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  26/03/2012

Cisco vs. Microsoft+Skype: enredo en Bruselas

Uno de estos días, el Diario Oficial de la Unión Europea publicará el recurso presentado por Cisco contra la decisión de la Comisión de autorizar la compra de Skype por Microsoft. Tras este paso formal, si el Tribunal General de la UE estimara el recurso, se crearía una situación sin precedentes: las dos empresas ya han fusionado sus actividades, pero el órgano que les dio luz verde tendría que volver sobre sus pasos y revisar el expediente; si esta secuencia se completara en el plazo de un año, sería todo un récord para los ritmos del aparato de Bruselas. El trasfondo del enredo jurídico pone en evidencia una batalla de gigantes por el mercado de la videoconferencia.

En octubre, Microsoft recibió autorización incondicional para comprar Skype, por la que ha pagado 8.500 millones de dólares. En febrero de este año, Cisco – que había presentado objeciones en aquel trámite – apeló la decisión ante el Tribunal General. El núcleo de las objeciones es que, tal como ha sido planteada, la fusión tiene efectos anticompetitivos al no contemplar la obligatoriedad de garantizar la interoperabilidad de otros sistemas. Los abogados de Cisco recuerdan que cuando la CE aprobó su compra de Tandberg, puso como condición que hiciera de dominio público el protocolo TIP, para garantizar a terceros la compatibilidad con sus productos de telepresencia. El CEO de Cisco, John Chambers, recuerda que Microsoft exigió entonces que la operación se condicionar a la interoperabilidad.

Los argumentos jurídicos de Cisco se clasifican en dos categorías. En una, relativa a los efectos horizontales de la fusión, sostiene que la CE erró al evaluar el impacto competitivo de la transacción. La suma de Microsoft y Skype daría como resultado una cuota de mercado estimada entre el 80 y el 90% del mercado de video llamadas por PC. Pero, según el dictamen de la Comisión, el efecto de red se mitigaría porque “la mayoría de los usuarios de estos servicios se comunican con un grupo pequeño de parientes y amigos, un círculo íntimo” por lo que no les sería difícil mudarse a otro proveedor. Cisco replica que en la realidad, “todos los círculos supuestamente autárquicos están interconectados con otros grupos e individuos, por lo que el efecto de red existe; cambiar a otro servicio o proveedor requeriría una actuación coordinada y masiva”.

El segundo argumento del recurso – el efecto conglomerado – se centra en la creciente relación entre los mercados de comunicaciones unificadas para consumidores y empresas. La empresa fusionada adquiriría el poder de distorsionar la competencia, al tener acceso a una masa crítica que es la adición de los usuarios de Skype y de Windows Live Messenger. “Este potencial – señala Cisco – se magnifica porque Microsoft tiene una posición dominante o de liderazgo en mercados adyacentes, como sistemas operativos, aplicaciones de productividad y correo electrónico”.

No son, como se ve, cuestionamientos de forma sino de fondo, sobre las que el tribunal deberá pronunciarse y, en su caso, requerir a la CE que las tome en consideración para elaborar un nuevo dictamen. Pero la complejidad de la argumentación jurídica opaca la naturaleza – no por ello más simple – económica de la cuestión. A eso vamos a continuación.

En este litigio subyace la tensión que desde los años 80 ha existido alrededor de los estándares industriales, definidos por recomendaciones de la UIT, y los protocolos que (en perezosa traducción) suelen llamarse ´propietarios`. En teoría, los productos que cumplen con los estándares son interoperables, lo que no siempre es verdad; y, cuando es verdad, deja mucho que desear por los costes asociados y por problemas de calidad. En cuanto a los estándares de facto, Microsoft es un ejemplo clásico, y también Skype se basa en una tecnología ´propietaria`. En ambos casos, con muchos millones de usuarios. El hecho de que la versión básica de Skype pueda descargarse gratuitamente, no hace más que acentuar la situación.

Ocurre que el mercado de la videoconferencia está formado por islas, por mucho que algunos de los protocolos sean estándar, o vayan camino de serlo, como el TIP para telepresencia, que Cisco se comprometió a hacer de dominio público. En muchos casos, los usuarios pueden comunicarse con otros dentro de la misma isla, pero no con los de fuera; a menos que se ponga a su disposición un gateway que resuelva la ausencia de interoperabilidad nativa, o bien que las especificaciones estén abiertamente a disposición de los competidores.

¿Qué pretende Cisco con su recurso? Según un blog oficial de la compañía, su objetivo se conseguiría por uno entre dos caminos: que el protocolo de Skype pase a ser de dominio público o que la CE obligue a Microsoft/Skype a adherir a un estándar industrial. El resultado sería que los productos de Cisco (y de otros competidores) serían interoperables con los de la empresa fusionada.

Las relaciones entre Microsoft y Cisco no han sido especialmente conflictivas: son partners en ciertas áreas (el datacenter), y competidores en otras (sistemas de colaboración), pero la tendencia general conduce a un choque de intereses. Desde su posición de especialista de networking, Cisco despliega una ambiciosa apuesta por el vídeo: en palabras de Chambers, “no sólo será la forma dominante de nuestro modo de comunicarnos, sino que será la forma más influyente de las TI”.

La amenaza inmediata para Cisco es que Microsoft concrete su anuncio de integrar Skype en Lync, creando una solución ´propietaria` de audio y video que compita con sus sistemas PBX. Un paso más, la integración de Lync en Office 365, y el precio que ha pagado por Skype estará más que justificado. Desde el primer momento, varios analistas han señalado que el fin último de la compra era crear una combinación de los mercados de empresa y de consumo.

La verdad es que Cisco pudo comprar Skype cuando eBay, su propietaria, la cedió con pérdidas a un consorcio de inversores que – con la intención de salir a bolsa – contrató como CEO a Tony Bates, hasta entonces vicepresidente senior de Cisco. Por alguna razón, no dio ese paso, y Microsoft acabó llevándose un tesoro por el que pagó lo que a algunos les pareció un precio exorbitante. Bates dirigió la operación y sigue en su puesto bajo la nueva propiedad.

Hay más flancos en esta batalla. En el negocio de las comunicaciones unificadas, las dos empresas compiten vigorosamente con otros actores (Avaya, IBM y Siemens, entre ellos). Y el mercado de la videoconferencia sobre desktop – donde Cisco promueve su sistema Webex – es una olla hirviendo. Un competidor advenedizo, Citrix, ha desarrollado una oferta propia basada en virtualización, que en última instancia haría innecesario el hardware y los servicios dedicados. Aparecen en el mercado otras soluciones de bajo precio. De modo que no sólo los juristas tienen mucho que hacer en esta materia.


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