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  6/05/2013

¿Es inalcanzable la nube de Amazon?

Es fácil ver que los servicios cloud, en su variante IaaS (infraestructura como servicio) han desencadenado una guerra de precios entre Amazon y Microsoft, a la que posiblemente se sumará Google. Desde su lanzamiento hace seis años, Amazon Web Services ha corregido a la baja sus precios 27 veces, según su fundador, Jeff Bezos. Microsoft ha presentado descuentos de entre el 21% y el 33% en las tarifas de los servicios básicos de Azure, avisando que igualará cualquier rebaja que haga AWS, para no dejar que su rival se le escape por esa vía. La cuota de AWS en este mercado se estima en el 71% y la de Azure en un 20%. Como suele suceder, la guerra de precios conlleva una guerra de palabras.

Werner Vogels

Werner Vogels

Curiosamente, Amazon y Microsoft tienen en común el estar afincadas en los alrededores de Seattle, y sus sedes respectivas están separadas por el lago Washington. Otro rasgo que comparten es una rivalidad cada día más feroz. Y con razón. Amazon puso en marcha AWS en 2006 y ocupó con rapidez un espacio vacante. Hace tres años, cuando Microsoft lanzó Azure – tras mucho debate interno – lo hizo bajo el concepto PaaS (plataforma como servicio). Era una buena idea en principio, pero tropezó con la reticencia de desarrolladores, que para entonces habían sido enrolados masivamente por Amazon gracias a la facilidad de pago por uso de la infraestructura; mientras, en el seno de las empresas, empezó a extenderse la costumbre en algunos departamentos de apoyarse en AWS para puentear el conservadurismo de los CIO.

El viraje estratégico, que Microsoft acabó por imprimir a Azure, ha tardado demasiado, pero está a tiempo de lograr que pesen en su favor los vínculos que ha establecido durante décadas dentro de las empresas. Según un documento de la compañía – material de marketing y, por tanto, no necesariamente fiable – las suscripciones a Azure se han incrementado un 48% en los seis últimos meses.

Bill Hilf, responsable de este negocio en Microsoft, ha subrayado en su blog que las tarifas de los servicios commodity de Azure – almacenamiento, instancias de computación, ancho de banda – serán uniformes en todas las geografías y centros de datos: la compañía tiene ocho alrededor del mundo: cuatro en Estados Unidos, dos en Europa y dos en Asia. Los de AWS están más dispersos, pero sus precios de referencia son notablemente más bajos en el algo anticuado datacenter de Virginia, lo que ha concentrado en este la demanda, distorsionando la percepción de calidad y, a la postre, ha dado lugar a frecuentes incidentes de caída de servicio.

Hace un par de semanas, en una conferencia en Londres, Werner Vogels, CTO de Amazon, afirmaba que la principal diferencia entre AWS y «otros» es el continuo enfoque en la reducción de costes: «tenemos economías de escala, invertimos en infraestructura y desarrollamos software de la manera más eficiente». Vogels añadió otro diferenciador: según él, los clientes de AWS pueden estar seguros de que no sufrirán ningún bloqueo debido al volumen de sus datos. A lo que un analista presente comentó: «ciertamente, es mucho más fácil subir datos que removerlos, pero una vez que estás pillado, necesitarás ´un gran canuto` para recuperarlos, y tienes que pagar a Amazon lo que cobre por hacerlo, y es inútil que busques de antemano la tarifa en su web».

En todo caso, Gartner pronostica que el mercado IaaS pasará de 6.700 millones de dólares en 2012 a 30.600 millones en 2017, una media anual de crecimiento del 38%. Por su lado, el analista James Staten, de Forrester, estima que Microsoft podría subir su cuota hasta el 35% del mercado total, sin por ello amenazar el liderazgo de AWS.

¿Cuánto factura AWS? Es una pregunta que carece de respuesta oficial. Un informe de Macquarie, firmado por Ben Schachter, da cifras bastante precisas: calcula que en 2012 aportó a las cuentas de Amazon unos 2.000 millones de dólares, que este año se transformarán en 3.800 millones. Y seguirá subiendo sucesivamente hasta 8.800 millones en 2015. Incluso entonces, sería aproximadamente el 7% del total de la matriz, porcentaje insuficiente para que esté obligada a desglosarlo en sus resultados. Según Schachter, el perfil de beneficios de Amazon cambiará radicalmente en los próximos años.

Microsoft ha desvelado en un blog de su división Servers & Tools que Azure ha pasado a ser otra de sus actividades de más de 1.000 millones de dólares de ingresos. Al parecer, la cifra incluye la facturación de Azure como tal, más el software que suministra a sus partners para crear servicios cloud.

Los gigantes no están solos. Hay curiosidad por conocer los próximos movimientos de Google, que en su conferencia de junio podría anunciar la disponibilidad con carácter general de su Compute Engine, un servicio al que podría añadir prestaciones y descuentos susceptibles de atraer usuarios de sus rivales. Como botón de muestra de sus intenciones, Google ha montado una sede en Seattle y ha comenzado a fichar talentos: su jefe de producto es un ex directivo de AWS.

No es extraño que, en este enmarañado contexto, el resto de la industria tome posiciones para no quedarse al margen de lo que parece ser una de las tendencias dominantes de los próximos años. VMware anunció en febrero vCloud Hybrid Service, con un fuerte componente IaaS que incluye orquestación, automatización, gestión y funciones de seguridad. Claramente, su objetivo es construir un parapeto para evitar que Amazon se introduzca en empresas que son clientes de VMware en su faceta más conocida, la virtualización.

En Estados Unidos, RacksSpace tiene un peso importante como proveedor de cloud pública, y acaba de añadir la gratuidad de I/O a su servicio de almacenamiento. Es el único prestatario de servicios cloud que vive exclusivamente de la nube. Subrayan sus directivos que «AWS no es tan barato como dice, si en el cálculo se incluyen los costes de mover el almacenamiento». RackSpace estuvo en el origen de OpenStack, que ha pasado a funcionar como fundación y en este carácter ha reclutado a grandes nombres de la industria [IBM, HP y RedHat, entre otros] que tratan de construir a toda prisa su estrategia IaaS apoyándose en su plataforma open source.

Hay otros casos que confirman la agitación reinante. Para no perder comba, Oracle propone instalar su servicio IaaS en el datacenter del cliente, que paga al proveedor una tarifa mensual por uso; quizá esto no sea suficiente como barrera contra AWS, pero la empresa de Larry Ellison ha comprado Nimbula, una starturp cuyos fundadores estuvieron en el equipo original de la nube de Amazon.

Mención aparte merece Joyent, que entre otras comparaciones argumenta que el fallo de un componente de su nube no crea problemas al resto de la infraestructura, mientras que «en Amazon, como se ha visto, el menor incidente debilita al conjunto». La californiana Joyent suministra la tecnología en la que se basa el servicio cloud de Telefónica. Lo dicho: si se trata de que el líder no coja más ventaja, pocos pueden hacer la guerra por su cuenta.


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