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  12/04/2021

La escasez de chips, más grave de lo que se ve

Empiezas por admirar a una empresa que no fabrica ni una grapa, pero que se ha elevado hasta la valoración más alta de la bolsa, hasta que un día descubres que ese envidiado modelo de negocio [diseño + marketing + logística] ha contribuido en buena medida a la decadencia industrial de su país, que es el tuyo. Y que el primer beneficiario es tu principal adversario. ¿Exageración? Sólo la necesaria para entender por qué un selecto grupo de empresas tecnológicas acudirán hoy a Washington DC, donde el presidente Joe Biden les expondrá su plan de 50.000 millones de dólares para que la industria estadounidense de semiconductores recupere una capacidad competitiva que durante años ha dejado escapar.

Véase el gráfico. En 1990, Estados Unidos controlaba el 37% de la capacidad mundial de producción de semiconductores, porcentaje que se ha contraído hasta el 12% actual en un mercado que entretanto es mucho más grande. Su espacio ha sido ocupado por Taiwán, Corea del Sur, Japón y China. Esta última – que hace treinta años era completamente irrelevante – ya iguala a Estados Unidos y está acelerando sus inversiones para asegurarse autonomía plena pese a las restricciones impuestas por Donald Trump – y que Biden no derogará – a la adquisición de tecnología estadounidense.

Además de los 50.000 millones prometidos por la Casa Blanca, habrá otras  partidas adyacentes del programa de renovación de infraestructuras por valor de 2,3 billones de dólares, que engrosarán la cuenta. No se espera oposición de los republicanos, pero el encuentro de hoy busca obtener apoyos explícitos de esta industria para superar reticencias empresariales a que la cuantía se financie con una subida de siete puntos en el impuesto de sociedades.

Las empresas presentes serán invitadas a apoquinar con una carga financiera adicional y algunas llegarán con los deberes hechos. Intel ya ha anunciado una inversión de 20.000 millones de dólares para construir dos plantas en Arizona, mientras TSMC y Samsung – han prometido inversiones de 12.000 y 17.000 millones en nuevas unidades de producción en Arizona y Texas. Ninguna de estas iniciativas obtendrá resultados reales antes de 2024. Y es improbable que el esfuerzo estadounidense pueda evitar que China le arrebate el liderazgo a finales de esta década.

Falan Yinug, director de análisis económico de la Semiconductor Industry Association (SIA), advierte que a corto plazo están agotadas las medidas para resolver la escasez de semiconductores que sufren sectores vitales de la economía. Según Yinug, la media de utilización de capacidad instalada de una fábrica de chips se considera óptima cuando alcanza el 80%, pero en la actualidad se ha pasado en muchos casos del 90% sin satisfacer la demanda.

“Desafortunadamente – explica – la industria de semiconductores no puede incrementar a voluntad la ratio de utilización de su capacidad instalada […] Se trata seguramente del proceso industrial más intensivo en capital y en I+D que exista: en la fabricación de un chip intervienen hasta 1.400 fases de extrema precisión y para cada proceso es necesario contar con maquinaria especializada y una mano de obra altamente cualificada. Que, por cierto, también escasean o están desigualmente distribuidas.

Subraya el analista que, globalmente, las fábricas han alcanzado niveles difícilmente superables de capacidad y rendimiento. Lo único que todavía pueden hacer los fabricantes y sus clientes es optimizar un poco más la cadena de suministro, aunque advierte contra la tentación de forzar la competición privilegiando unos contratos en perjuicio de otros con más capacidad de presión. A largo plazo, el crecimiento previsible de la demanda no puede igualarse sólo aumentando la capacidad instalada: lo que más necesita esta industria es invertir masivamente en I+D.


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