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  12/04/2019

Disputado porvenir de 5G en la industria

La evolución de los sistemas de automatización industrial ha sido lenta pero constante. En los últimos años, con ayuda de Internet y las redes inalámbricas y a una tangible bajada de costes, la excusa parecía desvanecerse. Aun así, se desconfía de las redes industriales basadas en WiFi y la opción de apoyarse en sistemas cableados presenta el inconveniente de que las líneas de producción sean poco flexibles y por tanto no competitivas.  Esto se discutió en la reciente feria de Hannover, escaparate de la industria alemana: la necesidad de redes inalámbricas cuya consumación será la introducción de 5G. Aunque, como suele pasar, es más fácil predicar que poner de acuerdo a los involucrados.

La viabilidad de desplegar redes privadas basadas en 5G – más concretamente en su vertiente URLLC [ultra-reliable low-latency communications] – en la automatización fabril ha sido introducida por los operadores con prematuro entusiasmo, postura que contradicen quienes sostienen que en un 90% de los casos esas aplicaciones podrían cubrirse con LTE-M (variante de 4G) o incluso con NB-IOT.

La poderosa industria alemana se ha quejado a menudo de que el principal operador del país, Deutsche Telekom (en adelante DT), ofrece unas redes inalámbricas de baja calidad: lentas, inseguras y con escasa cobertura; en suma, inadecuadas para sus necesidades. En el marco de la Hannover Messe, Antje Williams, responsable del programa 5G de DT, acogió de buen grado la crítica y propuso una solución que, según ella, se podría aplicar de inmediato.

La propuesta se basa en el empleo combinado de redes públicas y privadas que funcionen en el mismo espectro, a la misma frecuencia. “Es razonable preguntarse – dijo Williams – cómo podemos servir mejor a la industria, probablemente porque nuestra praxis ha estado determinada por satisfacer al consumidor”. Su corolario: “en el futuro vamos a apoyar mucho más a nuestros industriales”.

Esa solución, según DT, pasa por promover un campus de redes LTE suministradas por los operadores y configuradas en función de las principales aplicaciones industriales. Aquí, el término campus parece apropiado para describir un área restringida en cuanto contradictorio con la ambición de una red que cubra todo el territorio. En la práctica, DT ha desplegado ese modelo a escala de la planta de Osram en Schwabmünchen y está haciendo pilotos con otras compañías y universidades de su país. El siguiente gráfico ilustra su visión.

Naturalmente, un campus de redes sólo dará de sí todo su potencial cuando 5G esté plenamente desarrollada, con sus características de muy alta velocidad, entrada y salida de datos así como segmentación (slicing) y tanto más con la posibilidad de tener varias redes dedicadas dentro de un mismo espectro. Sin embargo, no haría falta esperar a 5G para que los sensores IOT de las máquinas puedan conectarse correctamente “porque LTE-4G puede solucionar el problema en multitud de casos reales”. Es cierto que la tecnología WiFi está alcanzando sus límites para conectar sensores, pero LTE ya cuenta con eMMB (enhanced mobile broadband) y puede resolver muchas de las cuestiones planteadas, como por ejemplo guiar a las máquinas para que funcionen sin cables.

En verdad, estas redes inalámbricas optimizadas para usos industriales ya hace tiempo que se vienen desarrollando. Fabricantes de equipos de comunicaciones (Ericsson y Nokia) o de sistemas de automatización (Siemens, Bosch y ABB), aprovecharon la feria de este año para mostrar sus avances en un inmenso pabellón oportunamente rebautizado 5G Arena. Muchas de las demostraciones eran evoluciones de sistemas ya conocidos – lo que no tiene nada de malo – pero adquirieron notoriedad dos conceptos novedosos: las redes privadas y el espectro dedicado.

El caso alemán es emblemático en muchos sentidos. El mea culpa de DT refleja la delicadeza de su posición. En la subasta de frecuencias que está en su apogeo, el regulador Bundesnetzagentur (BNetzA) ha reservado al sector industrial – innecesario señalar su importancia en la economía de la RFA – una porción de 100 megahercios (entre 3,7 y 3,8 GHz) para desarrollar redes 5G locales y privadas con absoluto control de los datos que circulen por ellas y que no dependan de las redes de alcance nacional. Otros países, como Japón, Corea y Estados Unidos, contemplan destinar algunas frecuencias específicas a usos industriales, pero Alemania es hasta ahora el único que lo ha puesto negro sobre blanco en el pliego de la subasta para 5G.

Hubo controversia en Hannover acerca de quién debería hacerse cargo del despliegue y gestión de estas redes privadas y quién de su mantenimiento y control. Hasta el punto de que Ericsson y Nokia, supuestamente en el mismo campo, mostraron visiones diametralmente opuestas. La compañía sueca es partidaria de que sean los operadores mientras la finlandesa se ha apresurado a desarrollar un kit que pone en manos de los usuarios gran parte de esas funciones.

En el Mobile World Congress de este año, Börje Ekholm, CEO de Ericsson, ya advirtió que “nunca nos ha parecido una buena idea competir con nuestros clientes [preferimos] buscar soluciones en las que todos ganen; es lo que estamos haciendo en este caso”. Por su parte, el responsable de tecnologías avanzadas de Ericsson, Erik Josefsson, aseguró en Hannover que su compañía sigue un “modelo de reventa” por considerar que el mercado industrial es “un ecosistema, no un egosistema” (sic). Con toda claridad, se declaró partidario de que los operadores suministren los equipos de red a las empresas industriales y que el servicio está gestionado y controlado por estas.

Muy distinto fue el discurso de Stephane Daeuble, responsable en Nokia de negocios verticales. Es conocida la vocación de esta compañía por entrar en los mercados industriales pero Daeuble vino a explicar que se ha desarrollado todo un catálogo de productos que permiten a los operadores con licencias de espectro puedan revender una solución de red privada (hasta aquí parece coincidir con su competidor) pero “que también permiten a las empresas invertir en sus propias redes con espectro dedicado y vender una versión reducida a otras de menor tamaño”.

Nokia se propone así jugar un papel clave, pero no necesariamente ha recogido apoyos entre las empresas industriales de Alemania [no olvidar que Nokia es fuerte en Alemania porque en una vida anterior absorbió la rama teleco de Siemens]. Se ha puesto en evidencia que para estas empresas, la conectividad de sus plantas es algo que quieren controlar de extremo a extremo y para ello están dispuestas a redoblar su inversión en TI y en el despliegue de sus propias redes. “Nosotros – templó Daeuble – vamos a trabajar tanto con los operadores como con las compañías que quieran tener una red privada independiente”.

A buen seguro que el asunto dará mucho que hablar y probablemente derivará en intentos de construir alianzas de perfil variable y fronteras difusas, como ocurre en otros campos tecnológicos. Por ejemplo, Bosch, con variados intereses en la fabricación de sistemas industriales y cuyas plantas de producción están muy automatizadas, ha vendido más de 1.500 millones de euros en aplicaciones para la llamada Industria 4.0. A partir de 2022 prevé facturar más de 1.000 millones anuales por este concepto, dijo en Hannover Rolf Najork, miembro de su consejo de administración. En su opinión, Industria 4.0 ha dejado de ser un eslogan.

Viene a cuento Bosch, porque está probando la tecnología 5G en su planta de Worcester (Reino Unido). Pero también Ericsson trabaja desde el año pasado con Audi en la planta que esta posee en Ingolstadt (Alemania). Muy discretamente, la coreana Samsung hace lo mismo en Austin (Texas) con AT&T. Qualcomm no soportaría quedar fuera de estos movimientos, por lo que en Hannover hizo piña con Nokia para demostrar aplicaciones con 5G NR para sensores industriales.

Son otros tantos ejemplos de que la automatización industrial es un terreno fértil para la tecnología 5G, pero antes de que algo germine habrá que cubrir etapas desde diversos itinerarios, con una mezcla de tecnologías existentes.

[informe de Lluís Alonso]


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