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  31/03/2017

Robert Bosch pilota el coche automatizado

Hay demasiados candidatos a liderar un mercado que no existe, el de la conducción autónoma. Que no exista, no impide que en su nombre se estén desarrollando tecnologías de mucho interés para perfeccionar lo que ya existe, la conducción humana. Entre tantos candidatos hay algunos como el grupo alemán Bosch, que fabrica componentes para la industria del automóvil. Bosch convocó en Berlín a unas 2.500 empresas – proveedoras de servicios, aplicaciones y software, en su mayoría – para presentar su Automotive Cloud Suite, un conjunto formado por componentes y sensores conectados a Internet, software que procesa la información y aprende de ella gracias a técnicas de inteligencia artificial.

Como aperitivo del evento ConnectedWorld, esta frase de Volkmar Denner, CEO de Robert Bosch GmbH: «la conducción automatizada hará que las carreteras sean más seguras y la clave para ello será la inteligencia artificial». La previsión de la compañía alemana es que a principios de la próxima década «como muy tarde» se haya desarrollado un ordenador que se instale a bordo de coches dotados de sistemas de  IA. «La automatización cambiará para siempre – añadió  Denner – la naturaleza de la movilidad y acelerará la conectividad a todos los niveles».

Hay una diferencia esencial con otros planteamientos teñidos de utopía: Bosch habla de conducción «automatizada», y el matiz no es caprichoso. Su Automotive Cloud Suite forma parte de una solución genérica existente, Bosch IoT Suite. Como subconjunto, ha sido diseñada específicamente en función de las necesidades de un vehículo automatizado que, con el paso de los años,  evolucionará hasta llegar a la autonomía. Utiliza, por ello, herramientas de infraestructura, plataforma y software del conjunto mayor, pero cuenta con un bloque de componentes físicos en el interior del vehículo, a modo de ordenador, que centraliza las funciones internas, procesa las demandas y las pone en contacto con el exterior a través de una cloud,  para dar respuesta a las órdenes solicitadas.

La suite de Bosch no permite la conducción autónoma. Lo que hace el ordenador de a bordo es interpretar los objetos y las sensaciones que los sensores detectan en el entorno más próximo de la carretera, y seleccionar con esta información la estrategia de conducción adecuada a las circunstancias. El ordenador, mediante IA, es capaz de interpretar el  comportamiento previsible de los vehículos o de las personas que están en su trayectoria. Esta información se traslada a una pantalla o bien a un sintetizador de voz, para que el conductor decida lo más conveniente. Las fantasías y reticencias en torno al coche sin conductor, no tienen cabida en esta visión.

Los datos generados por el vehículo y por otros que comparten un sistema similar, alimentan un sistema de IA que aprende de las situaciones y de las – no siempre racionales – conductas humanas. Como fruto del aprendizaje, los coches automatizados darán respuestas cada vez más adecuadas. Para Denner, que antes de ascender a su cargo actual fue responsable de estas tecnologías dentro del espectro de actividades del grupo, la suite revela la importancia que la IA tiene para Bosch, hasta el punto de que  «dentro de diez años, será prácticamente imposible concebir un producto de Bosch que no incluya de algún modo inteligencia artificial». Con ese objetivo, se invertirán 300 millones de euros antes de 2021.

En su estado actual, lo que pudo verse en Berlín de la Automotive Cloud Suite es, fundamentalmente, un asistente personal inteligente, con la particularidad de que asiste y suministra servicios al conductor. El sistema, por ejemplo, puede notificarle que será necesario llevar el coche al taller para revisión de una pieza determinada, esto gracias a una aplicación de mantenimiento predictivo integrada. O bien informar de que en el plazo de una hora tiene una cita comprometida y la mejor ruta para llegar a ella es la mostrada en pantalla. La demostración corrió a cargo de Dirk Hoheisel, miembro del consejo de dirección de Bosch.

«Ponemos el coche en Internet e Internet en el coche – presumió Hoheisel – y con ello lo integramos en nuestro tercer entorno; desarrollamos una gama de servicios atractivos, como identificar una plaza de aparcamiento o alertar que estamos conduciendo en dirección contraria, para prevenir un accidente». Según este directivo, los servicios a coches conectados van a ser una fuente de valor añadido cada vez mayor para la industria de automoción. «Más de una cuarta parte de la población de Alemania está persuadida de que el acceso a Internet integrado de serie en un coche es un factor clave a la hora de comprarlo. Pues bien, esta suite lo conecta todo: conductor, coche, fabricante, proveedores de servicios».

En el futuro, los coches enviarán la información a la nube, «siempre que se cuente con el consentimiento del usuario», apuntó Hoheisel al grupo de periodistas. Podría ser información sobre la ruta más frecuentada, o los datos generados al utilizar el sistema antideslizante, que a su vez pueden juntarse con las de otros coches y, eventualmente, servirían para diseñar ofertas individualizadas.

El sistema de Bosch incorpora el procesador gráfico Xavier, fabricado por Nvidia y el sistema de localización con representación de la realidad de la empresa Here  [adquirida a Nokia por un consorcio de marcas alemanas de automoción]. Para aumentar la fiabilidad de la localización, Bosch ha desarrollado un sistema basado en radar que, según los técnicos de la compañía, es mucho más preciso que el reconocimiento visual, sobre todo en condiciones de niebla o baja visibilidad [frecuentes en Alemania]. «El conjunto formado por cámaras, sensores, radares y el ordenador que va integrado en el coche será lo que permita a la vez la seguridad del conductor y pasajeros y la prestación de múltiples servicios conectados».

Como se ha dicho, Automotive Cloud Suite es la adaptación de la IoT Suite a uno de los escenarios más complejos, el de la movilidad. De hablar de autonomía se encargó el ubicuo Jen-Hsun Huang, CEO de Nvidia. Con su indudable dominio escénico, en Berlín ilustró la colaboración entre su empresa y Bosch con su propia ´hoja de ruta` de la autonomía, en contraste con el realismo de los directivos alemanes. Según él, para alcanzar el nivel L3 de automatización, con planificación de rutas y dinámica del vehículo, se requerirá una capacidad de procesar información cinco veces superior a la de los sistemas de detección actuales.

Siguiente fase: para lograr el L4, será necesario cincuenta veces más de proceso, alcanzando una autonomía del 99,9% y capacidad para conducir en ciudad [que plantea problemas mucho más agudos que en carretera]. Aun así, habría que duplicarlo para conseguir que el coche ´lea` los labios, interprete las miradas, se exprese en lenguaje natural y entonces, sólo entonces, sería autónomo [«plenamente» autónomo, dijo Huang]. Según las previsiones de Nvidia, es posible que en 2025 circulen 5 millones de vehículos L4, 15 millones L3 y 130 millones con un nivel de autonomía inferior.

El interés de Bosch en encaramarse a este mercado potencial, que tantas novias tiene, está directamente relacionado con su modelo de negocio: el último informe de resultados indica que la división Movilidad tuvo unos ingresos de 41.700 millones de euros, equivalentes al 59% del total. Más aún: aporta el 76% del ebitda del grupo. Cuantía suficiente para no dejar que otros, como Intel y Mobileye, se metan en su jardín de toda la vida.

[informe de Lluís Alonso]


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