de peaje por concesión) de las que no se espera rentabilidad directa, mientras que las redes se pagan con inversión privada, fuertemente condicionada por los mercados financieros, que esperan retorno.

Las recomendaciones del BEREC (Body of European Regulators) han sido avaladas con leves correcciones por la Comisión Europea, y con ello toman la forma de directrices a las que deberán ajustarse los reguladores nacionales. Por supuesto, están en juego múltiples intereses creados. De eso se trata. De los intereses de los operadores por un lado, y por otro los activistas de ´derechos digitales` que también representan intereses y son un lobby poderoso. Estos últimos han acogido la posición de la CE como una victoria, un paso adelante hacia una Internet abierta y libre, que esta es su meta. Empero, advierten lagunas y excepciones, por lo que reclaman una vigilancia estricta para impedir que los operadores tergiversen la interpretación de la normativa.

Según las directrices europeas, todas las categorías de tráfico por una red recibirán el mismo tratamiento, y los proveedores de servicios de Internet tendrán prohibido «bloquear o ralentizar el tráfico de Internet, excepto en casos de necesidad […], las excepciones se limitan a la gestión del tráfico para cumplir un imperativo legal, asegurar la integridad de las redes y su seguridad, o evitar su congestión». Está expresamente vetada la práctica de zero rating, considerada discriminatoria, aunque se reconoce que en ciertos casos podría estar justificada. Se admiten excepciones para ciertos servicios especializados, caso por caso, citándose tres ejemplos: las llamadas de voz de alta definición (VoLTE), los servicios IPTV y las sesiones de cirugía remota, que eventualmente podrían usar redes específicas. No se excluye que en el futuro otros servicios, relacionados con IoT, pudieran incluirse entre las excepciones.

Alguno de mis colegas ha interpretado – a mi juicio precipitadamente – las enmiendas de la CE a las propuestas del BEREC como concesiones a los operadores, con las que se evitaría (o postergaría) un conflicto. Es notorio que esas supuestas concesiones están muy lejos de las demandas que 17 operadores (con la complicidad de los suministradores de equipos de red) plasmaron en un llamado Manifiesto 5G. El argumento central de este documento es que la CE debería conciliar la necesidad de una Internet abierta con una normativa pragmática que sirva para promover la inversión y acelerar la innovación europea. Por el contrario – decían en julio – de seguirse la propuesta del BEREC, se crearían incertidumbres en torno al retorno de las inversiones en 5G, que podrían ralentizarse a menos que la regulación incentive su despliegue.

Las preocupaciones de los operadores – por una vez, no exclusivas de los ´incumbentes`- ya no tienen que ver con las polémicas recurrentes acerca de la consolidación. Pueden resumirse en tres puntos clave: 1) ¿cómo estar seguros del retorno de sus inversiones para dotarse de capacidades 5G cuando muchos de los ingresos por servicios irán a parar a los proveedores over-the-top?; 2) ¿acaso se pretende condenarles a un rol de transportistas de contenidos de Internet?; y 3) en todo caso, ¿cuál será su remuneración por conectar los datos generados en el nuevo mundo de IoT?

Esta posición pactada de los operadores europeos ha sido un tardío intento de negociación, que pone sobre la mesa el compromiso colectivo (hasta ahora inexistente) de lanzar un Plan de Acción 5G, que empezaría por cooperar en pruebas piloto en los 28 países miembros de la UE tan pronto como queden establecidos los estándares, entre 2017 y 2018, y que se completaría en 2020 con el despliegue de redes comerciales 5G en al menos una ciudad de cada país.

Lógicamente, el plan conlleva contrapartidas que, por el momento, la CE ha desoído. Una es la adopción de una nueva política común europea en materia de espectro, que se trasladaría a la próxima conferencia WRC en 2019. Otra, dar soporte financiero a las demostraciones de 5G, con las que se estimularía a las industrias verticales a sumarse a las pruebas (esta postura explica que Airbus, Siemens y Philips firmaran el documento), una actitud que tendría un impacto económico real. En concreto, el manifiesto sugiere que los mecanismos actuales de la UE sean usados para destinar entre 500 y 1.000 millones de euros a ese uso y, además, se constituya un fondo de inversión para apoyar las actividades de startups en el desarrollo de servicios sobre la base de 5G.

No consta que la CE haya prestado atención a estas peticiones, que llevan implícito un enfoque light de la regulación en asuntos tales como el espectro, el despliegue de fibra o de small cells. Por el contrario, Bruselas parece enquistada en su tradicional punto de vista: alentar la competición en los servicios minoristas, en lugar de relajar las normas que pudieran acelerar la inversión en redes y los acuerdos entre operadores. Estos se toman como amenazas el desembarco de Google en Europa con propuestas de roaming [mediante un acuerdo con el operador británico Three] o la iniciativa TIP (Telecom Infrastructure Project] alentada por Facebook. Estos movimientos de terceros podrían aliviar la carga de inversión de los operadores, pero con la consecuencia de perder el control de la cadena de suministro tal como lo han ejercido durante décadas.

Disculpen si me he extendido demasiado, incluso para lo que es habitual en este newsletter, pero confieso que siento una enorme curiosidad por escuchar las posiciones que van a exponer Álvarez-Pallete, Colao y Richard: ¿será más dura, más conciliadora o tirarán balones fuera?. Desde ya aviso que este blog tendrá durante la semana unos contenidos monográficos, dedicados a las telecos.


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