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  1/07/2011

La música digital está de maniobras

Millones de consumidores llevan años usando servicios cloud, aunque sin darles ese nombre, bajo la forma de e-mail o redes sociales, en los que sus datos y el rastro de su actividad on line se almacenan `en la nube´. En los últimos meses, han nacido varios servicios de ese tipo especializados en música. El más notorio es iCloud, que Apple anunció hace un par de semanas, precedido por los de Google y Amazon; a ellos puede sumarse un cuarto competidor, Facebook. Se va completando una trayectoria que empezó con el paso desde la propiedad de música grabada en soportes físicos, a la propiedad de copias digitales almacenadas localmente o bien (he ahí la novedad) en un servidor remoto.

Se supone que lo siguiente será que los consumidores acepten pasar de la propiedad al alquiler por suscripción, que técnicamente requiere una mediación cloud. Será la economía (efecto red, escala y otras fuerzas del mercado) más que la tecnología, la que determine quién será el vencedor. Claro que hay sitio para varios en el mercado, pero al final prevalecerá un modelo de negocio. En su lado de la barrera, la industria musical, cuya punta de lanza son cuatro gandes discográficas, sigue con atención estas maniobras, porque de ellas depende la reconversión de sus fuentes de ingresos, ahora que casi ha dejado de vender música en CD. Sustituir los soportes físicos por formatos digitales, es menos rentable, pero así son las cosas.

En su último informe anual, el IFPI, organismo que representa a la industria fonográfica, y obviamente está dominado por los grandes sellos, ha calculado que el mercado de la música digital ha tenido el crecimiento más bajo en 2010, con sólo un 6% de aumento en los ingresos aportados por 400 (!) licenciatarios, y recuerda que fue del 9% en 2009 y del 30% en 2008. Globalmente, sumaron 4.600 millones de dólares, que representaron el 29% de la recaudación total: un 9% menos que, según el organismo, se debería a la caída de ventas de CD y a la irrefrenable piratería.

Hasta ahora, con la excepción de los “nativos digitales”, la mayoría de los compradores han preferido alguna forma de propiedad: la industria no ignora que los adultos gastan en música, y que los adolescentes y veinteañeros se han hecho a la idea de que tienen derecho a la gratuidad. ¿La lección? Propiedad y renting han de coexistir, si se quiere que en la era de Internet haya un mercado de la música, y no una descomposición producto de la piratería.

En la carrera por la supremacía sobre la distribución de contenidos digitales a dispositivos móviles, Amazon se ha anticipado con su servicio Cloud Drive, que permite a los usuarios `subir´ sus archivos de música a los servidores de la compañía, para luego `bajarlos´ a cualquier dispositivo conectado a internet (excepto los de Apple). Amazon sostiene que no tiene nada que negociar con las discográficas, porque los contenidos ya son propiedad de los usuarios (cómo los hayan obtenido no es asunto suyo). La astucia legal consiste en que Amazon almacena copias individuales propiedad de cada usuario; distinto sería que múltiples usuarios tuvieran acceso a una misma copia producida por Amazon. El modelo es una respuesta al hecho de que al gran minorista on line de CD, se le ha escapado gran parte de sus ingresos, en favor de la tienda iTunes (de Apple).

Google sigue una línea parcialmente paralela, por necesidad: durante un año ha perseguido un acuerdo con las cuatro grandes discográficas, pero estas han dado prioridad a Apple, para que lo firmado con esta marque la pauta de otros contratos. De momento, el servicio Google Music funciona en beta, con una oferta gratuita de 20.000 canciones libres de derechos; además, los usuarios elegidos pueden almacenar en el servidor la música de su propiedad, sin que se les pregunte por el origen.

Apple ha ido más lejos, pero no tanto como se esperaba. iCloud empezará a funcionar en septiembre y, en lo que respecta a la música – porque tiene otras facetas – no es exactamente un traslado de iTunes a la nube, pero tiene tres componentes: compra, almacenamiento y sincronización para que el usuario pueda acceder a su colección de música (que ha de haber adquirido en iTunes) desde cualquier dispositivo (de Apple) conectado a internet.

Si no abre el sistema a otras plataformas, Apple daría la razón a quienes dicen que su objetivo es reforzar un espacio propio, cerrado e inexpugnable. Tiene lógica, porque su ventaja reside en que ha vendido más de 220 millones de dispositivos móviles, y el hardware es la primera fuente de sus beneficios, a la que se subordina el resto de sus negocios. Por otro lado, iCloud revitalizaría las ventas de iTunes, que últimamente crecen pero menos.

Apple ha desvelado otra función, iMatch, por la que los usuarios podrán almacenar “toda” la música que posean en sus dispositivos, sea de origen legal o no. iMatch hará un barrido de la colección del usuario, para compararla con el catálogo de iTunes, y sustituirá las ilegítimas por otras autorizadas. El precio de esta “amnistía fiscal” será de 25 dólares anuales (el 70% para los titulares del copyright, el 30% para Apple).

Defraudando muchas expectativas, Apple no ha adoptado el modelo streaming, en el que los temas no se descargan sino que se mantienen en el servidor para escucharlos tantas veces como se quiera. No tiene prisa en cambiar de política, porque el único competidor de cierto peso que practica el streaming es la compañía sueca Spotify, con 10 millones de usuarios, pero sólo 1 millón de pago.

Atrincherada en Europa, Spotify se prepara para dar el salto al mercado de Estados Unidos. Y con este fin ha recaudado 100 millones de dólares, aportados por dos fondos que son accionistas de Facebook; atando cabos, se deduce que la red social va a cooperar con Spotify para promover entre sus 600 millones de usuarios un servicio que les permitirá “descubrir y compartir la experiencia de la música”. El anuncio podría producirse en agosto, como guinda de la conferencia de desarrolladores convocada por Facebook. Esta sigue desplegando su original modelo de negocio, rodeándose de aliados que contribuyen con sus servicios a dar más contextura al núcleo de la red social.

[publicado en La Vanguardia el 26/6]


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