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  19/07/2019

19 de julio 2019

De la política de adquisiciones que ha seguido Chuck Robbins como CEO de Cisco puede afirmarse que es tan profusa como la de John Chambers, su antecesor. Sin embargo, difiere en un rasgo determinante: en lugar de  perseguir la apertura de nuevas áreas de negocio, Robbins tiende a comprar empresas que refuercen las líneas existentes. Y para ello cuenta con una máquina de generación de caja y, si fuera el caso, una capacidad de endeudamiento envidiable. Siete meses después de pagar 660 millones por Luxera, Cisco persevera en su apuesta por las comunicaciones ópticas. Para esto acaba de comprar Acacia, pagando 2.600 millones.

Es lo que puede esperarse de una empresa líder del mercado de networking. Luxera y Acacia se complementan como piezas de una estrategia que se remonta casi 20 años, hasta la absorción de CoreOptics. Lo que distingue a Acacia en el mercado es que permitirá a su nuevo propietario internalizar el diseño y la fabricación de componentes ópticos. Ambas se conocen bien: durante años Cisco ha sido el primer cliente de componentes de Acacia, tanto que representa en torno al 15% de sus ventas totales.

¿A qué se debe este interés por dotarse de capacidades propias de fabricación? A que en este mercado de las comunicaciones ópticas, la ventaja competitiva se logra con la habilidad para integrar circuitos ASIC, óptica y software, lo que permite mantenerse en la cresta de la innovación sojuzgando los costes. En otras palabras, los activos de Acacia aportarían a Cisco un mayor control sobre la evolución futura de la tecnología, cuando los 400 Gb/s han despegado en el mercado y empieza a hablarse de 1 Tb/s en un horizonte de pocos años.

Creo entender que la lógica de la operación sería la siguiente: con Luxera, Cisco ha mejorado su apuesta dentro del datacenter – su campo tradicional – mientras que Acacia hace posible “salir fuera”. A pesar de su indiscutible potencia como vendedor de switching y routing, Cisco no puede sacar pecho en la relación comercial con los grandes proveedores cloud, los hyperscalers. En este segmento, el que más crecimiento aporta al mercado, le aventajan dos competidores de relevancia: Arista y Ciena.

Aquí tengo que transcribir lo que me ha explicado un buen amigo que conoce el tema: Ciena encabeza el mercado de módulos DCI (Data Center Interconnect) mientras que Acacia le habría cogido la delantera en la implementación del nuevo estándar ZR para la transmisión óptica a mayor distancia, que es justamente lo que demandan clientes como Amazon, Microsoft, Facebook, Google o Tencent.

Esta breve digresión era necesaria para apreciar los motivos de la compra por parte de Cisco. Habrá quien discuta si valía la pena pagar una prima del 46% por una empresa que en 2018 facturó 340 millones; lo raro es que se discuta, porque las cuentas cuadran y precios más altos ha pagado Cisco por empresas que intrínsecamente valían menos (alguna tuvo que malvender)

Durante años, Cisco ha integrado transceptores ópticos en alguna de sus familias de routers, pero al envejecer la tecnología Acacia llegó a ser un suministrador irreemplazable. Según explica Bill Gartner, director general de su Optical Group –   dependiente del EVP David Goeckeler – “la tecnología que tradicionalmente se ha identificado con las plataformas DCI [nota: coloquialmente caja de pizza] está dejando paso a los módulos coherentes conectables”. En consecuencia, las operaciones de sus clientes se simplifican y Cisco podrá competir a gusto con unos rivales que en los últimos tiempos andan crecidos.

Reconoce Gartner, no obstante, que Cisco es un actor relativamente pequeño en los sistemas ópticos, un segmento de mercado que va girando hacia una rápida evolución. La compañía no puede quedarse atrás sin riesgo a perder cuota.

Conviene saber que Acacia nació en 2009 con el fin de “siliconizar las interconexiones ópticas”. Su CEO desde 2010, Raj Shanmugaraj, ha declarado que “mediante la integración de nuestra tecnología en el catálogo de networking de Cisco, se acelerará la tendencia hacia las soluciones conectables, lo que a su vez ampliará el número de clientes”.

¿De qué están hablando Gartner y Shanmugaraj? En este mercado, tal como es hoy, la batuta está en manos de un puñado de poderosos  usuarios, los hyperscalers, por lo que la tecnología que adopten va a influir en la actitud de los clientes corporativos de Cisco de toda la vida. Acacia – con una treintena de clientes en 2018 – tiene asegurada la dimensión que este mercado exige.

Si ajustamos el foco para fijarnos en las velocidades de 400 Gb/s actuales (y muy pronto en el estándar 400 ZR) cualquiera que pretenda comercializar sistemas ópticos para redes de transporte podría encontrarse con que las fuentes posibles se limitan a un par de proveedores: Ciena y Acacia. Cuando se cierre la operación, serán Ciena y Acacia. Un analista se preguntaba el otro día por qué Robbins no ha comprado Ciena. Imagino varias respuestas: 1) el precio sería bastante más alto, 2) absorbería actividades que ya tiene en casa y esto podría crearle problemas de regulación y 3) dejar suelta a Acacia sería como invitar a otro competidor (¿Arista?) a presentar una oferta de compra. Pero estas son conjeturas de un observador remoto.

Robbins se ha comprometido a mantener intactas las relaciones de Acacia con clientes de esta que sean competidores de Cisco. De hecho, el único problema que eventualmente podría fastidiar las intenciones de Cisco es que Acacia vende componentes a Huawei y ZTE, por lo que la aprobación de las autoridades chinas será imprescindible. Con una pizca de suspicacia se puede pensar que la indulgencia de Robbins ante el veto estadounidense contra Huawei [textualmente: “he prohibido que ningún empleado de Cisco utilice las dificultades de Huawei como argumento de venta”] es un gesto a la vez conveniente y elegante.


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