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  6/06/2018

Google no será menos que ´otros`: acelera su IA

Toda conferencia para desarrolladores que se precie necesita un anecdotario, pero sobre todo necesita un mensaje dominante. Google, a la que el mundo identifica con el buscador por antonomasia, quiere que su nombre se asocie a la inteligencia artificial. Este fue el contenido central de su conferencia I/O. Su extravertido CEO, Sundar Pichai, la redefinió como ´an AI-first company`. En consecuencia, su división Google Research pasa a llamarse Google AI. Y no por casualidad ya que en esta estructura tendrán cabida los mayores esfuerzos de innovación: visión artificial, lenguaje natural, redes neuronales… Teniendo claro que el tiempo de los caprichos ha acabado; todo debe desembocar en el negocio.

Y, como en toda conferencia de desarrolladores que se precie, se busca cautivarlos. En Google I/O, se mostraron capacidades atractivas y una hoja de ruta ambiciosa, para amarrarlos a la plataforma propia y alejarlos de Amazon, Apple, Facebook y Microsoft. Al mismo tiempo, se vislumbra una estrategia de cara a la transformación de la publicidad digital. Aunque los soportes publicitarios del futuro aún no están claros, parece probable que las utilidades que pueda aportar la IA serán factores en la retención del usuario.

La demostración del servicio Google Duplex, que se va a integrar en el asistente de la compañía, actuó como punta de lanza más comentada de la conferencia. La conversación con el empleado de un restaurante para reservar mesa – esta fue la anécdota – incluyó preguntas y réplicas sobre la hora y el número de comensales. Hasta hubo unos eeeemm humanos que levantaron aplausos entre una audiencia entregada de antemano.

El propósito de Duplex es liberar al usuario de las gestiones que requieren normalmente una llamada telefónica. Pedir cita en la peluquería fue el otro ´caso de uso` en el que el algoritmo se lució. Claro que quedan flecos pendientes en el desarrollo del software y no pocas cuestiones éticas de fondo. Se advirtió que no se trataba de una versión acabada: el producto final notificará a los interlocutores humanos, antes de empezar, que no van a hablar con una persona. Pero el simple hecho de que una máquina sea capaz de interactuar con un ser humano y que este puede no darse cuenta de que habla con una máquina, pues… no deja de sembrar un poco de inquietud.

Hay quien afirma que Duplex ha pasado el test de Turing, que el pionero de la computación programable estableció como una especie de juego en el que una máquina tenía que camuflarse para no ser distinguida de una persona. La verdad es que los expertos coinciden en apuntar que este no es el objetivo de la IA pero, nuevamente, el personal disfruta creyéndolo.

Que no se trate de imitar al ser humano sino de prestarle asistencia, no basta para relajar las inquietudes. Las redes sociales han cambiado las formas de interacción y cabe preguntarse cómo influirá la IA dentro de no mucho tiempo. Con lo que se sabe en este momento, no es difícil imaginar un escenario en el que dos Duplex hablen entre sí para ajustar la reserva de la mesa en el restaurante. ¿Es deseable esta despersonalización?

Con esta tecnología, Google parece querer distanciarse de la competencia. Podría valer para diversificar su negocio; por ejemplo, automatizando las reservas. Bien que le gustaría incrementar sus ingresos procedentes de campos distintos (o al menos adyacentes) a la publicidad que aporta el 85% de su facturación. Pichai confirmó esa intención y, de paso, señaló que Google Cloud ya es un negocio de 1.000 millones de dólares al trimestre. Flotaba en el ambiente el anhelo por tener un hardware propio, pero de momento se conforma con Google Home, que compite con Apple y Amazon.

Es evidente que la publicidad sigue siendo la joya de la corona, y así será por mucho tiempo. Google ha completado satisfactoriamente la transición hacia los anuncios móviles, pero el panorama volverá a cambiar. El éxito de Alexa Echo y otros chatbots, entre ellos el de Google, está poco a poco extendiendo la voz como interfaz. Compartirá protagonismo con otros, pero todo parece apuntar – para sorpresa de algún aprendiz de brujo – que la voz será un soporte idóneo para la publicidad; Duplex es la apuesta de Google para tomar posición.

Una IA más visible para el usuario final convivirá con otra destinada a dar servicio a las empresas. En este terreno, el nombre propio a recordar es AutoML; una aspiración a crear nuevos modelos de IA que puedan llevar a cabo múltiples tareas específicas. El nuevo responsable de Google IA, Jeff Dean, ascendido tras el fichaje de John Giannandrea por Apple, comentó que la idea de AutoML es «popularizar el acceso a la IA». ¿Cómo? Permite crear modelos específicos de inteligencia artificial sin necesidad de ser un desarrollador. Con este fin, Google ha rediseñado su chip Tensor Processor Unit, que en su versión 3.0 es ocho veces más potente que la del año pasado,  aunnque, de momento, está reservada para uso interno.

La introducción de AutoML también presenta retos. Este nuevo modelo tomará los sesgos de la base de datos de la que aprenda, con lo que estos sesgos podrían perpetuarse. Otro ámbito delicado es la sanidad, uno de los campos que Pichai quisiera impulsar [¿quién no?] pero tendrá que asegurarse de que el resultado esté a prueba de fallos.

Asimismo, queda la duda de lo que pueda pasar si la oferta de IA expuesta por Google se empleara para usos malignos. Enterarse de cómo se ha utilizado el algoritmo de Facebook [siguen revelándose cesiones de datos incontroladas] da mucho que pensar. Tanto Duplex como AutoML no son ajenos a ese riesgo. Por ahora, Google no ha aclarado si cuando Duplex está activado y se graba la conversación, por cuánto tiempo y con qué garantías se almacena.

Para rematar la lista de dificultades potenciales, la inteligencia artificial tal como la entiende Google podría verse afectada por una mayor vigilancia sobre la recogida y uso de datos personales. La compañía no ha sufrido un episodio ni remotamente parecido al papelón de Facebook con Cambridge Analytica, pero Pichai no mentó la bicha de la privacidad, en contraste con Satya Nadella, que unos días antes le dedicó un tramo de su keynote en Build 2018. Esta aparente indiferencia, junto al escándalo del contrato de análisis de datos para el Pentágono – finalmente no renovado, a la vista de las protestas internas y externas – no es la mejor carta de presentación ante la opinión pública.


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