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  24/04/2012

ARM se atreve con todo

Pregúntese a cualquier usuario qué procesador alberga el móvil que lleva consigo. Normalmente no lo saben, pero la respuesta debería ser: uno de arquitectura ARM, por la empresa británica que hace las veces de Davida un una industria dominada por Intel/Goliath. Ciertamente, la diferencia de tamaño es abrumadora: en 2011, Intel ingresó 54.000 millones de dólares, setenta veces más que los 491 millones de libras (790 millones de dólares) facturados por ARM. Ahora, ambas van a competir en otro terreno: la boutique de Cambridge acaba de presentar su diseño de microprocesador de cuatro núcleos, destinado a equipar una nueva generación de portátiles basados en Windows 8.

Con este anuncio esperado, ARM da un paso más fuera del espacio que domina cómodamente, el de los procesadores para móviles. La estrategia diseñada por Warren East, el CEO de la compañía, va mucho más lejos: hacia los servidores en una dirección, hacia los sistemas ´embebidos` en la otra. Su mayor o menor penetración dependerá de la acogida que encuentre por parte de la industria, pero no está escrito que en estas nuevas áreas vaya a repetir el éxito logrado en los procesadores móviles.

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El nuevo miembro de la familia Cortex promete una mejora sustancial del rendimiento y de la vida de la batería. Porque, al ser de cuatro núcleos, cada uno se ocupa de una tarea, y consume menos que sus antecesores, sometidos a más exigencias de carga de trabajo. En el mundo de los dispositivos móviles, este año se han conocido varios ejemplos, como el Tegra 3 de Nvidia y el Exynos de Samsung, en espera de la llegada del nuevo Snapdragon, de Qualcomm.

Pero el Cortex-15 MP4 es un caso diferente. Normalmente, los diseños de ARM dejan margen a la ingeniería de los fabricantes según sus conveniencias de mercado; pero el nuevo procesador se dirige a un segmento de mercado en el que la optimización previa redobla su importancia, por lo que ese margen queda muy atenuado. Las diferencias entre ambas arquitecturas se encuentran directamente en el diseño. Es demasiado pronto para saber qué fabricantes – tanto de chips como de portátiles – van a interesarse en licenciar la novedad de ARM.

En una entrevista que este blog publicará próximamente, Mike Inglis, VP de ARM Holdings y director general de la división de procesadores, explica así la jugada: “es una estrategia a cinco o diez años, en la que podemos ganar o perder. Pero, mire cómo son las cosas, Intel tiene que entrar en los móviles porque, para seguir creciendo, necesita competir con nosotros. Y nosotros necesitamos penetrar en mercados que históricamente han sido suyos. Los gestores de centros de datos claman por combinar potencia y eficiencia, y nosotros creemos tener una tecnología y un modelo de negocio válidos para satisfacer esa demanda”.

Otra de las novedades recientes de ARM ha sido su microcontrolador Cortex M10+ [también conocido como Flycatcher] que ofrece rendimiento de 32 bits con un consumo de potencia ultrabajo. El diseño está orientado a electrodomésticos y a productos machine-to-machine, de los que puede decirse que exigen más inteligencia, conectividad inalámbrica y más altas capacidades de manejo de datos. Muchos de los clientes de ARM – y los de Intel, que para eso compró WindRiver hace tres años – aceleran sus planes en ese prometedor segmento del mercado.

El plan de la compañía es construir una plataforma multivendedor para sus microcontroladores, tal como lo hizo en sus procesadores para móviles. En los inmediatos, piensa en dispositivos como los contadores inteligentes, accesorios de uso médico, etc. Las previsiones de este mercado dejan boquiabierto: 50.000 millones de chips desde ahora hasta 2020. Según IDC, ARM vende actualmente el 71% de los procesadores en sistemas ´embebidos`, pero en 2016 – con un crecimiento en números absolutos – esa cuota se reducirá al 38%. Mientras tanto, la arquitectura x86, que ahora mismo tiene una cuota del 8%, subirá al 41%. Una simple mirada a estas cifras explica por qué ARM pisa el acelerador.

Los grandes números son fundamentales en este negocio. ARM cobra un royalty del 1 al 2% por chip, que normalmente se vende a entre 20 y 25 centavos; de manera que la rentabilidad está en función del volumen.

Hay más. Es notorio que ARM tiene una cuota de más del 90% en los dispositivos móviles, pero el control de la arquitectura no es el único factor que asegura la perennidad de ese dominio. Con los dispositivos cada vez más funcionales, y más importantes para los usuarios, el chip tiene que soportar más capacidades; en este plano, al rendimiento y el bajo consumo hay que añadir la seguridad.

Por esta razón, ARM ha anunciado una iniciativa común con los especialistas europeos Gemalto y Giesecke & Devrient, con el fin de desarrollar entornos seguros basados en sus plataformas. Las tres compañías van a desplegar sus esfuerzos en torno al concepto TrueZone, que crea un área protegida dentro del SoC (system-on-chip) y que se incluirá en cada procesador de la serie Cortex-A.

Al respecto, Warren East ha declarado: “la integración de hardware, software y servicios necesaria para la seguridad de los sistemas, tiene que dar un paso significativo para mejorar la confianza de los consumidores en un mundo de dispositivos conectados y transacciones online”. Palabras que podría suscribir literalmente Intel, que en 2010 compró McAfee con más o menos el mismo argumento: si los dispositivos fueran más seguros, intrínsecamente, las empresas abrirían más la mano a la integración con sus sistemas, y los usuarios estarían mejor dispuestos a adoptar servicios de pago móvil.


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