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  16/07/2014

HP se busca la tercera dimensión

Hasta ahora, las impresoras 3D han ofrecido todo el rendimiento que cabía esperar de ellas, pero la tecnología sigue progresando y el mercado, ya superada la fase de despegue, se encamina a alcanzar los 16.200 millones de dólares en 2018 [un tercio en hardware, el resto en servicios] según la consultora Canalys. Fue precisamente en un foro organizado por esta, donde Meg Whitman, CEO de HP, anunció que tiene la intención de entrar en ese negocio cuando concluya su año fiscal en octubre. El movimiento era previsible, porque HP es líder mundial del mercado de impresoras; la llegada de un vendedor de esta envergadura será un revulsivo para las empresas que lo han desarrollado durante años.

Si Whitman considera que el mercado está maduro para que HP coseche las mieses, es porque otras compañías lo han roturado y cultivado antes que ella: 3D Systems, Stratasys y otras se preparan para el desembarco de tan poderoso competidor. Antes de entrar en esta materia, conviene dejar sentado el contexto.

La fabricación por adición, que es como en rigor debería llamarse a la suma de técnicas agrupadas comúnmente bajo el nombre (equívoco) de impresión 3D, trae grandes promesas no exentas de dudas. Un informe de Deloitte, firmado por el vicepresidente de la consultora, Eric Openshaw, y dos colegas, enfría un poco los ditirambos acerca de una nueva e inminente revolución industrial, en la que cabría casi de todo, desde objetos «a gusto del consumidor» hasta órganos humanos para trasplantes.

La realidad, dicen los consultores, es que buena parte de la demanda procede de compañías que buscan complementrar los métodos existentes, como el moldeado por inyección y vaciado, pero es poco probable que las técnicas de additive manufacturing los reemplacen masivamente en el corto plazo. Según los autores del informe, el prototipado y la reingeniería de productos son – junto con las maquetas de arquitectura – las principales aplicaciones hoy en día, con las evidentes ventajas en el ciclo, pero pasar a la producción de volumen exigirá resolver problemas de estabilidad de costes, velocidad, materiales y calidad. Predicen, en consecuencia, que será uno más de los métodos empleados por la industria, con mayor o menor intensidad según los sectores.

Otra consultora, PwC, sostiene un punto de vista análogo: los grandes actores industriales – el 67% de los consultados – se han interesado, pero en la mayoría de los casos sus usos de esta tecnología tienen carácter experimental. Uno de cada cuatro dice tener planes para implantarla «de alguna manera» en el futuro. La principal barrera que desvela PwC es la incertidumbre sobre la calidad de los productos, y cómo se comportarían las piezas así fabricadas ante pruebas exigentes que son estándar en los procesos de producción en serie.

Según dijo Whitman en el foro de Canalys, HP centrará sus esfuerzos en el mercado profesional. Gartner estima que 325 millones de los 412 millones de dólares en los que ha calculado el mercado global de impresoras 3D, son gastados por empresas, por lo que el consumo representaría sólo una quinta parte. En volumen, las unidades vendidas pasarán de 56.500 en 2013 a 98.000 en 2014, y se duplicarán al año siguiente.

Ahora bien, ¿con qué se va a encontrar HP? El líder, 3D Systems, registra regularmente crecimientos de entre el 40% y el 50%, con una facturación de 513,4 millones de dólares en 2013, año en el que su rival Stratasys ingresó 484,4 millones. Los analistas de Thomson Reuters esperan que en 2015 sus cifras suban a 915 y 955 millones, respectivamente. Pero señalan que uno de los problemas de esta compañía consiste en generar recursos para mantener una actividad de I+D sin la cual no podrían subsistir. Es un problema que no tiene HP, con un presupuesto generoso cuando se trata de abrir una nueva línea de negocio. Se estima que 3D Systems y Stratasys invierten anualmente unos 17 millones de dólares en I+D cada trimestre; la cifra de HP no se desglosa, pero es varias veces superior.

He ahí una clave del dilema para los inversores, que por un lado ven el arribo de HP como un estímulo para el mercado, y por otro temen que su poder desestabilice a los competidores actuales. Los precios seguramente bajarán, y con ellos los márgenes; incluso se piensa que algunas empresas postergarán sus decisiones de compra hasta ver qué tiene que ofrecer el nuevo competidor. HP cuenta con la imagen de marca, capacidad tecnológica y de cadena de suministros, tiene una vasta red de distribución, etcétera. Por cierto, la sede mundial de este nuevo negocio se instalará en el centro que la compañía tiene en Sant Cugat (Barcelona), desde donde ya se dirigen las actividades de HP en impresión de gran formato.

El gigante californiano ya comercializó algunos modelos de impresoras 3D como OEM de Stratasys, hasta 2012, cuando abandonó el negocio. Pero vender no es lo mismo que fabricar, y esta es una de las razones por las que ha decidido dar el salto ahora, precisamente en el año en que empiezan a caducar una buena cantidad de patentes de modelado 3D, con lo que podrá ahorrarse recursos, y está clarísimo que la reducción de costes es una prioridad para Whitman, que con ese argumento tiene seducidos a los inversores.

Al parecer, los laboratorios de HP han logrado desarrollar mejoras que optimizan el consumo del filamento que se deposita por un proceso térmico hasta dar forma al objeto «impreso». Es cosa sabida que la rentabilidad de este negocio está – como en la impresión convencional – en la venta de consumibles, no en las impresoras.

3D Systems está muy activa preparándose para hacer frente a HP. Su CEO, Avi Reichental, ha declarado que su respuesta será lo que llamó 3D printing 2.0: «hemos reimaginado por completo el proceso con el objetivo de democratizar el prototipado desde el escritorio de un ingeniero o en la planta, para estar en condiciones de iniciar la fabricación real en masa; les estoy hablando de decenas de miles de piezas al día, usando materiales múltiples, algunos sofisticados, y dando cabida a una plataforma de cloudsourcing«. Reichental está convencido de que durante los próximos diez años el mercado se duplicará cada dos años.

Recientemente, 3D Systems anunció varios acuerdos, algunos de ellos tan singulares como el que contempla, junto con Hasbro, el desarrollo de «nuevas experiencias para niños» o con Hershey para la «impresión» de chocolatinas bajo demanda. Además, ha comprado unas 40 compañías pequeñas como atajo para desarrollar nuevos productos; la última ha sido Medical Modelling, suministrador de material quirúrgico en series cortas.

En abril, 3D Systems anunció una primera impresora profesional de plástico multicolor, otra multimateriales y otra de láser directo sobre metal, además de su tercer modelo para consumidores, que venderá por menos de 1.000 dólares.

Varias veces este año se ha especulado con la posibilidad de que HP busque su atajo comprando 3D Systems. Los analistas dudan de este bulo. En primer lugar, porque la cotización se ha recalentado hasta tocar un máximo de 125 veces su beneficio por acción del año pasado; además, Whitman se ha ganado el favor de los accionistas recortando costes drásticamente y revirtiendo la política de adquisiciones de sus antecesores. Esto no quiere decir que no vaya a hacerlo, pero si que se puede descartar una aventura. Por lo demás, si algo abunda son alternativas de segunda fila, seguramente más baratas. Ejemplos: Arcam AB o ExOne, ambas con experiencia en la producción de piezas metálicas.

Mientras tanto, el mercado se sigue desarrollando. Una de las vías más interesantes viene de la comunidad de código abierto, que ha recibido un empujón gracias a Autodesk, el mayor proveedor de software CAD del mundo. Es sintomático, porque la mayor parte de los ingresos de Autodesk vienen de su software ´propietario`, pero CAD es vital para cualquier proyecto de impresión 3D. La empresa ha lanzado al mercado una plataforma de desarrollo open source, Spark, y una impresora concebida para pymes.


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