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  3/04/2018

Jorge Fernández

CTO de Hewlett Packard Enterprise (Sur de Europa)

¿A quién no le zumba en los oidos la palabra cloud? ¿Es un ruido o un futuro inminente?. Aquí parece muy apropiada una respuesta aristotélica, la noción de ´nube híbrida`. Ha venido a desmentir la tesis según la cual los servicios cloud condenarían a los centros de datos a la desaparición y a la industria de las T.I. a someterse a unos service providers omnipotentes. El discurso forma parte de lo que, a veces con ligereza, llaman ´transformación digital`. El entrevistado de la semana, Jorge Fernández, director de tecnología de la filial española de HPE (ahora con responsabilidades transfronterizas) no sólo domina sobradamente la cuestión sino que la expone con encomiable claridad.

Jorge Fernández

Cloud híbrida es uno de los grandes ejes estratégico de HPE desde hace un par de años ¿Es correcto interpretarlo genéricamente como que las cargas  nuevas se están desplazando a nubes públicas mientras en el modo on-premise se van a mantener las clásicas y alguna otra?

No es exactamente así. Las nuevas cargas de trabajo se diseñan de forma tal que pueden ser puestas en cloud o bien on-premise indistintamente, de manera fácil y sencilla. Mientras que los aplicativos monolíticos que forman el legacy de muchas empresas, y que les atan a una infraestructura determinada o a un fabricante determinado, son el pasado. Porque, aclaremos: esto va de aplicaciones y la discusión no es tanto si se ponen en la nube o no, sino que estén diseñadas para los dos entornos. Lo novedoso es que las aplicaciones ya no tienen valor por sí mismas si no somos capaces de dotarlas de un entorno de análisis de la información. Por esto, pocas de las nuevas se hacen sobre bases de datos tradicionales: se trabaja mucho con NoSQL, se mandan a un Hadoop o a un sistema donde se pueda analizar los datos.

De modo que los dos entornos van a convivir al menos en el horizonte previsible

[…] Ahí tenemos una primera capa de hibridación. La pregunta que hay que hacerse es esta: ¿soy capaz de diseñar mis aplicaciones para que trabajen en una cloud pública igual que en mi propia infraestructura? Si la respuesta es afirmativa, es corriente ponerlas primero en cloud y luego pasarlas a producción en el datacenter […] La economía del cloud computing merece una valoración razonada: estamos encontrando cada vez más empresas que han empezado en la nube y se están bajando por consideraciones económicas, no técnicas.

¿Quiere decir que no siempre es más bajo el coste del cloud?

Intervine hace poco en un proyecto en el que hicimos el cálculo de coste con Simplivity, nuestra plataforma de hiperconvergencia para máquinas virtuales, comparado con el de Amazon en pago por uso a tres años. La conclusión fue que salía más barato Simplivity. No siempre es así, claro: hay que calcular caso por caso.  Hemos aprendimos que si vas a cloud te quitas el coste de mantenimiento pero te comprometes por tres años y al final acabas pagando casi lo mismo que te costaría on-premise. Teniendo en cuenta cómo evolucionan los ciclos de renovación, es lógico plantearse dónde conviene poner esa carga.

¿Porque los ciclos son más cortos?

En la computación, los vemos cada vez más cortos, mientras que en el almacenamiento suelen ser bastante más largos, con el matiz de que la tecnología flash ha sido una innovación muy disruptiva. Pero yo hablaba de la economía de la computación, en la que sobre todo influye la alta densidad de cores y memoria, con lo que el ahorro de costes – por la menor huella del datacenter, consumo de energía y refrigeración – permite una amortización más rápida y, consecuentemente, merece la pena pasar antes al siguiente ciclo.

Por tanto, se diluye la disyuntiva entre cloud sí o cloud no […]

Insisto en que no es un ejemplo de validez universal […] pero la disyuntiva nunca ha sido radical, no lo es y no creo que lo sea en el futuro. En el caso que comentaba, la hiperconvergencia supuso no tener que preocuparse por la infraestructura sino ir conectando y levantando máquinas virtuales según las necesidades. Además, en la ecuación hay que considerar que los fabricantes hemos introducido modelos de pago por uso, que difuminan la diferencia de economía y elasticidad que son los grandes argumentos de los proveedores de servicios cloud.

Lo que dice contrasta con el entusiasmo circulante sobre las ventajas de la nube […]  

Es verdad que ciertos analistas llevan mucho tiempo preconizando que el cloud se comerá al on-premise. Llevan seis o siete años con ese discurso y lo veo normal, porque parte de su trabajo consiste en explorar opciones rompedoras. Pero, a la hora de la verdad, la realidad que viven las empresas acaba imponiéndose.

Usted trata directamente con las empresas. ¿Qué piensan los clientes de HPE?

La hibridación no es un invento nuestro para que no se lleven todo a la nube, sería un disparate. Hacen sus propios análisis y toman decisiones. Por nuestra parte, no podemos ni queremos evitar que se vayan a la nube: saben que el cloud está muy bien para determinadas cargas y que no todas pueden ponerse en cloud. En las empresas que visito regularmente hay un legacy que representa entre un 20% y un 30% de su workload. A veces, se habla del legacy como si fuera un anacronismo, algo malo por definición, inservible. No es así: la mayoría de las organizaciones se apoyan en él para su core de negocio.

No todas las cargas de trabajo son igualmente críticas

Lo que observamos es un movimiento ondulatorio. Se mueven cargas a la nube y cuando están consolidadas, con frecuencia se devuelven al centro de datos para producción. ¿Por qué ocurre esto? En mi opinión, porque es en el datacenter donde mejor se puede controlar la economía del dato. Hay cargas que van de uno a otro entorno y viceversa, no es una sorpresa para nosotros. Es muy cierto que el cloud ha evolucionado, que tiene poco que ver con aquella idea un poco tosca que lo describía en sus primeros tiempos.

HPE se ha inclinado por Azure como opción preferente de cloud pública

Si nos fijamos en Azure, IaaS es un 10% de su oferta, el resto es plataforma. Cuando Microsoft empezó con Azure, todo era Windows Server;  ahora se apoya cada vez más en Linux o en otras propuestas open source […] su flexibilidad plantea poco riesgo: si el sistema no funciona, cierras el grifo, si funciona puedes pones tus cargas on-premise: le aseguro que los números salen. No todo tiene que ser cloud ni todo va a quedarse en el datacenter. Es fundamental tener claro cómo gestionar el flujo de cargas; ahí es donde HPE puede ayudar a las empresas a pensar el datacenter del futuro. De esto trata, en el fondo, la discusión sobre la nube híbrida.

Suena bien, pero ¿podría ser más específico?

En las nuevas cargas de trabajo, la computación es fundamental. ¿Por qué digo algo tan obvio? Porque no todo se resuelve con la virtualización. Llevábamos una buena temporada describiendo un mundo en el que todo se iba a virtualizar, pero cuando voy a las empresas y pregunto qué nivel de virtualización han alcanzado, me dicen que un 70% y no creen que vaya a subir. O sea que no van a llegar al 100%, pero además vemos que ese 70% está descendiendo.

¿Cómo se explica?

Por los contenedores. Muchas de las aplicaciones nuevas se diseñan con microservicios para ser «clouderizables», disculpe el barbarismo. Una de las ventajas de los microservicios es que pueden ponerse fácilmente tanto en máquinas virtuales como en contenedores; de hecho, estos crecen a un ritmo espectacular. También se explica por el big data, que requiere mucho disco conectado directamente […] Es lo más software-defined que se me ocurre: puedo utilizar servidores estándar con disco masivo y, para optimizar el rendimiento en lugar de virtualización, pongo contenedores.  Estos están concebidos para trabajar directamente sobre el hardware sin necesidad de una capa intermedia de virtualización. Pero cuando digo que la virtualización va a menos, no me refiero al número de máquinas sino al porcentaje de cargas.

¿Cuál es la autocrítica por no haber podido hacer pie como proveedores de servicios cloud?

Es bastante sencilla y nada secreta. Por el camino nos dimos cuenta de lo duro que era competir con proveedores que ya llevaban un tiempo arraigados en un mercado que tiene su complejidad. AWS, Azure o Google Cloud son palabras mayores. Por economía de escala, en algún momento tienes que decidir si vas a luchar contra ellos o unirte a ellos. Esto ocurrió hace dos o tres años: se decidió que la apuesta por la nube híbrida debería tener como principio rector el aportar valor a los clientes sobre las arquitecturas tradicionales y sobre los proveedores de cloud que hay en el mercado.

Vuelvo a una pregunta anterior ¿por qué Azure?

El primer elemento que introdujimos, lo anunciamos hace un año pero hubo retrasos por parte de Microsoft, fue incorporar Azure Stack a nuestra oferta. Es clave, el producto que permite la hibridación del cloud.  Ha sido la primera oferta que sacamos al mercado y se quedaría corta de miras si nos autolimitáramos. Lo que ocurre es que se pone en marcha muy rápidamente, porque viene integrado: sólo hay que poner un software, Azure Stack, sobre nuestra plataforma de hardware. Con lo que la experiencia de uso es la misma tanto on-premise como en cloud.

Entiendo. ¿Por qué no Amazon? ¿Por qué no Google que tal vez podría estar por la labor? ¿Por qué no otros?

No tenemos acuerdos con ellos para este tipo de solución, esto es un hecho. Pero analizamos la situación de los clientes, que en general se caracterizan por funcionar con silos de virtualización: con VMware, que sí tiene un acuerdo con AWS, o bien con Microsoft o bajo Linux y al  mismo tiempo pueden tener contratos con distintos proveedores de cloud pública.

Muy grande tiene que ser un cliente que tenga todo esto  [risas]

[…] Me refiero a clientes con varios entornos físicos, algo corriente. Es más raro ver dos entornos de virtualización diferentes […] De lo que se trata, dicho rápidamente, es de coger las cargas que tienen esos clientes, cerrar acuerdos con distintos proveedores de cloud y hacer brokering para pasarlas de uno a otro. Esto lo anunciamos en el Discover de Madrid a finales del año pasado. Con OneSphere vamos a ayudar a los clientes a automatizar el datacenter, coger sus cargas de trabajo e hibridarlas. Lo anunciamos en diciembre y las primeras pruebas en España han sido fantásticas.

Lo que antes ha llamado economía de la computación, ¿seguirá bajando?

Vamos por partes. La computación es común para cloud como para on-premise. Al final, los service providers usan productos de open compute, servidores de código abierto que en su mayoría llevan procesadores Intel. ¿Dónde se puede pellizar un ahorro de costes?  Per se, la computación no es más barata, pero es más densa; es decir que se computa más por el mismo precio […] Lo que hacemos es calcular con el cliente el coste de poner sus cargas on-premise comparado con el precio de un service provider e incluir en la cuenta todos los conceptos, sin dejar a un lado los menos transparentes, que a veces no se toman en cuenta. Da resultados convincentes, pero sólo valen para un cliente y no para otro […] sobre todo por el precio del TB cuando hay trasiego de datos. Porque el gran problema que plantean los service providers no es de volumen en teras sino como moverlos, que sale carísimo.

¿Y si el cliente necesita imperiosamente moverlos?

Cuando la computación está desacoplada del almacenamiento, puede que se compute dentro y se almacene fuera, o quizás a la inversa. El trasiego de datos es un componente elevado de coste, con mucha imprevisibilidad. No somos dogmáticos, pero podemos demostrar que es más barato poner una carga en un datacenter con modelo de pago por uso […] de hecho, tenemos clientes que se han bajado de la nube y han montado desde cero un datacenter.

¿Qué empresas hacen eso, que tampoco tiene que ser sencillo?

Depende más del tipo de negocio que del tamaño o edad de la empresa. Hemos visto de todo: clientes a priori innovadores que se van a la nube por razones principistas y recapacitan; otros con fama de conservadores no son reacios a poner un 15% de sus cargas en la nube. No pretendo sentar doctrina, pero me parece evidente que una propuesta flexible, que permita escoger uno u otro entorno según las circunstancias […] tiene mucho sentido.

Le encuentro muy optimista sobre la hibridación

Tómelo con cautela, pero personalmente creo que en algún momento el desglose se estabilizará en un 60% de cargas on-premise y un 40% cloud, pero falta mucho antes de llegar a esa proporción. Ahora mismo, las empresas ´tradicionales` suelen tener 80/20 y las más recientes tienen tres máquinas en la oficina y el resto en cloud. Todo apunta, en mi opinión, a favorecer la hibridación.


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