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  8/10/2013

Con Surface 2, Microsoft se atreve a mucho

Si, como dicen, Microsoft se está mirando en el espejo de Apple para dar un giro en el mercado de consumo, necesita controlar el ´ecosistema` de sus productos en ese segmento: no sólo el software sino también el hardware; dictar las especificaciones técnicas, la experiencia, la apariencia y poner bajo su control los mecanismos de venta. Este fue el sentido de lanzar en 2012 las tabletas Surface y, aunque según muchos han sido un fracaso, persevera ahora con la segunda generación. Perseverar quiere decir que no renuncia al sistema operativo Windows RT y los procesadores ARM, por mucho que moleste a los fabricantes que llevan toda la vida apegados al binomio Wintel.

No es seguro que tanta perseverancia tenga premio, pero ahora se añade una circunstancia que no existía entonces. La compra de Nokia por Microsoft confirma la ecuación antedicha, y no sólo en el campo de los smartphones: parece próximo el anuncio de una tableta que la compañía exfinlandesa tenía en preparación durante meses.

Decepcionadas, las pocas marcas que habían consentido inicialmente en acompañar la aventura de Surface, se han echado atrás y ya no participan del lanzamiento de Surface 2. El cisma entre Microsoft y sus OEM es real, aunque la existencia de intereses creados obliga a disimularlo con buenas maneras. Es una realidad que, en lugar de cicatrizar, esa herida se ahonda. Son muchos los partners históricamente ligados a Windows – quizás sea HP el más importante entre ellos – que en los últimos meses han anunciado dispositivos con los sistemas operativos promovidos por Google: son los portátiles Chromebook y las tabletas Android. Como era de prever, Intel ha atisbado una represalia potencial, y sin dudar los ha apoyado en su jugada (Google, encantada de fastidiar al adversario)

Conociendo como se conoce que Microsoft no da su brazo a torcer si se propone ser un jugador clave de un determinado nicho de mercado, la mejor opción para el sucesor de Steve Ballmer (que recibirá el marrón) es acercarse lo más que pueda al modelo de negocio integrado de Apple. Es una hipótesis arriesgada, pero ¿quién mejor para multiplicar las tabletas Windows RT que la antigua Nokia (en la práctica único fabricante afín a Windows Phone). De hecho, en los albores del concepto tablet PC, que predicaba Bill Gates, la entonces esplendorosa Nokia fue de las pocas compañías que trabajaron en un modelo que se quedó en prototipo.

Se apunta el próximo 22 de octubre para que Nokia – la compra no está jurídicamente concluída – presente en Abu Dhabi una batería de productos entre los que aparecería una tableta, supuestamente llamada Lumia 2520, de tamaño algo más pequeño que los nuevos Surface (10,1 pulgadas en lugar de 10,8). Parece que el procesador será suministrado por Qualcomm. Y dicen que habrá más, al menos una versión mini, de 8 pulgadas.

De momento, la gama Surface se ha renovado por iniciativa de la propia Microsoft. Surface 2 tiene la misma capacidad de procesador que la primera versión, en este caso gracias a un acuerdo con Nvidia, que ha conseguido colocar su chip Tegra 4, fabricado con arquitectura ARM Cortex-A15. El sistema operativo ha pasado a llamarse Windows RT 8.1., lo que probablemente será otra fuente de confusión para los usuarios que pretendan usar en la nueva tableta aplicaciones que sólo correrían en Windows 8.1. Otra muestra, menor, del jardín en que se ha metido Microsoft.

Nadie olvida que la compañía ha tenido que cargar en su cuenta de resultados 900 millones de dólares como amortización brutal del inventario de tabletas no vendidas. El precio de Surface 2 es más bajo que el estipulado originalmente para Surface, pero el problema ni siquiera llegó a ser el precio. Las rebajas forzadas de última hora fueron, a decir verdad, patéticas para un dispositivo que pintaba tan innovador.

No es maledicencia, qué va: lo ha reconocido la compañía, «castigando» a Steve Ballmer con una rebaja de su remuneración. Cobrará 550.000 dólares de bonus – el 79% de lo estipulado – que su suman a su salario básico de 1,2 millones. En un documento enviado a la SEC, Microsoft explica la rebaja porque «[…] los retos del mercado de PC, sumados a los costes de lanzamiento de Windows 8 y Surface han tenido como consecuencia que el beneficio operativo de la división Windows declinara un 18%».

Puede que no sea así en el nuevo año fiscal. Con la nueva política de vender hardware bajo su marca, Microsoft se apodera de un margen superior – no tiene que repartir nada con sus OEM – pero no por ello puede arriesgarse a una guerra de precios que los pondría de uñas. La consultora iSuppli, tras analizar los costes de materiales y fabricación, ha calculado que el Surface RT original dejaba un margen bruto del 53% y el del Surface Pro era algo menor, el 35%. Suponiendo que sean similares en las nuevas versiones, sólo queda adivinar si se venderán como Microsoft espera.

El Surface Pro 2 tendrá que sobrellevar la comparación con el iPad – Apple tiene a punto uno o dos más de la familia – y tiene lógica que así sea entre dos marcas premium con precios premium, con la gran diferencia de que Microsoft acaba de llegar. Carolina Milanesi, analista de Gartner puntualiza: «si la gente está dispuesta a pagar una prima por un iPad es porque forma parte de un ´ecosistema` de aplicaciones y contenidos, que a su lado el de Microsoft empalidece.

Supuestamente, habría unas 100.000 aplicaciones para las tabletas Surface 2, pero basta darse una vuelta por la tienda Windows Store para detectar las ausencias. La situación es diferente en el caso del Surface Pro 2, gracias a la conversión de aplicaciones de la saga Windows, adaptadas para el nuevo interfaz.

Los analistas de mercado corroboran que la bajada en las ventas de portátiles es directamente proporcional al incremento en la venta de tabletas. Vale, nada que no se supiera: por eso mismo Microsoft necesita transformar su negocio. Es probable que su agresividad no consista tanto en sacrificar márgenes cuanto en arropar sus tabletas con periféricos y accesorios que, según pregona el runrún, «serán espectaculares».

En todo caso, la segunda generación de tabletas de Microsoft demuestra que el binomio Wintel sigue vivo para el mercado más profesional, seducido por los nuevos diseños pero que no va a renunciar a la compatibilidad de aplicaciones; esa es la función de Surface Pro 2, al que los especialistas han acogido con buenas críticas, pero que también tendrá competidores temibles.

Los problemas no acaban con el lanzamiento de dos nuevos productos; más bien empiezan. ¿Qué problemas? La distribución, por ejemplo. Microsoft no tiene tiendas propias como Apple – y las que ha abierto, son un páramo – ni goza de una tradición en la gestión de la cadena del canal: puede construirla, claro, pero de momento cuenta con una corta red de revendedores, muchos menos que los de sus OEM. Para vender tabletas a las empresas, Surface Pro 2 requiere una estrategia comercial que inevitablemente competirá con esa marcas experimentadas.

Las tabletas están a la orden del día, y Microsoft tiene los recursos que se necesitan para que el segundo intento funcione, siempre y cuando el nuevo equipo investido tras la reorganización haya aprendido la lección.

[informe de Arantxa Herranz]


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