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  12/06/2015

12jun

Al menos en público, el único comentario de Daniel Ek ante el lanzamiento de Apple Music ha sido un brevísimo tuit: «Oh, OK». Casualmente (?) al día siguiente, Spotify, la empresa fundada y dirigida por Ek, cerraba una ronda de financiación por 526 millones de dólares con una valoración implícita de 8.500 millones. La pregunta es si, con o sin esta inyección financiera, Spotify aguantará la irrupción de Apple en su jardín o, visto desde otro ángulo, si no es demasiado tarde para Apple adoptar el modelo streaming para contrarrestar la decadencia de las descargas de música desde iTunes.

Para responder, hay que empezar por olvidarse del impacto que tuvieron en 2001 y 2003 el iPod e iTunes: todo el mundo sabe que revolucionaron el mercado musical, crearon una nueva experiencia de usuario y aportaron a las discográficas un flujo de ingresos que se les hubiera escapado por culpa de la piratería. Doce años después, la situación es tan distinta que Steve Jobs no hubiera podido decir que «el streaming es el camino equivocado, lo que la gente quiere es comprar música». Su sucesor, Tim Cook sabe que no puede pretender la dominación de un mercado que ha cambiado, entre otras cosas gracias a Spotify.

Lo que ha presentado Apple es una oferta que combina streaming bajo demanda en régimen de suscripción, una radio por Internet y un servicio, Connect, para que los artistas publiquen posts dirigidos a su clientela. Si no llegara tarde, el triunfo hubiera parecido inevitable, considerando que tiene cientos de millones de usuarios de iTunes, una enorme base instalada de dispositivos de su marca y un sistema de pagos propio. Pero el problema que se le plantea es convencer a los usuarios de que les conviene pagar una cuota mensual para escuchar sin límites – pero no descargar – su catálogo de 43 millones de temas, con el que Apple funciona como el mayor minorista de música. Todos los análisis prevén que se acelerará la caída de las descargas, y su lugar será ocupado por el streaming.

Hay demasiados sitios donde se puede consumir música gratuitamente, y Apple Music nace con una tarifa de 9,99 dólares por mes (en EEUU). Tendrá que diferenciarse de servicios bien establecidos, entre ellos Spotify: 60 millones de usuarios (15 millones de pago) o Pandora, la radio más popular en Internet, con 85 millones de usuarios activos, y gratuita si estos aceptan publicidad. Otros que juegan en este mercado son Google (10 dólares/mes), Amazon (99 dólares/año para usuarios de Prime), y otros minoritarios como Tidal y Deezer.

Según lo dicho en la presentación de Apple Music, la principal diferencia está en que la música no será gestionada por un algoritmo sino seleccionada por humanos que le darán un «toque emocional». Es un argumento insuficiente para cambiar el comportamiento de millones de consumidores. Y la marca Apple tiene arrastre, pero no es omnipotente.

Es difícil imaginar que Apple se imponga a sus competidores, al menos con la fórmula presentada la semana pasada. Quizá no lo pretenda. El analista Mark Mulligan nos recuerda que «Apple no está en el negocio de la música para vender música, sino para vender hardware». Incluso si reclutara el mismo número de suscriptores de pago que Spotify, sus ingresos totales aumentarían el 1%, y sus beneficios apenas variarían, calcula Mulligan.

Apple controla una poderosa plataforma multimedia, y se puede esperar que el ´ecosistema` de que ha hablado Tim Cook ofrecerá un día algo más que música: ¿para cuando TV en streaming para competir con Netflix?. Por ahora, sólo ofrece música, y muy parcialmente difiere de los catálogos de sus competidores. La ventaja a su favor es la base instalada, por lo que un optimista ha escrito que «a medio plazo» la meta de Apple es captar 100 millones de usuarios. Hombre, se puede ser fanboy sin exagerar: esa cifra triplicaría la suma de usuarios de pago actuales de todos sus competidores.

Si se acepta que el streaming es el futuro, ¿por qué hay tanta competencia a la vez que nadie gana dinero? Spotify perdió 162 millones de euros (el triple que en 2013), y sigue contando con la paciencia de sus inversores. Quizá se deba a que es la única categoría del mercado musical que no decrece: por el contrario, sus ingresos aumentaron un 40% el año pasado. Algún día será rentable.

Por cierto, los sellos discográficos están muy contentos del paso que ha dado Apple, porque no les conforma el rendimiento que reciben de Spotify y otros actores. Según MusicWatch, hasta el último día ha habido negociaciones frenéticas, en las que la industria presionaba para asegurarse royalties superiores a los que recibe de Spotify. Parecería que han interpretado la iniciativa de Apple como un signo ocasional de debilidad. A saber.


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